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5 entrañables rarezas monumentales de nuestra ciudad

Lista de monumentos que, en lugar de ser testimonios de la historia, son ejemplos de rareza cultural. La tendencia a petrificar la historia para asegurar su trascendencia, combinada con el gusto por la monumentalidad, ha derivado en una larga lista de obras artísticas que revisten de majestuosidad a los espacios públicos de la ciudad de México.

Sin embargo, también existen creaciones cuyo sentido de ser escapa de nuestro entendimiento. Aquí compartimos una lista con cinco monumentos que resaltan por su rareza.

Monumento al perro callejero

A fin de rendir un homenaje a los más de tres millones de perros callejeros que vagan desamparados por las calles y sufren de maltrato, en 2008 se erigió en la ciudad de México el "Monumento al perro callejero". Sobre la avenida Insurgentes Sur, entre el Deportivo Vivanco y la calle Moneda, en Tlalpan, se encuentra la obra de la escultora Girasol Botello, inspirada en Peluso, un perro callejero que murió días antes de que se develara la estatua. El proyecto, ideado para crear conciencia respecto a la violencia que se ejerce contra estos animales, fue una iniciativa de diferentes asociaciones canófilas, particularmente la asociación civil Milagros Caninos.

En el monumento se puede encontrar una placa que dice: “Mi único delito fue nacer y vivir en las calles o ser abandonado. Yo no pedí nacer y a pesar de tu indiferencia y de tus golpes, lo único que te pido es lo que sobra de tu amor. ¡Ya no quiero sufrir, sobrevivir al mundo es sólo una cuestión de horror! ¡Ayúdame, ayúdame por favor! Peluso”.

Pese a su rareza, este monumento al perro callejero no es el único en el mundo; en países como España, Inglaterra, Escocia, Japón, Estados Unidos y Argentina también se ha rendido homenaje a las historias de horror que viven estos animales cuando están al amparo de la calle.

Monumento al “Príncipe de la canción”

José José, una de las leyendas vivas de la balada romántica mexicana, fue originario de la colonia Clavería, en la delegación Azcapotzalco, lugar donde se colocó una estatua en su honor. Dentro del Parque de la China se puede ver la imagen del "Príncipe de la canción" que, con micrófono en mano, recibe a todos aquellos que lo consideran un símbolo de la cultura popular mexicana.

La noticia de la develación de la obra en 2011 fue aplaudida en las revistas farandulescas, mientras que para la gran mayoría de los defeños este hecho pasó a la historia sin pena ni gloria.

Monumento a “Las siete cabronas”

En el corazón del barrio bravo de Tepito, un modesto pedestal de piedra sirve de homenaje a la historia de siete mujeres que narraron su vida para la realización del documental Las 7 cabronas e invisibles de Tepito, dirigido por la catalana Mireia Sallarès, que forma parte del proyecto curatorial Obstinado Tepito. En el pedestal se colocó una placa que dice: "A las 7 cabronas e invisibles de Tepito. Las de antes y todas las que vendrán. Tepito Julio 2009".

La característica más sobresaliente de este monumento es que no se le agregó ninguna estatua, ya que el concepto de la obra es que cualquier mujer cuya historia revele su lucha en contra de la dominación masculina pueda subir al pedestal.

Monumento en honor al Santo

Este luchador, que durante la década de los setenta fue un héroe sobre el ring que trascendió las fronteras del país y conquistó con sus películas a los europeos, es un icono de la cultura popular mexicana que no podía pasar a la historia sin antes haber recibido un digno homenaje. En la colonia Peralvillo, entre las calles Jesús Carranza y Gorostiza, yace una estatua del "Enmascarado de Plata" cuyo autor y año de inauguración son desconocidos, debido a la falta de una placa informativa.

Además de esta réplica en bronce del Santo, en Tulancingo, Hidalgo, tierra natal del luchador, existe otra estatua en su honor.

Monumento al futbolista desconocido

La supremacía de la pasión futbolera que se vive en la ciudad de México, no ha sido lo suficientemente fuerte como para que se levanten monumentos en honor a las estrellas mexicanas del balompié. Sin embargo, tampoco ha pasado desapercibida, ya que existe una estatua en honor a un futbolista anónimo. En el Estadio Azteca se halla esta modesta imagen que retrata a un jugador que viste un uniforme de la década de los setenta. Si bien no queda clara la intensión de este monumento, lo cierto es que la solemnidad con la que la figura humana resguarda la pelota entre sus piernas deja claro que, para los citadinos, el futbol no es sólo un juego.

A final de cuentas, cualquier apasionado del balompié puede ser el futbolista desconocido.

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