Sin irnos a definiciones formales, el erotismo es esa cualidad que nos hace adentrarnos en el placer, sin que este llegue a ser consumado. Como un sí pero no, el erotismo nos hace juguetear con la idea del sexo y, paradójicamente, esto puede ser más excitante que la cópula misma.
El erotismo es quizá aún más rebelde que el sexo explícito: se muestra pero no se excede, se conoce, se siente presente y es ese ingrediente abstracto, casi ilusorio, que hace que nos encendamos de manera perenne. El cabaret (casa del erotismo) fue ese espacio que se erigió como una meca de intelectualidad después de la revolución francesa: asistir a uno de estos sitios era un acto crítico, desafiante, placentero e intelectual.
Lo anterior porque los puritanismos se quedaban cortos ante las atrocidades de una monarquía desecha y las ideologías que comenzaban a desmoronarse en un visible polvo; aun con siglos de injusticia habían algunos que se escandalizaban de las nimiedades más absurdas como el moralismo sexual. El cabaret fue, pues, la materialización del espectáculo de la verdad, el espaldarazo a los convencionalismos sociales, que se prestaban ridículos.
Desde esa época, el siglo XIX en adelante, el cabaret siempre será un recuerdo de un parteaguas; una mirada al erotismo como arma de rebeldía. Una entrada al mundo del espectáculo, pero desde la trama de la inclusión; cabe notar que en estos espectáculos se presentaron por primera vez, por ejemplo, los primeros travestis en la época moderna, así como lesbianas y homosexuales en escena.
Casi todo el mes de noviembre, del 8 al 22, en la ciudad de México se celebrará el 1er Encuentro de Cabaret y Burlesque con siete puestas en escena de cabaret y cinco de burlesque, seis talleres enfocados al cabaret y al burlesque, dos mesas de diálogo y la presentación del libro El País de las Metrallas, de Felipe A. Rodríguez. En cuatro sedes distintas se hará este evento inédito y que, aunque es un atisbo a su significación de épocas pasadas, ¿quién negaría la cualidad siempre vigente del erotismo?, esa vanguardia que le da su propia elegancia y sofisticación: el arte de la seducción por sí sola.
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