México abrió las puertas a uno de los avances tecnológicos del transporte colectivo durante 1873, cuando el primer tren corrió desde la ciudad de México hasta el Puerto de Veracruz. Con él, se cumplió un sueño de progreso y vinculación para la nación. Esta vía significó entonces la posibilidad de tránsito, de comunicación, de transporte y de funcionalidad de este país en aras de alcanzar los parámetros de un país desarrollado.
Con 423 kilómetros de extensión, este medio de transporte no sólo unió a ambas ciudades, también fortaleció el nacionalismo mexicano. Se cumplía el proyecto que sustituiría a las mulas que recorrían las carreteras desde el Virreinato, así como lograría una conexión interoceánica que uniría al extranjero con la ciudad de México. Se tratabas implemente del Ferrocarril Mexicano que transportaría pasajeros, servicios de carga y correo.
En 1863 estaban funcionando sólo 41 kilómetros de vía que iban desde Veracruz hasta el centro del país, donde Antonio Escandón, concesionario de la Compañía Limitada del Ferrocarril Imperial Mexicano, cedió sus privilegios a Londres. Sin embargo se hizo caso omiso de esta colaboración con los invasores dado que el país vivía la caída de Maximiliano y la entrada del gobierno de Juárez. Y no fue hasta el 16 de septiembre de 1869 cuando un tren transportó al presidente Juárez, y a su numerosa comitiva, en un viaje inaugural entre México y Puebla (con la esperanza de llegar, algún día, a Veracruz). Finalmente, la ruta anhelada se inauguró el 1 de enero de 1873 bajo el mandato del presidente de aquel entonces, Sebastián Lerdo de Tejada.
Desde ese entonces, principalmente entre las décadas de los 70 y 90, el sistema ferroviario experimentó transformaciones radicales; como la construcción de túneles, puentes, pasos y viaductos. Entre las cuales se distingue el Viaducto-Túnel Pensil, ya que recibió el Premio Internacional Brunel en 1996 por parte del gobierno danés.
Eventualmente, en la ciudad de México nació el primo-hermano del tren, los tranvías. Desde 1900, las primeras líneas de ferrocarril en la villa de Guadalupe y en Tacubaya aceleraron el surgimiento de nuevos fraccionamientos en la ciudad. Se trataba de un servicio intraurbano que unía pueblos, villas vecinas y otras ciudades de alrededor.
Fue entonces que surgió los trenes modelo TLM (Tren Ligero), los cuales aprovecharon parte de los restos de las vías de los tranvías antiguos de Taxqueña-Xochimilco y el ramal Huipulco-Tlalpan. En 1988 se inauguraron estos trenes reconstruidos de los tranvías. Actualmente los TLM presta servicio al sur de la ciudad, y es administrado por el Servicio de Transportes Eléctricos del Distrito Federal.
El tren ligero en la ciudad de México se convirtió en un símbolo del antiguo sistema de tranvías que representaron el progreso hace más de un siglo. Y es algo que, en el día a día, acompaña a gran número de usuarios al sur de la ciudad.