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Hernán Cortés, ¿Déspota conquistador o solidario liberador?

Poco sabemos sobre la historia de La Conquista. Conocemos el hecho de que Hernán Cortés era quien lideraba las tropas españolas que arribaron a México por las costas. Los libros de historia en la primaria nos contaban que Cortés llegó al territorio azteca para imponer reglas y costumbres castellanas, capturando a los entonces emperadores y asesinando a cualquiera que no estuviese de acuerdo con el cambio.

Sin embargo, hay que recordar que el proceso de conquista no se dio en solo día. Desde 1519 hasta 1521, los españoles pelearon y le pusieron fin al imperio azteca. Y Hernán Cortés sin duda fue el personaje más notable en este histórico evento.

Hay quienes asocian su nombre con un dirigente sin corazón, cuyas órdenes se cumplían sin excusas y que sometía sus deseos en el pueblo indígena. Pero existen otros detalles de su vida y de su labor en la Gran Tenochtitlán que podrían hacerlo ver como un justo y generoso extraño que vino desde lejos para liberar a los aztecas del imperio actual.

A sus 33 años, Hernán Cortés ya era un respetado y experimentado militar. Tampoco era un extraño cuando de Las Indias se trataba, había pasado ocho años como secretario del gobernador Diego Velázquez en Cuba, y además era un estudioso de la cultura indígena.

Los españoles se habían establecido en las islas del Caribe, y poco sabían que cruzando el mar se encontraba el imperio más poderoso del continente: el Azteca. Para 1515, ya se habían llevado a cabo dos expediciones, pero no fue hasta la de 1518 que Hernán Cortés tuvo la oportunidad de ir como líder.

Cabe mencionar, que el cometido del gobernador era solamente una expedición de carácter de investigación. No obstante, Hernán Cortés aprovechó el viaje y optó por comenzar con la misión de conquista.

En 1519, los españoles llegaron a la costa mexicana. Más de 15 millones de personas habitaban este territorio. En cuanto pisaron tierras aztecas, tomaron presos a los indígenas que se mostraban contrarios. Entre éstos, destacó una mujer: La Malinche.

Al percatarse Cortés de que la mujer hablaba varias lenguas nativas, le enseñó el castellano y fue su aliada para las estrategias de invasión del resto de los lugares. Tuvieron juntos un hijo, al quien se le reconoce como el primer mestizo de México.

Hernán Cortés decidió atacar la capital, Tenochtitlán, y en su camino obtuvo el apoyo de los totonacas de Cempoala y de los tlaxcaltecas,  quienes deseaban ardientemente liberarse de la opresión azteca. Los españoles comenzaron a entender que los nativos querían también deshacerse del dominio azteca, el cual se caracterizaba por su fuerte política y su capacidad por causar temor.

Los habitantes de Cholula, aunque estaban del lado de Moctezuma y habían prometido hacer una emboscada a los españoles, terminaron por unirse al ejército de oposición y se pusieron en marcha hacia Tenochtitlán.

Hernán Cortés captura a Moctezuma, tras días de planeación estratégica. Sin embargo, el español debe enfrentarse a Diego Velázquez con una misión de castigo, por el hecho de haber invadido México sin permiso ni previa consulta.

La ciudad queda en manos de Alvarado, y para cuando Cortés regresa, éste encuentra al dirigente interino matando a los aztecas más notables. Este repentino y extraño acto levanta la furia de los indígenas. Y el 30 de junio de 1520, en la Noche Triste, Hernán Cortés y su tropa se ven obligados a irse de Tenochtitlán.

Para poder regresar a la capital, los españoles no hacen otra cosa más que pelear. Toman esclavos y mujeres. Y es hasta 1521 que Tenochtitlán finalmente cae, sobre todo por la viruela que atacó a la mayor parte de la población. Por cada 100 españoles, murieron 100,000 aztecas.

Hernán Cortés muere en Castilleja de la Cuesta el 2 de diciembre de 1547.

Aunque hubo sangrientas batallas que ocasionaron cientos de miles de muertes, se puede concluir que La Conquista de los españoles, de cierto modo, fue una guerra de libertad para los pueblos indígenas con el imperio azteca. No significa que la imposición de la cultura europea haya sido la única opción correcta en esta situación, pero sí podemos constatar que el imperio azteca era muy poderoso y bélico, y que su caída debía suceder en algún tiempo u otro.

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