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La llegada del cine a la Ciudad de México

La historia del cine comienza con la llegada de los hermanos Lumière a México.

 

El cine llegó a México casi un año después de su aparición en París. Los hermanos Auguste y Louis Jean  Lumière habían patentado el cinematógrafo el 13 de febrero de 1895.

Ese mismo año rodaron sus primeras películas como Salida de los obreros de la fábrica Lumière en Lyon Monplaisir, Llegada de un tren a la estación de la Ciotat y El regador regado, que más que películas eran fragmentos en movimiento que actuaban de testigo de la vida cotidiana, y que le dieron formalmente inicio a la historia del cine a modo de documental.

Los hermanos Lumière pensaban que el cine era un invención sin ningún futuro, pero aprovecharon todo lo que pudieron su nuevo invento para montar un negocio donde se pudiera lucrar. Por esta razón enviaban un cinematógrafo y un operador a donde fuera requerido. Es así que la historia del cine comienza en México; con una petición del entonces presidente de la República don Porfirio Díaz a los hermanos Lumière, de poder apreciar este maravilloso invento.

Como es bien sabido, Díaz era arduo seguidor de la corriente positivista, que entre otras cosas, generaba un enorme interés por los desarrollos científicos de la época y además su gobierno tuvo un enorme empeño por afrancesar la ciudad y admirar todo lo que viniera de ese país.  Es así que Díaz recibe a Claude Ferdinand Von Bernard y a Gabriel Veyre, dos expertos proyeccionistas enviados por los hermanos Lumière, y el 6 de agosto de 1896 Díaz, su familia y miembros del gabinete presenciaron con sorpresa y fascinación por primera vez en el país, las imágenes en movimiento que se proyectaron en el Castillo de Chapultepec, llamadas vistas. El éxito fue inmediato.

Unos días después, el 14 de agosto para ser exactos, el cinematógrafo fue presentado al público en el sótano de la droguería Plateros, en el número 9 de la calle que lleva el mismo nombre y que actualmente es Madero. Paradójicamente este lugar unos años más tarde se convertiría en la primera sala de cine del país, el famoso Salón Rojo.

El público se congregó en este lugar llenándolo a tope para presenciar estas imágenes silentes de la vida cotidiana. El programa se desarrolló de la siguiente manera; se presentaron: El sombrero cómico, Los Campos Elíseos en París, Bañadores en el mar, Disgusto de niños, Montañas rusas, Llegada del tren, La pesca del bebé, El acuario, Campesinos quemando hierbas, La pesca de las sardinas, El fotógrafo y El embajador de Francia en el coronamiento del Zar en Moscú. Cada una con una duración de entre 40 y 60 segundos.

Después de esta presentación se organizaron también varias funciones de gala en el mismo lugar, para un público un poco más selecto que no quería juntarse con la clase baja de la ciudad.

Cuenta la historia que en algunas vistas, como por ejemplo en las de la llegada del tren, la gente se asustaba y se levantaba alarmada de sus asientos ya que se mostraba una locomotora acercándose rápidamente y de frente por la vía y en ese entonces resultaba muy difícil diferenciar la realidad de la ficción. Esta dificultad perduró por un tiempo y se vio reflejada en los trabajos que Bernard y Veyre realizaron en México. Filmaron aproximadamente 35 cortos, entre ellos uno que tuvo mucha popularidad llamado Un duelo a pistola en el bosque de Chapultepec que causó mucha conmoción por la misma razón que el corto del tren lo había hecho.

México fue el primer país del continente en gozar las maravillas del cinematógrafo.

Adquirió varios de estos aparatos y muchos creadores se dieron rienda suelta para comenzar a filmar. Entre ellos se encuentran Salvador Toscano, Enrique Rosas, Guillermo Becerril, los hermanos Alva, entre otros.

 La modernidad había irrumpido en nuestro país y el cine había llegado para quedarse, alcanzando uno de sus mayores esplendores durante la década de los cuarenta y cincuenta del siglo XX.

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