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Conoce el legado de Enrique Pugibet en el Centro de la CDMX

Imagen principal: jorgalbrtotranseunte

Cuando el francés Enrique Pugibet llegó a México, tras una temporada en Cuba, él sabía que este país latinoamericano lo acogería como si hubiese nacido en él. Aprovechó sus aprendizajes sobre la producción de tabaco y la influencia de su nueva esposa, Doña Guadalupe Portilla, para comprar terrenos del convento de monjas de la orden de San Juan de la Penitencia y construir allí una fábrica de cigarros a la que nombraron El buen tono.

Esta antigua fábrica ocupaba lo que ahora es el Mercado de San Juan ?o Mercado Ernesto Pugibet?, el cual es mundialmente reconocido por su variedad gastronómica y creatividad de sus comerciantes. De hecho, lo que antes se encontraban las bodegas de Ericsson y Phillips, ahora, entre Luis Moya y Buen Tono, se ostentan techos con pilares de acero, tragaluces y ventanales.

Esta zona es, en otras palabras, el legado de Pugibet, quien no sólo fundó ahí la fábrica de cigarros, también la textil San Ildefonso, la Compañía Explotadora de las Fuerzas Hidráulicas de San Ildefonso S.A. ?la cual abastecía a la ciudad en 1897?. También, erigió en honor de su esposa, la iglesia de Santa María de Guadalupe, y donó los terrenos para la estructuración del mercado de San Juan así como del conjunto habitacional "La Mascota" para sus trabajadores ?actualmente las calles de Bucareli, Abraham González y Turín?.

Y mientras su éxito iba transformando la vida económica y social de México durante el Porfiriato, él formó parte de la Cervecería Moctezuma de Orizaba y de la Compañía Nacional Mexicana de Dinamita y Explosivos; además, que tuvo el honor de ser miembro del Consejo de Administración del Banco Nacional de México y fundador de la Société pour l?Industrie Française Au Mexique. Podría inclusive decirse que Pubiget llegó en el momento adecuado para su éxito profesional, aquel en donde México experimentaba una especie de enamoramiento con Francia.

Pugibet, naturalizado luego como mexicano, representó para el país una esperanza que no sólo rompió las reglas de castas, también reforzó el potencial económico de todo un país en vías de desarrollo. Fue, en otras palabras, un hombre que requiere la inmortalidad mediante un mercado, una calle e incluso, una estatua en su honor.

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