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La historia de una calle francesa que se volvió mexicana

Por tres días, la famosa calle parisina Andruet se convirtió en La Rue du Mexique.

 

El Día de Muertos es una de las mejores cosas que hay en este país. Cada año las flores de cempasúchil, el papel picado y los altares, anuncian la próxima llegada de los que se fueron. Aquí la muerte es sólo una de todas las paradas que se hacen en tiempo. Aquí la comida es tan poderosa que se queda atrapada en la memoria de los difuntos, que cuando las lunas de octubre están en su mejor momento, regresan a degustar los placeres que tenían cuando estaban vivos.

Imagen: Notimex

Es tan poderosa esta costumbre mexicana de revivir los afectos, que con el tiempo se ha popularizado en el mundo, y cada vez más la temporada de muertos tiene resonancia en distintos países. Un ejemplo de esto, sucedió hace unos días en la emblemática ciudad de París, donde las catrinas, el pan de muerto y el tequila fueron los protagonistas de tres jornadas mexicanas. El objetivo no era otro que  festejar a la muerte en vida, como debe de ser.

La sede de esta fiesta mutuaria fue una callecita llamada Adrouet que está rodeada de puertas rojas, puestos donde venden frutas y algunos grafitis artísticos que le dan vida a la antigua arquitectura. Este lugar es famoso porque ahí se filmó Amelie, y porque está dentro de uno de los barrios más bohemios y  turísticos de la capital francesa, Montmartre. Durante cuatro días esta pintoresca arteria, abandonó su nombre y adoptó un nuevo seudónimo Rue du Mexique.

A pesar de que el frío de noviembre ya empieza a colarse en todos los rincones de París, cientos de personas, connacionales y franceses, fueron a la recién bautizada Calle de México disfrazados de esqueletos prehispánicos, catrinas y hasta de mariachis. Todos los asistentes contemplaron altares, escucharon lo mejor de la música folklórica nacional, y por un segundo las fronteras se borraron.

Sin duda, este espacio parisino se llenó de México. De pronto las tiendas vendieron rebozos de Jalisco y los bares ofrecieron tequila y el mezcal. En las esquinas se ofrecieron  tacos, con tortillas recién hechas,  y hasta hubo un puesto de salsas. Sin embargo, el protagonista de esta celebración fue el pan de muertos, que se acabó casi enseguida, muchos se maravillaron al probar el suave sabor de la muerte.

El Día de Muertos terminó, pero por siempre quedará  la Calle de México en París, aunque ahora tenga otro nombre, y sea hora de quitar las ofrendas.

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