Investigadores y cronistas aseguran que sí existió música prehispánica, gracias al estudio de códices y vestigios arqueológicos.
Hablar de música prehispánica es hacer referencia a todas aquellas expresiones sonoras desde el periodo arcaico hasta el arribo de los españoles a México. Es un hecho que la música, la danza y la poesía fueron relevantes aspectos artísticos en la vida del mundo azteca, principalmente para fines espirituales, bélicos y recreativos.
Es importante mencionar, que los músicos formaban parte del servicio doméstico de los señoríos aztecas, aunque gozaban de cierta posición al ocupar los templos y no pagar tributos.
Se tiene fe de que existe la música prehispánica, gracias a cronistas hispanos, investigadores y arqueólogos, que han hallado indicadores en códices, murales e inclusive los mismos instrumentos. Fuentes sugieren que los instrumentos autóctonos precolombinos estaban divididos en dos: los de percusión y los de aliento.
Pese a que resulta complejo definir con certeza cómo es que sonaba la música prehispánica, se tiene una idea gracias a expresiones musicales que han sobrevivido en rituales y festejos de comunidades como las oaxaqueñas y yucatecas. "Así como han persistido la lengua y los usos y las costumbres de nuestros pueblos indígenas, también ha perdurado la música, pero mezclada con la cultura occidental", comenta el investigador Felipe Flores.
Lo cierto es, que través de la arqueología y la etnomusicología es posible identificar instrumentos como ollas, marimbas, caracoles, palos de lluvia, silbatos, flautas, etc.
De igual forma, es muy complicado identificar las letras de aquellas canciones. Pero si indagamos en la poesía de autores como Nezahualcóyotl, Nezahualpilli, Cacamatzin, Axayácatl y Macuilxochitzin, podemos concluir que seguramente las letras tenían que ver con el amor, la amistad, la religión, los dioses, la guerra, la ciudad, la jerarquía, entre otros temas.
Imagen: El Universal.
Se cree que existían tres diferentes géneros musicales. El de ritual se empleaba para ritos y prácticas religiosas, tales como sacrificios o adoraciones. La música guerrera se tocaba para antes y después de las batallas, fungían como motivación y celebración. Por último, el género recreativo, que como su nombre lo indica se bailaba en festejos de carácter público.
Sin duda interesarse y descubrir la música de nuestro pasado prehispánico nos une mucho más a la cultura que nos constituye. Se trata de una expresión casi necesaria en la vida de todos, que desde hace siglos se ha encargado de adornar los momentos más importantes de la vida cotidiana.
Es muy sugestivo pensar que Tenochtitlán contaba con su propio estilo sonoro, y que aun con la llegada de los españoles, estas prácticas musicales siguen vivas en comunidades indígenas alrededor de la República. Y que de hecho, varios músicos actuales se esmeran por replicarla con sonidos místicos.
Fuente: Mendoza, Vicente T., Castañeda, Daniel. Instrumental precortesiano. Programa Editorial de la Coordinación de ciencias y humanidades de la UNAM.