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Los maravillosos secretos de la calle República de Chile

En esta calle vivieron Virreyes, escritores y hasta el cuñado incómodo de Cortés.

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Imaginemos que estamos en el Centro Histórico, parados frente a un letrero azul  que nos anuncia: Calle República de Chile. Antes de visitarla sería conveniente explicar  que su nombre  fue idea del Presidente Álvaro Obregón, que para agradecer a los países que legitimaron su mandato, rebautizó algunas calles de la capital mexicana con los nombres de las repúblicas amigas.

 La mejor manera de entrar a República de Chile es por Donceles. En esa bifurcación podemos ser testigos de una de las esquinas más hermosas que hay en la CDMX. Basta subir la mirada para encontrar una columna estilo Barroco en la que se puede admirar el esplendor de un ángel de piedra, que tiene sobre la cabeza tiene un cesto lleno de frutas y está parado encima de un león.

Foto: Roberto Samuel

Luego, si se camina unos pasos,  se puede apreciar la magnificencia del Palacio de los Condes Heras y Soto. Un inmueble del XVIII que perteneció a distintas familias desde la época de la Nueva España. Su fachada  está llena de figuras monstruosas, de caras con ojos vacíos, que en su época fungían como espíritus protectores para ahuyentar a las malas influencias.

Luego,  si uno se para frente al portón de este Palacio, puede apreciar uno de los secretos mejor guardados de esta metrópoli. Ahí, escondida en una vitrina de cristal, se encuentra la cabeza del primer Ángel de la Independencia. Ese que se cayó estrepitosamente al suelo durante un fuerte terremoto en 1957. Es importante destacar, que dicho rostro, que antes vivía en las alturas, se hizo a imagen y semejanza de una costurera a la que el escultor conoció en un baile.

Si se continúa la caminata, se pueden encontrar en República de Chile diversas placas que puso José Vasconcelos, que anuncian quienes fueron los personajes célebres que radiaron ahí. En el número 15, por ejemplo, vivió el séptimo Virrey de la Nueva España. También se anuncia, que ahí enfrente estaba el hogar de Juan Juárez, el incómodo cuñado de Hernán Cortés que un día de 1530 denunció al conquistador, por el presunto asesinato de su hermana Catalina en Coyoacán.

Además de todo lo anterior, se pueden contemplar decenas de tiendas que ofrecen toda clase de vestidos blancos. Porque para muchos capitalinos la República de Chile, también es la calle de las novias. Vaya lugar fascinante.

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