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A 100 años de Juan Rulfo

Después de un siglo, todos somos hijos de Pedro Páramo. 

 

Juan Nepomucemo Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno nació un día de 1917 en Apulco, Jalisco un pequeño pueblo que no aparecía en los mapas. Desde temprana edad tuvo dos certezas respecto a su vida: amaba las palabras y le hubiera gustado tener un nombre más sencillo.

Según lo contó el mismo, en su familia nunca hubo mucha paz, todos morían a los 33 y eran asesinados por la espalda. Aunque no se tiene mucha idea de quiénes corrieron con tal suerte, se sabe que le tocó presenciar los desastres que dejó de la Guerra Cristera, levantamiento que le quitó no sólo la casa en la que vivía, sino  a su padre a su abuelo, y antes de que pudiera decir algo Juan Rulfo terminó en un orfanato que le trajo muchas  malas experiencias.

En 1933, cuando tenía 15 años se vino a vivir a la Ciudad de México, donde tuvo los empleos más raros: recaudador de rentas, agente de migración, y durante la Segunda Guerra Mundial se desempeñó como encargado de los barcos alemanes que llegaban a México.

Fue en ese momento cuando se metió a la UNAM para estudiar literatura y retomar su eterno amor por las letras. En esta época, empezó la redacción de una novela extensa, acerca de un campesino recién llegado a la Ciudad de México. Sin embargo, debido a sus inseguridades, poco después de haberla terminado la quemó, porque según él estaba llena de pecados literarios.

Luego, por un breve periodo de tiempo se dedicó a vender llantas por todo el territorio nacional. Esta experiencia fue la clave para terminar su primera antología de cuentos El llano en llamas un libro con 15 relatos sorprendentes que le permiten al lector adentrarse en las tierras calientes de Jalisco y ser parte del silencio y la fantasía de sus anónimos habitantes.

Este libro fue un éxito enorme, se tradujo a muchos idiomas y le dio a Rulfo una fama inusitada. Gracias a él, unos meses más tarde, se ganó una generosa beca de la Fundación Rockefeller que le permitió dedicarse durante cinco meses a la que sería su primera y última novela publicada, Pedro Páramo.  

 Un texto, tan profundo como complicado, que relata la llegada de Juan Preciado un pueblo en el que los muertos deambulan en la vida, burlándose del tiempo y del espacio. La primera frase de esta novela, aún resuena en los oídos de todos los que aman la literatura: vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo.

 

Desde que se publicó 1955, Pedro Páramo fue el inicio de la leyenda de Juan Rulfo, que a pesar de hacerlo tan bien, casi mejor que nadie, nunca volvió a publicar un libro. Las razones son tan misteriosas como alguno de los diálogos que deambulan en sus cuentos. En una ocasión, dijo que había renunciado a las letras porque se había muerto el tío que le contaba las historias ¿será cierto?

Murió en la Ciudad de México una noche de 1986, pero esos dos libros se quedaron vivos por siempre y en la actualidad son un referente cuando se habla de literatura hecha en este país. Fue tan grande el legado que dejaron que aún hoy, todos seguimos siendo hijos de Pedro Páramo.

En 2017, se cumplen 100 años de Juan Rulfo. Sin duda necesitaremos más de un siglo para entender por qué México parecía sólo contarle secretos a él. Mientras tanto, recomendamos estar pendientes de los homenajes que Bellas Artes le  hará en mayo.

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