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Sobre el amor de Carlos Monsiváis a la CDMX

Monsi

Vivía en la Portales, tenía 13 gatos y amaba la Ciudad de México.

 

Hay muchas leyendas acerca del mítico Carlos Monsiváis. Sabemos que vivía en la Portales, que sus escritorios estaban plagados de papeles y que en su hogar vivían 13 gatos.  Algunos aseguran que recordaba todos los días de su vida desde que tenía cuatro años, y que sacrificaba sus tres comidas para ir al cine, pero esto últimos no lo podemos asegurar.

Lo que es una certeza es que Monsiváis fue muchas cosas: escritor, periodista y sobre todo un apasionado cronista de la Ciudad de México, urbe a la que conocía desde las entrañas hasta la superficie. Este era su reino, de hecho, corría el rumor de que podía estar presente en muchos lugares a la vez. Todos los domingos en la mañana, lo veían llegar en su taxi a la Lagunilla y explorar cada puesto como si fuera un pirata en busca de tesoros o un alquimista que convertía la basura en oro.

Monsi, como le decían, hizo de la CDMX una gran obra de teatro en la que él escribía el guion. Era uno de los pocos, que tenía la capacidad de ponerle palabras a los monumentos, y demás fenómenos de la cultura popular. Conocía a las grandes personalidades de que vivían en la Capital Mexicana (al Santo, María Félix, Julio César Chávez y hasta Juan Gabriel) y sabía interpretar como nadie la influencia que tenían con los mexicanos.

Para que podamos ser testigos de su enorme sabiduría respecto a la capital, hemos seleccionado algunos fragmentos de sus crónicas que son la prueba de que nadie conocía mejor la CDMX que el gran Carlos Monsiváis.

Fuente: La Jornada 

 

En Bellas Artes todo sucede

"A todos asombra el edificio iniciado por el italiano Adamo Boari (en Nuevo Arte Decorativo Moderno), y concluido por el mexicano Federico Mariscal de Art Decó. A la monumentalidad del "pastel de bodas" (descripción típica) contribuyen su estructura de acero, la forma de embudo que logra la acústica conveniente, los 24 metros de longitud del escenario, la fachada de mármol de Carrara, las butacas (hechas en Francia) ? No es un espacio de vanguardia, pero sí el lugar de encuentro donde el público básicamente de clases medias se integra al arte de la modernidad …"

 

  Zócalo, ese lugar en el que, aunque no vayas siempre estarás presente

"En el Zócalo, que la hinchazón de la megalópolis reduce día a día, se han alborozado o exaltado tlatoanis y virreyes, obispos y presidentes de la República, caudillos gobernantes de la ciudad, emperadores ?Ningún mexicano prescinde del Zócalo, so pena de sentirse sólo cosmopolita o ni siquiera local. No aludo a las vanidades chovinistas o nacionalistas? sino a un sentimiento más complejo, el acceso a las visiones panorámicas del pasado y a las soledades muy concurridas del presente? Almacén de la nostalgia, sede de las protestas y las represiones, asiento de los poderes, confederación del deterioro y los temblores remodelados de hundimiento, el Zócalo es siempre lo irrenunciable. Sí, ni modo, aunque no vayas allí estás presente?"

 

De cómo construyeron Ciudad Universitaria

"Cuando llegué por primera vez a CU, y esto es obvio, no me vi sujeto a inmersión alguna en espacios simbólicos, y lo que vi me llevó al instante a las impresiones de grandeza, asunto de orgullo nacional desde luego? A principios de la década de 1950 en la etapa de la construcción de Ciudad Universitaria, yo estudiaba el bachillerato en el Centro, hoy Centro Histórico, y me sentía integrado a lo que México había sido y estaba siendo. En el Centro todo era ya espacio simbólico: los edificios virreinales, los neoclásicos, las propuestas del abandono y del deterioro (esos ?arquitectos traicioneros? de los Centros Históricos, esos asesinos seriales del aspecto urbano), y también lo legalizado por las costumbres, que le adjudican a la mirada el papel de la resignación. Y el viaje hasta el Pedregal desataba toda suerte de profecías ominosas o, las más de las veces, optimistas? Si Ciudad Universitaria ha significado tanto ha sido, en lo básico, porque su espacio real y simbólico, sin alegar expedientes de eternidad, se ha defendido por su cuenta y riesgo".

 

Me oí en el periférico las nueve sinfonías de Beethoven seguidas

"El fenómeno del tráfico a todas horas no es reciente, pero las marchas lo han convertido en un ámbito filosófico, por así decirlo. Los noticieros informan de las avenidas transitables, de los encajonamientos donde las horas transcurren siempre en contra de sus usuarios, y el tiempo, casi literalmente, es el padre Cronos que devora a sus hijos porque se dejaron atrapar por la industria automotriz? Una ventaja de los embotellamientos de brío es la ausencia de salidas. Antes se equiparaba a los embotellamientos con trampas? ?Me oí en el Periférico las nueve sinfonías de Beethoven, completas. ¿Te digo lo que sentí? Que el verdadero tiempo libre es el de los embotellamientos?."

 

El Metro, ese lugar en el cada día hay más gente que empuja

"Incursionar en el metro a las horas pico es nocivo para los ideales de avance personal en tiempos de crisis? Les hago una pregunta: ¿en dónde se ensaya diario la tolerancia? Ni lo digan, claro que el Metro. Basta ver cómo la gente finge indiferencia ante los que habría causado en sus padres indiferencia? En el metro la solidaridad es un requisito de supervivencia?"

Fuente: Jenaro Villamil

Imagen principal: El Universal

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