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Calzada de los Poetas: el inadvertido pasaje de Chapultepec lleno de poesía

poetas

Un camino majestuoso, invadido por los versos más hermosos de la poesía mexicana.

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Hablar de la literatura mexicana resulta casi imposible sin hacer alusión a la poesía, y desde luego, a todos los artífices que con sus sublimes versos han logrado seducir a cualquier empedernido de las letras.

Constantemente escuchamos hablar de los grandes poetas mexicanos, y hasta recitamos acompasados las líneas más emblemáticas de su obra lírica. Pero aunado a este orgullo intangible que se apodera de los verdaderos amantes de la poesía, existe un lugar físico en la Ciudad de México donde conviven los poetas más entrañables de la historia literata de nuestro país.

Es un rincón un tanto escondido, dentro del mítico Bosque de Chapultepec, que solamente puede ser descrito como un lugar para perderse. Se llama la Calzada de los Poetas, y se sitúa en la orilla oeste del Lago Menor en la Primera Sección del bosque. A lo largo de este precioso camino, se erigen los bustos de los poetas más representativos del México del siglo XIX y XX.

Estas pequeñas esculturas, que se levantan encima de un pedestal, corrieron a cargo de los escultores Ernesto Tamariz, José Santiago León e Ignacio Asúnsolo.

Sin duda la calzada constituye una de las áreas más confortables, cautivadoras y pacíficas de todo el bosque. Caminar por este maravilloso pasaje es como adentrarse a la vida de cada uno de los poetas que adornan los costados del camino.

Lo mejor es que no solamente los rostros de estos poetas viven inmortalizados en la calzada. En ocasiones, los apasionados de sus poemas los visitan para leer en voz alta y hacia un público ávido, esos versos que llegan hasta el alma. Cada busto cuenta con una pequeña biografía de cada poeta, pero vale más la pena leer su obra para verdaderamente comprenderlos:

"El ave canta, aunque la rama cruja, porque conoce lo que son sus alas". – Salvador Díaz Mirón.

"Tú eres más mis ojos porque ves lo que en mis ojos llevo de tu vida". – Carlos Pellicer.

"En el bosque de amor, soy cazador furtivo; te acecho entre dormidos y tupidos follajes". – Ramón López Velarde.

"No hay remedio; saber callar es un principio de aprender, y el silencio es una buena tapadera de la poca instrucción". – Joaquín Fernández de Lizardi.

"Los poetas son como la alondra: ven la luz antes que los demás". – Manuel Gutiérrez Nájera.

"En un amante no hay risa que no se altere con llanto". – Sor Juana Inés de la Cruz.

"La nación más grande y más potente es débil si le falta la justicia". – Manuel José Othón.

"No hay enemigo peor que el que trae rostro de amigo". – Juan Ruiz de Alarcón.

"Que te hable de mí este libro, como de ti me habla todo". – Manuel Acuña.

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