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De cuando los españoles descubrieron el tabaco en América

tabaco

Esta famosa y adictiva planta, rápidamente se dio a conocer en todo el mundo.

 

El tabaco es una planta originaria de América y fue domesticada por las culturas precolombinas. En México se le otorgó un carácter divino y se utilizó principalmente para fines religiosos. Se obsequiaba a los dioses, era aprovechado por los sacerdotes y se ofrecía a los guerreros vencedores.

A raíz de la conquista española, la difusión del tabaco fue relativamente rápida. Un factor importante que favoreció su expansión fue que fue aceptado como medicina, tanto en Europa como en América. El interés por el conocimiento de sus usos y propiedades fue impresionante, y se propagó entre médicos, naturalistas y la gente en general. La nicotina, claramente adictiva, hizo que su consumo se difundiera en todos los estratos sociales.

Con el ascenso de la dinastía de los Borbones al trono español, se implantó una nueva política económica hacia las colonias americanas, y con ello se crearon estancos, mediante los cuales las autoridades reales impusieron control directo sobre algunas ramas productivas.

El tabaco ocupó un lugar principal, al ser un negocio con un crecimiento desorbitante y sin ningún control oficial. La corona española, siempre necesitada de recursos, vio en su monopolio del tabaco, tanto del reino como de sus colonias, una magnífica fuente de ingresos.

En la Nueva España, el estanco de esta planta se formalizó en 1764. Un visitador, como se les llamaba en esas épocas a los representantes reales que viajaban a las colonias, arribó en la capital con la misión de ejecutar la orden real que requería recoger todo el tabaco existente para organizar formalmente el monopolio real sobre el cultivo, procesamiento y comercialización de la planta.

Se estableció que sólo algunos territorios podrían dedicarse a la siembra y el lugar específico donde se ubicarían los almacenes y los sitios de fabricación de puros y cigarros. La condición que se les impuso a los productores que obtuvieran su licencia real fue que sólo podían vender el tabaco a la Administración de Renta del Tabaco, al precio que esta fijara. Todo el tráfico comercial no autorizado sería considerado contrabando.

La industria del tabaco se volvió una empresa muy redituable, sólo en 1772 se ganaron alrededor de 7,825,000 pesos y 8,251,574 en 1798, de los cuales poco más de la mitad se iban directamente a España. Debido al éxito que tuvo este negocio, el monopolio del cultivo se amplió a la manufactura y comercialización de puros y cigarros con la creación de la Real Fábrica de Puros y Cigarros de México, fundada en 1769 en la Lagunilla. Antes de esto, se vendía el tabaco seco o en polvo para que el consumidor liara sus propios cigarros.

El historiador Fernando Benítez dice; "a mediados del siglo XVIII México era una ciudad de fumadores. En cada calle había tres o cuatro cigarrerías ?casi no había lugar sin tiendas de cigarros y puros- y eran las únicas iluminadas con un candil ya que permanecían abiertas hasta las 9 o 10 de la noche."

A finales del siglo XIX, el tabaco mexicano ya era reconocido en el mercado internacional como uno de los más populares, especialmente en Europa, Estados Unidos y Sudamérica. Los principales destinos de los tabacos hechos aquí se encontraban en Alemania, Inglaterra y Francia, donde las marcas de los puros mexicanos eran muy populares.

 

El estanco del tabaco se dio por finalizado después de la consumación de la Independencia. Libre de trabas monopólicas, las formas productivas pasaron por situaciones muy heterogéneas. Una vez abolida la restricción, se diseminó la producción por toda la ciudad. Ya no sólo estaba permitida para contadas empresas, sino que cualquiera podía entrar al negocio.

Al finalizar el siglo XIX, la producción de tabaco se consolidó como una de las ramas más importantes de la economía. La ciudad de México concentró el 50% de lo producido en todo el país. Fue un gran negocio que aprovecharon los monarcas españoles y después los gobiernos independientes de todas las corrientes; conservadores o liberales, que se enriquecieron a base de la comercialización de esta famosa y adictiva planta.

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