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La historia de una de las primeras asesinas seriales de México

La Bejarano

Una de las mujeres más famosas y temidas del porfiriato.

 

Guadalupe Martínez de Bejarano fue una de las primeras asesinas seriales de las que se tiene registro en la historia del país. Aunque no se sabe mucho respecto de su vida privada, se tiene conocimiento que estuvo casada con un hombre de apellido Bejarano con el que tuvo un hijo y del que enviudó pronto.

Sus víctimas eran principalmente niñas y adolescentes huérfanas, a las que les ofrecía trabajo como empleadas domésticas, y una vez instaladas en su casa las torturaba y las mataba. Su primer crimen conocido fue el de Casimira Juárez, una joven a la que asesinó en 1887.

A pesar de sus crímenes, era difícil encontrarla culpable de asesinato porque ante la vista de sus vecinos, y de la sociedad, era un alma caritativa que adoptaba huérfanas para darles una segunda oportunidad en la vida.

Después de varios intentos fallidos por falta de pruebas, la policía logró detenerla, esta vez por el asesinato de dos hermanas: Guadalupe y Crescencia Pineda. Su juicio fue uno de los más famosos y sonados de la época.

Durante el caso, su hijo Aurelio fue llamado como testigo y la señaló como la autora de los asesinatos. Doña Guadalupe Martínez de Bejarano se defendió de dichas acusaciones echándole la culpa de todo a su descendiente, pero los jueces fallaron en su contra y le dieron diez años y ocho meses en prisión. Aurelio no quedó libre de culpas,  y se le impuso una condena de dos años por complicidad.

La sociedad pidió que se le sometiera a pena de muerte, pero sólo tuvo la condena mencionada anteriormente. Hay que tener en cuenta que en esta época era un hecho insólito ver a una mujer asesina y más de clase media alta por lo que a la ley le resultaba bastante difícil ejecutar una condena. Guadalupe fue recluida en la famosa Cárcel de Belén en la Ciudad de México.

Sus crímenes conmocionaron a la sociedad mexicana de ese entonces y los periódicos la bautizaron como "la temible Bejarano". Los habitantes de la capital mexicana, que estaban acostumbrados a despertar con el grito de los voceros que repartían la Gaceta Callejera, amanecieron una mañana con la voz a todo volumen de los pregoneros que gritaban por las calles "El crimen de la Bejarano", "la temible Bejarano", "la mujer verdugo".

La gaceta callejera era una publicación encargada de difundir noticias y tragedias en tono de nota roja. La gente estaba habituada a oír acerca de robos, asesinatos por riñas, pleitos de borrachos, etc., pero jamás habían escuchado acerca de una mujer asesina.

Su historia se volvió tan famosa que José Guadalupe Posada realizó varias ilustraciones sobre ella, inmortalizándola para toda la eternidad en sus grabados.

Además, en periódicos de la época se publicó un corrido que se hizo bastante famoso en honor a la Bejarano, hecho por el famoso escritor y editor Antonio Vanegas Arroyo.

Una de las estrofas dice así:

Con una crueldad atroz, la terrible Bejarano

ha cometido la infamia, el crimen más inhumano.

Iracunda martiriza aquellas carnes tan tiernas

con terribles quemaduras en los brazos y en las piernas.

Y a pesar que su maldad es digna de compasión,

por lo que debe sufrir encerrada en su prisión.

Y allá entra la negra sombra de su oscuro calabozo,

de la víctima inocente verá el espectro espantoso.

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