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Nostalgia Urbana: los voceadores de la ciudad

voceadores

Antes, los voceadores de noticias eran los verdaderos dueños de la mañana. 

 

Todas las mañanas, alrededor de los cruceros más transitados de la capital, hombres y mujeres se dan a la tarea de vender el diario del día. Lo hacen metiéndose entre los coches, vestidos en un traje de una sola pieza, cuyo color devela el periódico que están vendiendo.

Con un tono particular, estas personas únicamente gritan el nombre del diario. Pero hubo una época en la ciudad, en la que los vendedores eran más conocidos como voceadores.

El periodista Rafael Cardona los ha bautizado como "dueños de la mañana", pues verdaderamente eran ellos los quienes daban inicio al día, gritando por toda la ciudad las noticias más relevantes no solo del país, sino de todo el mundo. Y es que Héctor de Mauleón, en La ciudad que nos inventa, asegura que los voceadores conocían mejor al púbico que los propios periodistas.

Entre los géneros periodísticos que constituyen un diario, la noticia es quizá la más importante. Se trata de un hecho reciente, de suma relevancia para el lector que la descubre. Su curso comienza con la investigación, avanza con la redacción y culmina cuando llega hasta los ojos de la audiencia. Es aquí donde entraban los voceadores.

Si bien el primer periódico "oficial" de la Ciudad de México se fundó hasta 1722, cabe mencionar que desde el siglo XVI distintos impresos circulaban la Nueva España. Este suceso es, desde luego, coetáneo al nacimiento de los voceadores, aquellas personas que se encargaban de informar a la sociedad capitalina desde muy temprano en la mañana.

La Gazeta de México fue uno de los primeros diarios. Más tarde se fundaron los que hasta nuestros días prevalecen: El Universal, Milenio y Reforma.

Desde luego que el hecho noticioso es el protagonista, y el periodista es el artífice que lo hace posible. Pero lo cierto es, que sin los voceadores, difícilmente se hubieran podido vender las 385 mil copias del ejemplar que anunciaba la muerte de Pedro Infante en la década de los 50. Y qué decir del ?85, y los foto reportajes que narraban uno de los momentos más devastadores para la CDMX.

Muchos eran niños y jóvenes, que aprendían a vocear las noticias con el ejemplo de los grandes. No bastaba recitar el encabezado, los voceadores debían leerla completa y resumir en una frase (un tanto hiperbólica) lo más atractivo para lograr venderla.

Fue esta exageración, de hecho, lo que los hizo desaparecer. Engrandecían los crímenes, lo cual los calló por varios años. Solamente se les permitía gritar los títulos de las noticias. Su voz se fue disipando, y aunque hoy ya no escuchamos el "Extra, Extra", los voceadores se posicionan como uno de los gremios más antiguos, respetados e importantes de esta ciudad.

Fuente: Héctor de Mauleón, La ciudad que nos inventa.

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