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Orozco, Rivera y Siqueiros triunfan en los museos más importantes de Latinoamérica

Lima, Santiago y Buenos Aires reciben con orgullo la obra de los mexicanos.

 

Cuando hablamos de arte mexicano, es imposible no remitirnos a Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros. Gracias a su talento, estos tres muralistas cambiaron por siempre el curso de la pintura en nuestro país, y lograron inscribirse en el selecto grupo que integran sólo los más talentosos del planeta.

Desde el siglo pasado, la obra de estos tres grandes del muralismo mexicano ha representado en el mundo, de una manera simbólica, la profundidad y la hermosura de la cultura mexicana. En sus obras están los colores, los momentos y los paisajes que definen todo lo que es y todo lo que fue nuestro país en los primeros años del siglo XX.

Por todo lo anterior, hace un año se orquestó una exposición llamada: Orozco, Rivera, Siqueiros. Modernidad en México 1910-1966. Esta muestra reúne más de 70 piezas, entre grabado, pinturas y dibujos, que forman parte de la colección permanente del Museo Carrillo Gil, y que fueron realizados por estos tres genios mexicanos a la par de sus emblemáticos murales. De hecho, la exhibición contiene la dramática gráfica de Orozco, los retratos cubistas de Rivera y los cuadros políticos de Siqueiros.

Hasta ahora, la exhibición se ha presentado con gran éxito en el Museo Nacional de Bellas Artes de Chile, en el museo de Bellas Artes de Argentina y el 14 de marzo se inauguró exitosamente en el MALI, Museo de Arte de Lima donde se quedará hasta el 21 de mayo.

Según las palabras del curador Carlos Palacios, los objetivos de esta exposición son claros: promover el impecable legado del arte moderno de México y esclarecer la enorme influencia que tuvieron Siqueiros, Rivera y Orozco en los distintos movimientos artísticos que nacieron en Latinoamérica en el siglo XX.  

Cabe destacar, que la muestra ha cambiado según el país en el que se presenta. Por ejemplo, en Santiago se tituló: La exposición pendiente debido a que los acontecimientos políticos de 1973 impidieron que estos autores se presentaran en aquella década. Por lo que para los chilenos ver esta colección de cuadros mexicanos significó una especie de justicia histórica.

Por su parte, la muestra de Perú se planeó con otros tintes. En ella se retomó la vista que Siqueiros hizo a Lima en 1943, la relación de los peruanos con el arte mexicano y el recuerdo de una exposición de 1930 donde se presentó la obra de muchos pintores nacidos en México.

Sin duda, este proyecto es un hermoso y necesario homenaje a nuestro país. Sirve para que la gente de otras regiones sea testigo de todo el talento que ha habido y que hay en México. Pero también sirve para que los mexicanos valoremos lo que tenemos en casa y de vez en vez, nos demos una vuelta por el Museo Carrillo Gil.

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