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Sobre la rarámuri que ganó un maratón en falda y huaraches

raramuris

Lorena Ramírez corrió 50 kilómetros en 7 horas, sin indumentaria deportiva…

 

Entre las inmensidades de la majestuosa Sierra Tarahumara hay una comunidad prehispánica que se hace llamar rarámuri, palabra mágica que se traduce como "pies ligeros."  En honor a este ancestral nombre, y por las precarias condiciones del lugar en el que viven, este grupo de indígenas se han caracterizado por tener un par de piernas mágicas capaces de cruzar montañas en los climas más extremos, sin que nada los detenga.

Corren para sobrevivir, para cazar venados, para desafiar los obstáculos del camino, para sentir que vuelan y también para ganar maratones y vencer los prejuicios de las personas que piensan que para ser bueno en algún deporte se debe tener ropa cara y dietas diseñadas por especialistas.

En honor a lo anterior, y porque el amor por la velocidad vive en el corazón de nuestros antepasados precolombinos, la joven tarahumara María Lorena Ramírez de 22 años decidió participar en una competencia llamada Ultra Trail Cerro Rojo que todos los años se realiza en las montañas de Puebla.

A diferencia de las otras a 499 competidoras que participaron en este ultramaratón, esta joven lo hizo sin licras, ni tenis, ni un entrenamiento exhaustivo auspiciado por una marca o una aplicación. Lorena Ramírez corrió con sandalias, con una falda azul de florecitas, una botellita de agua y un pañuelo en el cuello.

Su indumentaria cotidiana fue suficiente para atravesar con astucia, voluntad y paciencia, 50 kilómetros en siete horas, un tiempo récord que le sirvió para dejar atrás a sus oponentes, quedar en primer lugar y llevarse al final de la jornada la codiciada medalla de oro, 6 mil pesos y el honor de demostrarle al mundo que la sabiduría de nuestras culturas antiguas conoce más la naturaleza de una zancada que miles de científicos intentando vender un par de zapatillas.

Cabe destacar que para llegar a Puebla y participar en este certamen Lorena Ramírez tardó dos días. Según comentó su hermano, su entrenamiento consistió en cuidar a los animales que hay en su comunidad, una tarea rigurosa que la obliga a caminar entre 10 y 15 kilómetros al día. Para mantenerse hidratada, la atleta consumía diario pinole y polvo de maíz con agua, dos recetas de los tarahumaras que ha pasado de generación en generación

Esta historia es la prueba del poder que la voluntad tiene en los deportes. La diferencia entre ganar o perder está en el pensamiento, pero también en la humildad, en la paciencia y en aceptar nuestros orígenes.

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