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Los días de Orson Wells en México…

Wells

Dolores del Río, Acapulco, un sastre mexicano y Don Quijote?

 

Orson Wells fue muchas cosas en su vida: actor de teatro, director de escena, mago, estrella radiofónica con voz apocalíptica, guionista talentoso, entusiasta de Shakespeare y según cientos de expertos en el séptimo arte alrededor del mundo, el mejor director de cine de la historia cuya película El ciudadano Kane desafió las reglas de Hollywood y se convirtió en la cinta más aplaudida de todos los tiempos.

Para muchos Orson Wells es simplemente una leyenda atemporal a la que vale la pena rendirle culto. Y es precisamente por el peso que tiene este este singular personaje en el mundo, que resulta interesante contar los pormenores de la relación que tuvo el artista con México.  

El primer contacto se suscitó gracias a Dolores del Río. Según lo reportaron las columnas de chismes de la época, ambas luminarias se conocieron en los años 30, en una de esas extravagantes fiestas que ofrecían los aristócratas estadounidenses. Él tenía sólo 24 años y era una joven promesa que había conquistado la radio gracias a su interpretación de la Guerra de los mundos. Ella era una actriz hermosa y mexicana de 34, que aunque estaba casada con el director de arte Cedric Gibbons, era el sueño de todos los hombres.

Bastaron un par de encuentros más para que la relación entre ambos se hiciera profunda. De acuerdo a los que los frecuentaban, Wells se enamoró tanto de la diva mexicana que escribió una película en honor a su belleza llamada Elena Mediana. El legendario Orson planeaba filmarla en la Ciudad de México, no obstante, el gobierno de nuestro país nunca le dio el permiso. Meses después la pareja terminó. Cuentan que ella se lo comunicó por telegrama y que él nunca contestó.

Tras este intenso vínculo con Dolores de Río, Orson Wells decidió, tal vez con la esperanza de encontrársela, filmar en Acapulco La dama de Shangai. El genio llegó al país en 1946 y se internó durante un mes en la que en ese entonces era la bahía más importante de América. El clima extremo hizo que la protagonista Rita Hayworth enfermera, que un extraño insecto picara al director y que la producción de la cinta se atrasara y encareciera. Se estrenó en País y la belleza de Caleta quedó inmortalizada por siempre.

En los años 50 la obsesión por México continuó y Wells decidió situar la trama de su segunda mejor película Touch of Evil en Tijuana. Los estudios no lo dejaron filmarla en la ciudad del norte, sin embargo, para darle verosimilitud a la trama contrató a un sastre mexicano que con esmero confeccionó los trajes de los personajes principales.

Finalmente, en 1955 el director convirtió un sueño en realidad e intentó llevar a la pantalla uno de sus libros favoritos: El Quijote de la Mancha. Para recrear esta fantasía onírica escogió Puebla, la Ciudad de México y algunos pueblos ubicados en el centro del país. Además, como protagonista de esta aventura, seleccionó al actor español (naturalizado mexicano) Francisco Regueira. Cuentan los que lo acompañaron en esta aventura que los diálogos los repasaban en el Hotel México ubicado en el corazón de esta urbe.

No cabe duda que Orson Wells amaba a México casi tanto como algún día adoró a Dolores del Río. Lo quería tanto que hasta se tomó el tiempo de inmortalizarlo y convertirlo en una parte muy importante de la historia del cine mundial.

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