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El día que Maximiliano durmió en una mesa de billar (su primera noche en CDMX)

Una historia singular sobre la primera noche de Maximiliano de Habsburgo en la Ciudad de México…

 

El 12 de junio de 1864, Maximiliano y Carlota de Habsburgo llegaron a la Ciudad de México para habitar lo que sería su nuevo hogar, el Palacio Imperial. Pero su recepción no fue precisamente lo que esperaban, y mucho menos lo fueron las condiciones de su nueva residencia en la capital mexicana.

Acostumbrados al lujo, la pareja había habitado el Castillo de Miramar en Italia, una espectacular edificación cuyos enormes ventanales veían al hermoso Mar Adriático. Fue a este palacio al que llegaría la Junta de Notables (la junta conservadora mexicana) a ofrecer un nuevo reino a esta pareja de nobles. Éstos aceptaron venir a México, y el 14 de abril de 1864 partieron del puerto italiano de Trieste, en medio de una emotiva despedida.

A su llegada al Puerto de Veracruz el 28 de mayo, los nobles de la Casa de Habsburgo no fueron recibidos como hubieran deseado, y enviaron de avanzada a su comitiva, en la que se encontraba su jardinero, Wilhen Knechtel. Cuando este hombre llegó al Palacio Imperial (hoy Palacio Nacional) notó que éste no estaba listo para recibir a Maximiliano y Carlota: techos, pisos y ventanas necesitaban reparaciones.

Tras una pomposa bienvenida a la Ciudad de México ?los archiduques fueron recibidos por los altos mandos de la Iglesia y las campanas de la Catedral Metropolitana resonaron con fuerza?, la pareja fue a dormir su primera noche en su nuevo hogar (lo que hoy es el Palacio Nacional), pero las chinches que vivían en su cama obligaron a Maximiliano a dormir, en su primera noche en su nuevo hogar, sobre una mesa de billar, mientras que Carlota durmió en un sillón.

Poco después, en el verano de 1864, los archiduques decidirían ir a vivir al hermoso palacio que coronaba el Cerro del Chapulín, lo que hoy conocemos como Castillo de Chapultepec (que había sido construido por el Virrey Bernardo de Gálvez entre 1785 y 1787), un lugar que, por cierto, también tuvo que ser reparado, redecorado y que fue bautizado como Miravalle (en contraposición con su residencia en triste).

Carlota y Maximiliano vivirían un total de dos años en aquel castillo; salieron de ahí en 1866 con una gran cantidad de historias que contar sobre su vida en México, una de ellas (que siempre inquietó al emperador): ¿cómo fue que en México los recibieron con gran lujo y celebración, pero no pudieron darles un lugar decente donde dormir? Quizá esto fue un indicio de las dificultades que les esperaban?

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