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Guillén de Lamaprt, el irlandés que quiso liberar a la Nueva España

guillen de lampart

Su plan era hacerse pasar por hijo de Felipe III de España para gobernar la colonia y liberar a los indígenas y mestizos.

 

Guillén de Lampart, también conocido como William Lamport, nació en Wexford, Irlanda en 1611. Tanto sus padres como sus abuelos eran católicos fanáticos, que se mostraban renuentes ante la ocupación inglesa protestante en Irlanda. Patrick, abuelo de Lampart, participó en la Batalla de Kinsale, y le comunicó a su nieto ideas patrióticas y conspiratorias.

Viajó a Londres para estudiar, sin embargo, fue condenado a muerte por compartir sus doctrinas en contra de la invasión inglesa a su país. Por este motivo, se vio obligado a dejar la escuela y huir por mar. En una de las tantas embarcaciones que abordó, participó en asaltos piratas. Pero este trabajo no duró mucho, pues decidió abandonar esta actividad para tocar tierra en La Coruña y cambiar su nombre a Guillén Lombardo.

Ingresó al ejército español, y en 1640 viajó a la Nueva España en el grupo del virrey Diego López Pacheco. Lampart siempre pensó que Felipe IV no había conquistado legítimamente este territorio, no obstante, escondía dichas opiniones porque tenía un plan para liberar al pueblo conformado por indígenas, mestizos y negros.  

Hacia 1642, Guillén pretendía falsificar algunos documentos para hacerse pasar por hijo de Felipe III, y así lograr ser virrey de la Corona Española en México. Erróneamente, el irlandés le contó su plan maestro al capitán Felipe Méndez, quien lo denunció ante la Inquisición el 26 de octubre de 1642.

Los tribunales del Santo Oficio, además de traición, lo condenaron por practicar hechicería y hacer un pacto con el diablo. Cuando fue momento de registrar su hogar, se encontraron varios textos opositores como la Propuesta al Rey Felipe IV para la liberación de Irlanda y la Proclama Insurreccional para la Nueva España.

Este último escrito proponía la emancipación de los indígenas y esclavos de la Nueva España, para que se separaran de Imperio y contaran con absoluta soberanía. Su ideología estaba fraguada en la experiencia propia, pues tomaba como ejemplo lo que había ocurrido en Irlanda: los ingleses llegaron para arrancarle a los nativos costumbres, tradiciones y religión. Así había sucedido también en el continente americano, los españoles habían despojado a los indígenas de todo lo que conocían, para imponer abruptamente una completa y nueva cultura.

Guillén de Lampart estuvo alrededor de ocho años en cautiverio. Afortunadamente, pudo huir de la cárcel inquisitorial, no sin antes ir a la Catedral para clavar un escrito titulado Pregón de los justos juicios de Dios, que castigue al que lo quitare.

Lo volvieron a apresar cuando iba de camino a Veracruz. Y pese a que sí intentó escapar de nuevo, fue enviado a la hoguera el 19 de noviembre de 1659. Es importante mencionar, que aunque la historia de Guillén de Lampart pase inadvertida por los libros de historia (o ni siquiera figure), se puede decir que el irlandés fue un antecedente y precursor importantísimo de las ideas libertadoras de la Nueva España.

Y estar tan cerca de las épocas patrias resulta especialmente adecuado para recordar a este relevante personaje, cuya estatua se encuentra dentro del mausoleo del Monumento a la Independencia, popularmente conocido como el Ángel. Ahí se erige, con las manos atadas hacia atrás, el irlandés que soñó con liberar a nuestro país.

Imagen: El País

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