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Sobre la historia del excéntrico Circo Orrín

La familia Orrín invirtió las ganancias del circo para crear la colonia Roma?

 

Durante el siglo XIX, el Circo Orrín de la Ciudad de México llegó a ser considerado como uno de los mejores a nivel internacional. Este colectivo lleno de gracia y colores llevaba el nombre de sus fundadores, los hermanos Orrín. Los fraternos provenían de una familia de cirqueros ingleses, que desde 1800 se les conocía por su actividad en las carpas.

En 1845 la familia se asentó en Nueva York, más tarde en San Francisco y de ahí se fueron a países como Chile, Argentina, Venezuela y Costa Rica. A México, llegaron los hermanos Orrín en 1872, para ofrecer espectáculos en el Teatro Hidalgo, recinto que hasta la fecha se erige en el Centro Histórico.

Fue hasta 1881 cuando los dueños optaron por abrir su propio circo, en la Plazuela del Seminario. Esta sede duró poco, pues una década después se mandó construir un edificio al estilo art nouveau en la Plaza Villamil para albergar al famoso Circo Orrín. Cabe mencionar, que este lugar destacó por ser uno de los primeros en usar luz eléctrica.

La fama del circo se debía a un personaje en particular. Richard Bell era un payaso canadiense que durante años convocó a los capitalinos para provocarles carcajadas. Cuenta la historia, que alguna vez Porfirio Díaz dijo que no dejaba votar a la población porque votarían por Ricardo Bell.

Durante más de 20 años el Circo Orrín ofreció espectáculos sin contratiempos ni cancelaciones para todos los citadinos. Es por esto que se le considera un hito importantísimo en la industria escénica del país, pues era un show que atraía a todas las clases sociales de la capital.

El circo era conocido por sus pantomimas, un género que representa historias a través de la mímica. Algunas de las que más gustaba entre el público eran Aladino, Una Noche en Pekín y La Cenicienta.

Otro innovador elemento que el Circo Orrín incluía en sus presentaciones eran los espectáculos acuáticos. Los hermanos Orrín mandaron traer una pileta desde Londres, para simular un lago. También se trajeron un tecnológico sistema que creaba una cascada iluminada por una luna artificial. Todo el complejo se adornaba con rocas, riscos y naturaleza para embelesar al público.

Desde luego también había acróbatas, elefantes que tocaban el piano, gimnastas estadounidenses, domadores de leones, trapecistas y entrenadores de monos y hasta chivos. Sin duda el Circo Orrín se convirtió en el preferido de todos los estados de México.

Lamentablemente, para 1906, los Orrín decidieron dedicarse a las bienes raíces. Así, invirtieron sus utilidades para crear la colonia Roma, topónimo que rendía homenaje a los famosos circos romanos. Cabe aclarar, que las calles de esta zona hacen referencia a los lugares que visitó este fabuloso circo. El lugar que albergaba las ocurrencias del circo fue demolido hace muchas décadas, no obstante, su memoria se ha inmortalizado en los rincones de una de las colonias más emblemáticas de la ciudad.

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