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¿Cómo podemos salvar al ajolote?

Si no cambiamos el rumbo, esta hermosa especie endémica se extinguirá en 10 años.

 

El ajolote es un emblema de la idiosincrasia mexicana. Se trata de un anfibio fascinante, que con su linda sonrisa y sus plumas rosas derriten el corazón de cualquier empedernido del reino animal. Cabe mencionar, que esta especie era enaltecida por los aztecas, y ha estado presente a lo largo de los siglos tanto en la literatura como en la pintura. Basta leer el cuento de Axolotl de Julio Cortázar o admirar el mural Agua, origen de la vida de Diego Rivera para comprender su relevancia.

Y es que son un ejemplo de regeneración sorprendente. Cuando un ajolote pierde una extremidad o aplasta su espina dorsal, puede regenerarse de manera admirable. En tan solo 40 días, sus células inmunes forman tejidos que se convierten en una nueva parte del cuerpo.

Este animalito es originario del Lago de Xochimilco, un sitio que más que ser un hogar, se ha vuelto en una amenaza para el ajolote. De primera instancia, el sistema de lagos es eutrófico. Esto quiere decir que la vida vegetal en pleno desarrollo mata a las especies endémicas, pues les quitan el oxígeno.

Otra amenaza es la tilapia asiática que fue introducida hace una década por el gobierno, con el objetivo de aumentar la seguridad alimenticia de las comunidades aledañas. Aunque fue una decisión bien intencionada, este pez reemplazó al ajolote como principal depredador. Actualmente, los pocos anfibios y huevecillos que sobreviven en el lago se esconden para no ser asesinados por la tilapia.

Por si fuera poco, la contaminación de la Ciudad de México también representa una problemática seria. Cuando hay fuertes tormentas, las alcantarillas de la ciudad se desbordan y liberan desechos en el lago de Xochimilco. Por desgracia, la piel del ajolote es muy vulnerable al amoniaco y otras toxinas que contienen los excrementos humanos.

Todo esto ha hecho que la población de ajolotes haya disminuido en un 90% y se encuentre en peligro crítico. Por esta razón, se han capturado algunos ejemplares para sanarlos y reproducirlos en cautiverio.

El problema con esta solución es que la producción cautiva no da cabida a la diversidad genética. Y es que el apareamiento entre especies similares es vital para que los ajolotes continúen viviendo, pues los ajolotes de laboratorio son más susceptibles a epidemias que los matan.

Además, no sirve de nada reproducirlos en cautiverio si no pueden ser depositados en su hábitat natural. Con esto en mente, nació Umbral Axochiatl, una organización que crea espacios en los canales para que funjan como refugio seguro del ajolote. Hace algunos años, liberaron algunos anfibios en zanjas lacustres, libres de depredadores y contaminación. Esto se hizo en la zona chinampera, y se planea hacer cada año.

Sin duda se trata de una genial solución, que necesita de mucha ayuda. Hay que sembrar especies vegetales en la zona, acondicionar el entorno natural y cuidar de los ajolotes. Lo cierto es que Xochimilco es mucho más que mariachi y trajineras, se trata del hogar de una de las especies más maravillosas de nuestro país.

Es nuestro deber como capitalinos ayudar a preservar la zona, informar a quienes no saben sobre el peligro que enfrentan los ajolotes y si se puede, ser voluntarios con las organizaciones que hacen todo para evitar su extinción. Si estás interesado en colaborar, ingresa aquí.

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