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Algunos cuentos mexicanos de desamor

“Fuimos un cuento breve que leeré mil veces”

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Aunque el cuento tiene múltiples acepciones, podríamos definirlo como un género literario que se caracteriza por narraciones breves que pueden ser reales o imaginarias, simples o complejas. Sin embargo, más allá de las definiciones (que usualmente no dicen mucho) es correcto decir que el cuento es  una de las formas más antiguas de la literatura. 

Apareció desde el inicio de los tiempos como una necesidad del ser humano de conocerse a sí mismo y de darle a conocer al mundo los pormenores de su existencia. La bendita manía de contar le ha permitido al hombre entender un instante y hacerlo eterno. Le ha dado el poder de la inmortalidad.

Quizá por eso los relatos escritos se llevan tan bien con el amor y sus misterios. Tal vez porque tienen el poder de ponerle palabras a los laberínticos e intrincados sentimientos que viven en cada persona. Los cuentos conocen las emociones, y las manipulan de tal manera que pueden lograr que un momento dure por siempre y un año sólo un minuto.

Es que las narraciones breves tienen el poder de darle miles de apodos a la serotonina que fluye por las venas cuando dos se encuentran y también cuando se desencuentran. Sólo la escritura sabe todo acerca de los corazones rotos y es perfecta para acompañar a las almas solitarias que pasara los días  con miedo de no volverse a enamorar.

Aunque el amor siempre ha sido un tema cautivador, a los escritores les interesan más los desaventurados y es por eso que en esta ocasión hemos juntado sólo cuentos con finales tristes. Una colección de relatos mexicanos dedicados a todos aquellos que viven en el universo de la desilusión. Esos seres que entienden la complejidad del adiós.

Paradójicamente, estos cuentos de autores mexicanos están dedicados a los verdaderos románticos.

Una tarde de agosto 

José Emilio Pacheco

De lunes a viernes el trabajo de tu madre te obliga a comer en casa de su hermano. Es hosco, te hace sentir intruso y exige un pago mensual por tus alimentos. Sin embargo, todo lo compensa la presencia de Julia. Tu prima estudia ciencias químicas, te ayuda en las meterías más difíciles de la secundaria, te presta discos. Es la única que te toma en cuenta , sin duda, por compasión a quien ve como el niño, el huérfano, el sin derecho a nada. Piensas: Julia no puede amarte. Nos separan seis años y el ser primos hermanos…

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La desconocida del mar 

Francisco Tario

El amor ha sometido a su alma, se extravía y confunde en aquel amor, y este amor, si no compartido, precisa al menos ser comunicado a alguien. ¿Comunicado? ¿A quién? Y resuelve escribir una carta, que terminaría asimismo por resultarle fatal. Es a una amiga, y termina así: "¡Soy feliz! ¡Feliz! ¿Te sorprende? Aunque no sepa determinar muy claramente en qué consiste la felicidad…

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Eva 

Juan José Arreola

Lo perdonó a él, perdonando a todos los hombres. Su mirada perdió resplandores, bajó los ojos como una madona. Su boca, endurecida antes por el desprecio, se hizo blanda y dulce como un fruto. Él sentía brotar de sus manos y de sus labios caricias mitológicas. Se acercó a Eva temblando y Eva no huyó.

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Mi vida con la ola 

Octavio Paz

“Se extendía frente a mí, infinita como el horizonte, hasta que yo también me hacia horizonte y silencio. Plena y sinuosa, me envolvía como una música o unos labios inmensos. Su presencia era un ir y venir de caricias, de rumores, de besos. Entraba en sus aguas, me ahogaba a medias y en un cerrar de ojos me encontraba arriba, en lo alto del vértigo, misteriosamente suspendido, para caer después como una piedra, y sentirme suavemente depositado en lo seco, como una pluma. Nada es comparable a dormir mecido en las aguas, si no es despertar golpeado por mil alegres látigos ligeros, por arremetidas que se retiran riendo.”

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Espejo retrovisor 

Juan Villoro

Había quienes decían que en realidad Roxana estaba enamorada de él, pero no se decidía a ser su novia porque aún no le cambiaba la voz.  En tercero de secundaria Felipe tenía la voz meliflua de una azafata que anuncia lo que uno tiene que hacer en el improbable caso de una descompresión de la cabina.

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