El primer descubrimiento arqueológico del año?
No cabe duda que la ardua y discreta labor de los arqueólogos de la Ciudad de México nunca termina. Prueba de ello, son los más recientes descubrimientos subterráneos que se han realizado en los últimos tiempos. Sólo el año pasado se encontraron: vasijas de oro, instrumentos prehispánicos, Juegos de Pelota y hasta turbios ejemplos de los sacrificios que realizaban los indígenas.
Cada tesoro arqueológico que se recupera es una valiosa pieza del gran rompecabezas que es nuestro pasado. Un pedazo de historia que nos permite indagar en las profundidades de todo lo que fue la civilización mexica o teotihuacana. Un fragmento de tiempo necesario para explicar: ¿Cómo fue el inicio de todas las cosas en este país? y ¿Cómo vivían y morían los primeros hombres?
Aunque la mayoría de las veces estos encuentros con la antigüedad se producen en el Centro Histórico y sus alrededores, en algunas afortunadas ocasiones aparecen rastros de lo que fuimos en otras delegaciones. Tal es el caso de Tlalpan, sitio en el que hace unos días especialistas del instituto Nacional de Antropología e Historia localizaron un espiral de huesos humanos entrelazadas en la muerte de hace 2,400 años.
El hallazgo se realizó gracias a una serie de excavaciones en la Universidad Pontífice de México. De acuerdo a los encargados de revisar esta parte de la ciudad, el éxito rotundo de este proyecto se debió a que un grupo grande investigadores exploraron este terreno durante cinco meses.
Hay que destacar que la zona de sur de la capital mexicana ha sido ampliamente estudiada desde hace dos décadas. Algunos especialistas llaman a este sitio: La Aldea de Tlalpan Preclásica; un espacio que está ubicado en la cima de la ladera de la calle Benito Juárez en el que se han encontrado restos físicos de una comunidad que aparentemente vivió ahí 700 años antes de Cristo.
Esta aldea ha arrojado datos valiosos para entender mejor las sociedades antiguas y cómo se edificaban sus casas y espacios públicos. Se sabe por ejemplo que muchos de los muros que conforman el recinto fueron hechos con piedras de río. También se sabe que en este mismo recinto prehispánico se realizaron numerosas inhumaciones y que cada una de ellas revela los rituales y las creencias que tenían los pueblos originarios.
Sin embargo, en el lugar no había existido un evento tan importante como el que ocurrió hace unos días. Para las arqueólogas del INAH, los numerosos restos humanos que estaban a un metro y medio bajo tierra abren nuevas líneas de investigación ya que, por la disposición de los esqueletos (unidos los unos con los otros) podría tratarse de un entierro masivo, el primero que se ha encontrado en la zona.
Aunque esta es la primera revelación del año, estamos seguros que 2018 nos mostrará nuevos y poderosos vestigios de lo que fuimos. Siempre es interesante observar con atención qué hay debajo del frágil y misterioso suelo de la Ciudad de México. Ese laberinto lleno de secretos asombrosos.