MXCity | Guía de la Ciudad de México

Ese instante en 1900 en el que los parisinos quisieron ser mexicanos

1900

"Una gran casa de México en Francia durante 1900 "

 

Hace más de un siglo el mundo entero participaba en una serie de muestras de gran envergadura que eran conocidas como: La Exposición Universal. Durante muchos años esta mega exhibición se realizó en distintas ciudades. El objetivo era enseñar en un mismo espacio: la tecnología, la arquitectura y la riqueza cultural que tenían los distintos países del planeta.

En La Exposición Universal se mostró el primer teléfono de la historia. Ahí también presentó Picasso su famoso Guernica. Además, gracias a esta enorme feria varias urbes construyeron sus monumentos arquitectónicos emblemáticos, como la Torre Eiffel, la Space Needle de Seattle y hasta unas partes de la Estatua de la Libertad.

Por su parte, México no se quedó fuera de la Exposición Universal, de hecho, su primera participación se remonta a 1867. En esa oportunidad se presentó: Palais Omnibis; un pequeño monumento que rendía homenaje a las ruinas de Xochicalco y en el que había una reproducción del Calendario Azteca.

Sin embargo, la participación más destacada de nuestro país en esta exposición se dio el 25 de mayo de 1900; una de las más importantes porque se organizó a la par de los  primero  Juegos Olímpicos del siglo XX. Como parte de la muestra, ese año se inauguró el Pabellón de México en la Feria Universal de París y para la ocasión los mexicanos crearon Neo-Azteca; un ambicioso proyecto que estuvo a cargo de los arquitectos: M.Anza y Antonio Penafiel. Estos dos artistas construyeron su obra en la orilla izquierda del emblemático Río Sena.

Hay que destacar que antes montar el pabellón de 1900, hubo en el país un inmenso debate respecto a cuál iba a ser el tema de la pieza. Algunos querían enseñar como siempre el lado prehispánico de nuestra historia. No obstante, para los más jóvenes ese tema estaba superado, ellos querían dar el mensaje que México era una nación tan moderna y desarrollada como cualquiera de Europa. A Porfirio Díaz le gustó más el segundo camino.

Quizá por lo anterior, la instalación consistió en un rectángulo de poco más de 40 metros cuadrados, diseñado al estilo neoclásico. En la fachada de este museo temporal se esculpieron relieves de bronce que representaban a distintas deidades mayas y aztecas como: Tlaloc o Centéotl y a una serie de héroes precolombinos como: Nezahualcóyotl o Cuauhtémoc.

Por otro lado, al interior del recinto se pusieron una serie de habitaciones que contenían en su mayoría productos mexicanos. Había un espacio para los licores, una muestra de semillas endémicas y un lugar especial para las pieles. Asimismo, estaban los planos de los que iba a ser el Ángel de la Independencia y una fotografía del Presidente Díaz en su caballo que actualmente se encuentra en el Castillo de Chapultepec.

Los colores, los olores y el aspecto general del pabellón mexicano llamaron gratamente la atención de los franceses. En seis meses este pedazo de nuestro país contó con la visita de dos millones de personas. Estaba tan bien puesto que recibió un total de 1088 premios, destacado 114 medallas de oro.

El Pabellón Mexicano fue tan imponente que muchos medios extranjeros le dedicaron una nota en sus periódicos. Según algunas crónicas, por aquellos días muchos parisinos se fascinaron con nuestro país. Tomaban tequila, comían  cacao mientras veían la bandera verde, blanca y roja en lo alto de un edificio. 

 

Fotos de Grandes  Casas de México 

Exit mobile version