Presas, plantas de bombeo, ríos y mantos acuíferos han abastecido de agua a las ciudades desde tiempos inmemorables, y a su vez, grandes proyectos hídricos han menoscabado la salud de los mantos naturales de agua en el planeta desde hace un siglo. Desde hace muchos años, en algunos países se ha prohibido la construcción de presas, por ejemplo, porque desvirtúan el curso de los ríos, inundan comunidades y son poco viables en comparación con otras opciones.
El agua de lluvia en lugares como la ciudad de México, por su altura, tiene una precipitación considerable, pero inexorablemente se desperdicia. Recordemos además que esta urbe está asentada sobre un lago que ineludiblemente busca llenarse; de ahí las comunes inundaciones.
En el DF, 70% del agua viene del acuífero del valle de México y esto ha hecho que la ciudad se hunda 1 metro cada 10 años; 30% del agua restante se bombea desde 200 kilómetros de distancia del Lerma-Cutzamala. Pero cada temporada de lluvias más de mil millones de m3 caen al drenaje; más de 90% del agua que cae en México es desperdiciada.
Enrique Lomnitz creó Isla Urbana, un proyecto que busca instalar contenedores, sobre todo en zonas marginadas de la ciudad de México, que podrían albergar agua hasta por 6 meses en cada hogar. Hasta ahora han instalado más de 1,700 sistemas ayudando a más de 12 mil personas. Ahora los miembros del proyecto están llenando con sistemas de captación la zona del Ajusco medio en Tlalpan.
Este proyecto invita a repensar el valor de un acto natural tan poético y orgánico como la lluvia, que quizá pasa desapercibida cuando en realidad es el principio de nosotros mismos. ¿Habías pensado en el beneficio colectivo de colocar un recolector de lluvia en tu casa? Quizá las ciudades, cada vez más, requerirán para subsistir de finalmente ínfimos esfuerzos individuales que mejoren la vida común, y por qué no: tal vez te conectes más con la naturaleza al pensar que en el momento en que llueve estás recolectando sustentabilidad para la ciudad.
