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UNAM desarrolla planta de trata de aguas residuales capaz de captar CO2

Atzintli significa agua en náhuatl, y es el nombre con el que los investigadores bautizaron a la planta.

 

Las aguas residuales son aquellas que se han visto afectadas negativamente por influencia doméstica, urbana y los residuos de líquidos industriales o mineros eliminados. Si no hay un tratamiento regulado o si este tipo de aguas se tratan de forman inadecuada, pueden generar severos problemas de contaminación. Es por eso que las aguas residuales requieren de todo un sistema de canalización, tratamiento y desalojo, como el que se lleva a cabo en las ciudades por medio de alcantarillas y plantas de tratamiento para su depuración.

Con el fin de mejorar la manera en que se gestiona y manipulan las aguas residuales, el Instituto de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), ubicada a un costado de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, estrenó una nueva planta que trata aguas residuales capaz de captar dióxido de carbono (CO2) única en el mundo, según afirmó Teresa Orta Ledesma, investigadora de la UNAM y responsable del proyecto.

La planta fue creada en colaboración con la Universidad de Newcastle, con el apoyo económico de la Newton Fund, del Consejo Británico y el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología. La planta utiliza microalgas originarias del Lago de Texcoco y cuenta con un sistema de ozonificación que garantizan la mayor eliminación de agentes patógenos que pudieran sobrevivir al procesamiento habitual que se da al líquido residual.

La planta que fue bautizada con el nombre de Atzintli, es única en el mundo y tiene un compuesto usualmente emitido en las plantas de tratamiento de aguas residuales y considerado un gas de efecto invernadero. En esa medida, el director del British Council, Kevin Mackenzie, subrayó que este proyecto es de gran interés para Gran Bretaña, ya que responde a las necesidades de los socios ofreciendo la oportunidad de colaborar internacionalmente e intercambiar conocimiento y experiencias.

Teresa Orta Ledesma, responsable del proyecto, indicó que el reto que sigue con la planta, es el lanzamiento de una nueva tecnología a escala mundial para la mejora del medio ambiente. Ya que de ser implementada esta planta en otros sitios, podría ayudar a tener agua disponible para su uso terciario. Asimismo, es posible disminuir el riesgo de contaminación de productos destinados al consumo como las hortalizas, por ejemplo, ya que el agua sería tratada de un modo más limpio y seguro. Debido al proceso de ozonificación que atraviesa el líquido residual estancado, disminuye la proliferación mosquitos que transmiten enfermedades como chikunguña o zika.

Otro beneficio es que además de agua limpia se obtiene, como subproducto, una biomasa con alto valor comercial para utilizarse en la producción de bioplásticos o biocombustibles, lo que implica que este tipo de instalaciones se pueden pagar prácticamente solas.

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