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Sobre el convento que converge con la zona arqueológica de Tlatelolco

Una hermosa yuxtaposición cultural se encuentra en esta zona emblemática de Tlatelolco.

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Tras la caída de Tenochtitlán, la creación de la Nueva España trajo consigo infinitos cambios culturales, desde sociales hasta arquitectónicos. Para no dar fin a las costumbres indígenas, las nomenclaturas de varios barrios alrededor de la ciudad adoptaron nombres fusionados. Es por este motivo, que actualmente existen lugares en la urbe como San Pedro Actopan, San Andrés Míxquic, Magdalena Atlitic, Santa María Tomatlán y Santa Cruz Acalpixca.

También ocurrió con diversos monumentos y edificaciones. Tal fue el caso del Antiguo Colegio de la Santa Cruz de Santiago Tlatelolco. Se trata de la primera institución de educación superior para los indígenas de todo el continente americano.

La construcción de este colegio – que en realidad es una iglesia ? data de 1521, justo después de la Conquista. Resultaba pertinente erigir templos en los terrenos que solían albergar centros ceremoniales indígenas, no sólo para aprovechar los cimientos sino por el significado y valor espiritual que otorgaba.

Durante la primera mitad del siglo XVI, el convento fungió como un espacio científico, donde principalmente se instruía sobre la medicina nahua. Asimismo, se impartían clases de ciencias políticas. Con éstas, se pretendía preparar a los hijos de los caciques.

El convento buscaba una integración entre la cultura indígena y española. Es por esto que algunos frailes, como Bernardino de Sahagún, se esmeraban por encontrar un balance sano de prácticas pertenecientes a ambos estilos de vida. Sucedió también con el espacio. Vestigios prehispánicos se mantenían incólumes en el suelo, mientras un edificio virreinal se erigía a unos cuantos metros.

Para el siglo XIX, el convento dejó de ser una escuela y pasó a ser utilizado como una prisión militar. Así fue hasta el siglo XX, y hasta 1976 fue que se renovó para albergar el Archivo Histórico de la Secretaría de Relaciones Exteriores.

Actualmente, esta zona es una de las más emblemáticas de toda la ciudad. Se le conoce como la Plaza de las Tres Culturas, ya que aquí yacen conjuntos arquitectónicos propios de las tres etapas que más caracterizan a esta bellísima ciudad.

Vemos en este predio la cultura prehispánica, previa a la llegada de los españoles. Prevalecen ruinas y pirámides del pueblo mexica. También se hace presente la época colonial, donde se levanta el icónico Colegio de Santiago. Y finalmente la cultura moderna, que se representa con la Torre de Tlatelolco, actualmente conocido como el Centro Cultural Tlatelolco.

Este eclecticismo es lo que le da identidad a la Ciudad de México. Aunque suene como un oxímoron, la capital es un lugar repleto de choques armoniosos. Y la arquitectura es una de las mayores responsables de esto, por ser un reflejo de nuestra realidad e idiosincrasia.

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