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Una hermosa colección de cuentos mexicanos para niños eternos

Pasar el 30 de abril leyendo.

Cada vez que alguien le lee un cuento a un niño  se genera un espacio íntimo de encuentro entre el lector y el que escucha.  Y es que cuando un papá, mamá, hermano o abuelo abren un libro y narran en voz alta las aventuras de un personaje, se inaugura un rito magnífico que ha estado en nuestro país desde hace décadas.

Compartir relatos en voz alta  es una estupenda manera de abrir la imaginación de los más pequeños. De mostrarles todo lo que es el mundo, de permitir que se contagien con la fantasía y de enseñarles de una manera correcta que la vida tiene sus encantos, pero también un gran puñado de desencantos. Con los libros se les puede mostrar que la frustración no es necesariamente mala, y que hay que tener una cierta resiliencia para sobrevivir los atropellos de la vida.

Y es por eso que a propósito del Día del niño, hemos recogido cinco cuentos de algunos de los escritores más emblemáticos de este país. Una breve colección de textos hechos por autores en los que subiste el espíritu infantil más encantador de la literatura mexicana.

Villoro, Hinojosa, Mansour y Riva Palacio, demuestran que el 30 de abril es el momento oportuno no sólo para regalar un libro, también para leerlo en voz alta.

La peor señora del mundo 

Francisco Hinojosa

Había una vez una señora que era la peor señora del mundo. Era gorda como un hipopótamo, fumaba puro y tenía dos colmillos puntiagudos y brillantes. Además, usaba botas de pico y tenía unas uñas grandes y losas con las que le gustaba rasguñar a la gente. A sus cinco hijos les pegaba cuando sacaban malas calificaciones en la escuela, y también cuando sacaban dieces. Los castigaba cuando se portaban bien y cuando se portaban mal. Les echaba jugo de limón en los ojos lo mismo si hacían travesuras que si le ayudaban a barrer la casa o a lavar los platos de la comida.

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La princesa y el sapo 

Vivian Mansour

El príncipe pudo haber sufrido un cruel final: ser devorado como ancas de rana en un restaurante francés o ser diseccionado en la clase de Biología de alguna escuela. Afortunadamente, no fue así: el príncipe, bajo la forma de sapo, descubrió que podía cantar bastante bien.

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Lunática 

Martha Riva Palacios

Por un lengüetazo de luna, una niña se convierte en niña-loba; corre, aúlla e intenta por todos sus medios a la luna alcanzar. En lunática se ha transformado aunque su padre de eso nada quiera saber "¡Eres una niña, no una loba!"

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*El libro sólo está en librerías.

La cancha de los deseos 

Juan Villoro

Las pasiones se desbordan en el estadio del Club Atlántida. La gente alienta con fervor a la selección nacional de futbol, en especial a Pancho, el delantero ídolo de las multitudes.

A pesar de todo el cariño de la afición, el equipo es muy malo y su clasificación al Mundial corre peligro. Arturo y su padre, un científico brillante e imaginativo, pondrán todo su empeño para que el magnetismo del público convierta a los jugadores en unos magos del balón.

*El libro sólo está en librerías.

El conejo en la luna 

Leyenda prehispánica.

Quetzalcóatl, el dios grande y bueno, se fue a viajar una vez por el mundo con figura de hombre. Como había caminado todo un día, a la caída de la tarde se sintió fatigado y con hambre. Siguió caminando, hasta que las estrellas comenzaron a brillar y la luna se asomó a la ventana de los cielos.

Entonces se sentó a la orilla del camino, para descansar, cuando vio a un conejito que había salido a cenar…

Para leer el cuento completo entra aquí 

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