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Múzquiz, un entrañable pueblo mágico al norte del país

Paleontología, senderismo, kayaks, lenguas originarias, comida deliciosa; todo esto forma parte del crisol cultural de Múzquiz, un lugar donde se siente el paso de los siglos.

 

La historia de Melchor Múzquiz comienza en 1737, cuando los españoles fundaron Santa Rosa María del Sacramento, un presidio construido para repeler los ataques de los indios que habitaban la región. Sin embargo, su nombre cambió en 1850, en honor al General Melchor de Ecay y Músquiz de Arrieta, originario del lugar y presidente interino de la República en 1832. Durante siglos, el pueblo ha sido punto de encuentro de diversas culturas, lo cual no ha hecho sino enriquecer su herencia cultural e histórica, posicionándolo como uno de los destinos turísticos más interesantes de Coahuila.

 

 

 

Imagen de: gob.mx

 

De hecho, en la zona hay dos comunidades indígenas: los kikapú y los mascogos. En cuanto a los primeros, son uno de los pueblos originarios del norte del país, y hablan la lengua del mismo nombre, la cual es la única lengua álgica que subsiste en México. Los mascogos son un grupo afromexicano, descendiente de aquellos quienes lograron escapar de la esclavitud que existía en Estados Unidos. Así que no te sorprendas si, caminando por las calles de Múzquiz, escuchas sonidos extraños para tus oídos: es su riqueza lingüística en toda su expresión.

En cuanto a los atractivos naturales, a las afueras hay bosques de cedros, encinos, oyameles y sabinos; estos últimos son el emblema de la región. En estos bosques se puede practicar senderismo, y también acampar. Además, no dejes de visitar las aguas del Río Sabinas, en las cuales se puede andar en kayak; también hay un manantial y una preciosa cascada que te dejarán unas buenas postales del viaje.

 

 

 

Para poner la cereza en el pastel, no podemos dejar de hablar de la comida. En Múzquiz hay múltiples manjares, al mejor estilo norteño, como la carne asada, el cabrito, el cortadillo de res, el chorizo machaca y una gran variedad de quesos. Tampoco te olvides de probar los helados, los dulces de nuez y piloncillo y los cacahuates fritos con ajo, la botana clásica del pueblo. Finalmente, para llevarte un recuerdo, visita las tiendas locales, donde ofrecen figuras de fluorita (un mineral muy colorido, compuesto de calcio y flúor).

 

 

 

 

Si no quieres viajar tan lejos, date una vuelta por Pinal de Amoles, en la Sierra Gorda de Querétaro.

 

*Imagen destacada de: gob.mx

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