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Entre muchas otras cosas, la CDMX es reconocida por sus parques. A pesar de ser una ciudad sumamente urbanizada, con concreto y pavimento por todos lados, también hay una gran cantidad de áreas verdes. Su presencia es invaluable: no solo son lugares que fomentan la cohesión social, como centros de paseo, juego y reunión, sino que también constituyen pequeños pulmones que son vitales para que el aire sea un poco más respirable. Dentro la colonia Hipódromo Condesa, uno de los parques más emblemáticos es el Parque México.
Imagen de: Wikimedia Commons
Es uno de los parques más bellos de la zona, gracias a su arquitectura y decoración art decó. Su elegante estilo copia muchas características de los jardines europeos, como los estanques, fuentes y paseos. Además, sus caminos no son rígidos y definidos, sino que siguen una forma elíptica, que serpentea entre las numerosas atracciones. Caminar en el Parque México es una experiencia relajante, energizante y muy placentera. Sin embargo, después de disfrutar de sus bondades, lo que más se antoja es una buena comida. Aquí una lista de los mejores restaurantes para visitar después de un largo paseo:
Imagen de: daikoku.mx
Uno de los mejores restaurantes de comida tradicional japonesa de la ciudad. Daikoku es ideal para los amantes de la cocina asiática. Su sushi es verdaderamente espectacular, y siempre lo puedes complementar con deliciosas kushiage, arroz gohan, calpis y sopas, como la clásica misoshiru. Además, cuentan con una panadería y una repostería que te harán agua la boca.
Dirección: Avenida Michoacán 25
Imagen de: maque.com.mx
El estilo de Maque es más cálido y hogareño, ya que es un negocio familiar especializado en todas aquellas delicias que van directo al corazón: panes salados y dulces, pasteles, galletas y café. Trabajan con los ingredientes de más alta calidad, seleccionados cuidadosamente, por lo que no es una sorpresa que su pan artesanal sea de los mejores de la ciudad. También ofrecen tamales y helados.
Dirección: Ozuluama 4
Imagen de: foodandtravel.mx
El Ocho, Café Recreativo, es un restaurante especializado en desayunos y brunches, así que, si eres tempranero, es el mejor lugar al que acudir antes de comenzar el día. Hay algo para todos los paladares: waffles o hot cakes con fruta, molletes, huevos preparados de todas las maneras imaginables, tortas de chilaquiles y otros antojitos, ensaladas sopas, pitas y bagels, entre muchas otras delicias.
Dirección: Avenida México 111
Imagen de: nonna.mx
Ahora presentamos una alternativa más lujosa, para los chefs de corazón. Nonna es un concepto de alta cocina, que fusiona la inmejorable técnica de la gastronomía italiana con una arquitectura y diseño contemporáneos y sumamente elegantes. Cenar en sus preciosas estancias es una experiencia íntima y memorable, enmarcada por las más finas pizzas, pastas, carnes, postres y demás delicias italianas.
Dirección: Amsterdam 240
Imagen de: foursquare.com
Nuestra lista no estaría completa sin unas buenas tortas, el inmejorable combustible de miles de capitalinos. Las Tortas Jardín están avaladas por más de cuarenta años de sabor y servicio impecables; sus consumidores siempre quedan bien satisfechos y contentos. Su pequeño y acogedor local, ideal para comer de pie, ofrece las suculentas hogazas de la Panificadora Ermita, rellenas de pierna de cerdo horneada in situ, salchicha, milanesa, chorizo…en fin, todo lo que uno espera de una torta hecha y derecha.
Dirección: Avenida México 123
Imagen de: azul.rest
Para finalizar nuestra lista de restaurantes imprescindibles alrededor del Parque México, te traemos Azul, un genial lugar de cocina tradicional mexicana. A lo largo de 14 años, sus chefs se han enfocado en traer a la luz los platillos no tan conocidos o poco distribuidos, pero igual de suculentos que los clásicos. Sorpréndete con sus exquisitos y exóticos guisos, como el pescado tikin xic, el salpicón de venado, el mole negro y el pipián blanco, entre muchos otros.
Dirección: Avenida Nuevo León 68
Desde 1935, dicen que en la sucursal de San Juan Letrán #42, la cola daba la vuelta a la esquina, casi que llegaba al metro. El Moro es la churrería consentida de la ciudad, y es que han sido, son y serán los mejores churros. Y no sólo eso, también el chocolate caliente , o unos moritos, una malteada o una minirosca, un consuelo; es que hasta las tortas ahí son buenas.
Dirección: Av. Michoacán 27, Hipódromo Condesa
Café Toscano tiene presencia en casi todos los corredores culinarios de moda, (Roma, Condesa, Polanco) pero sus inicios fueron modestos. El lugar comenzó con un pequeño espacio visitado por algunos residentes de la colonia Condesa, sirviendo una variedad de cafés con toque italiano —como su Café ILLY, la especialidad desde entonces que identifica a la casa.
Dirección: Av Michoacán 30A, Colonia Condesa.
Aquí algunas menciones notables, por si estas no te convencen: Matisse, Koku Condesa, Falafelito, Ono Poke House, Merotoro y Trattoria Giacovanni.
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*Imagen destacada de: Wikimedia Commons
Fotos: Fundación tortilla Con información de El País
Pueden existir tantas variedades de tortillas como variedades de maíz con sus combinaciones; incluso hay tortillas de harina, trigo y nopal y muchas otras posibilidades que difícilmente podría enumerar aquí. Además de que tenemos muchas alternativas, las tortillas son bastante sanas y muy ricas.
Asimismo, la tortilla es el producto de la nixtamalización, una de las técnicas sin el cuál la gastronomía mexicana, y la de varios países centroamericanos, no sería la misma. Desde los tiempos prehispánicos, el maíz y la nixtamalización nos han brindado un gran acceso diario a vitaminas, minerales y otros compuestos que necesita el cuerpo humano para tener un mejor funcionamiento.
Gracias a la globalización, el mundo ha conocido la nixtamalización, esa herencia 100% mexicana, haciendo que el consumo de tortilla se haya disparado a nivel mundial. A pesar de la dificultad de hacer tortillas fuera de México, en los últimos años, se ha visto un impresionante incremento en el consumo de tortilla de en el mundo, un aumento incluso que se da mucho entre los no hispanos que viven en Estados Unidos.
Esto gracias a que la tortilla permite la creación de una gran variedad de platillos, es versatil, accesible en todo momento y un producto muy noble: factores que contribuyen a la expansión de la industria de la tortilla a nivel global. Pero de entre todos los casos que se pueden mencionar, el consumo de tortilla mexicana de maíz en España es algo muy peculiar, a pesar de la dificultad de hacerla.
De hecho, en España, cada día hay más tortillerías en diversos barrios de las ciudades grandes, que llevan años experimentando con sus propios procesos de nixtamalización que preserven la tradición del maíz, agua y cal, con el fin de que brinde todos los beneficios. El ejemplo del restaurante vasco-latino Topa en San Sebastián, del cocinero Andoni Luis Aduriz, que nixtamaliza el maíz txakinarto de Vizcaya, de los pocos sin hibridarse.
Tiene una tortilladora manual y pequeña vasco-mexicana por las adaptaciones con la que produce 26 kilos semanales. En realidad, se están produciendo muchos tipos de tortillas con una técnica mexicana, pero con maíz orgánico, vascofrancés, holandés, levantino, gallego, norteño porque en realidad existen tortillas como existen cantidades de maíz.
Incluso, esto está ayudando a que muchos restaurantes comiencen a importar maíz latinoamericano, y sobre todo de agricultores en México. Otras de las particularidades es que la cal española tiene diferentes propiedades y purezas, que la cal en México, haciendo que el sabor y las propiedades, tiempo de cocción y procesos de nixtamalización tengan sus diferencias más o menos significativas.
Lo cierto, es que este proceso está haciendo que cada vez sean más países los que usan la nixtamalización, el comal y las máquinas para hacer variedades de tortillas, e incluso para hacer totopos, sopes, huaraches y todo lo que permita hacer el maíz con estas técnicas mexicanas. Asimismo, cada día crecen más las tortillerías con el método tradicional, con la intención de hacer producciones a gran escala. Esto también hace que las maquinas para hacer tortillas se comiencen a distribuir por todo el mundo, ya que es un invento 100% mexicano.
Según datos de El País, la tortillería Maíz Maya (Madrid), “trabaja con cooperativas en Valencia para sembrar nuestro maíz. Comenzó con 12 toneladas anuales y ahora produce 450 toneladas. Otro ejemplo es el del mexicano Roberto Ruiz, que inició con un proyecto de tortillas que producia 350 kilos por semana de tortilla, tostadas, huaraches, tlayudas, y que hoy en día hace 2.000 kilos que son consumidos casi en totalidad en España.
No solo es posible dar muchos otros ejemplos del ascenso de las tortillerías en España, pero también esto produce una serie de benéficas consecuencias: el aumento del consumo de la gastronomía mexicana, que se traduce en aumento de locales y empleos, de maquinaria, reparaciones intercambios culturales y, sobre todo, una de las mejores cosas que le puede pasar a la gastronomía mexicana: el intercambio y la mezcla de técnicas, productos y sabores de otras latitudes.
La Tortillería del Río (Madrid) elebaora hasta 2.200 kilos diarios de totopos y tortillas, que son empacadas manualmente al vacío para conservarse durante 18 días. Sus tortillas no usan aditivos y se exporta a Alemania, Francia e Italia. Lo mejor es que es una tortillería sin publicidad, solo con una página en internet que no ofrece venta, únicamente es informativa.
Esto es lo México podría exportar a todo el mundo, ya que hay unas 600 especialidades con maíz nixtamalizado, sin mencionar toda la gastronomía con insectos, y otras muchas técnicas prehispánicas que sin duda generan productos de gran calidad y con un proceso que resulta en platillos deliciosos. Así que no te sorprendas si viajas a otro país y encuentras tortillas mexicanas en cualquier barrio del mundo.
El tzoalli es la forma previa de la alegría de amaranto. Es una masa de semillas de amaranto que se une con miel de maguey, que en la época prehispánica se utilizaba para elaborar imágenes de las divinidades, como una ofrenda a sus dioses.
El tzoalli, sobre todo, se hacía para las fiestas dedicadas a Huitzilopochtli, en donde las mujeres elaboraban una figura del dios, a través de un proceso de amasado con amaranto. Es bastante probable que se usara el amaranto debido a su maleabilidad; pero no hay certeza completa de por qué específicamente se usaba la semilla para crear la forma de los cuerpos y huesos de los dioses.
Algunas fuentes han afirmado, que después de que las figuras de los dioses estaban hechas con tzoalli, se salpicaban con sangre durante la ceremonia; pero tampoco es posible saberlo con total seguridad. Lo que se sabe es que había personas dedicadas en hacer las imágenes sagradas y en otros lugares, eran hechos por gente común para conectarse con los dioses.
En realidad, las prácticas, rituales y aspectos centrales de la ceremonia y los dioses representados con tzoalli siguen siendo bastante complejos y hasta misteriosos. Esto no le gustaba nada a los españoles, muchos menos que hicieran representaciones de dioses no cristianos, rituales, ni que se transmitiera la idea de que los dioses podían ser ingeridos o bebidos, valga la ironía.
Así que tanto las prácticas, como la cosecha y cultivo de amaranto fue prohibido por los españoles, y durante mucho tiempo el amaranto fue considerado como una planta profana, ya que transformaba en carne a los dioses que al final eran consumidos para transmutar sus cualidades.
Samuel Villela
Fray Diego de Durán relata, en su crónica sobre la ofrenda de Huitzilopochtli sobre el tzoalli con miel. A partir de esa mezcla con base en amaranto y miel de avispa o maguey, hacían un gran ídolo a imagen del Dios, lo adornaban y vestían, y elaboraban huesos grandes que depositaban a los pies del ídolo. Además del tzoalli, ofrendaban “panes” como tortillas pequeñas; pasada la fiesta se los dividían para comer.
Seguramente debido a la prohibición de utilizar el amaranto para las fiestas, se dejó atrás esta práctica y se sustituyó por el “papalotlaxcalli” o pan de mariposa que era exclusivo de esta ceremonia, de acuerdo con el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI).
Las ofrendas consistían en “panes” de diversas figuras como mariposas o rayos (xonicuille) hechos a base de amaranto y “pan ázimo” que era un pan de maíz seco y tostado, llamado yotlaxcalli. Había otras ofrendas de tamales (xucuientlamatzoalli) y maíz tostado llamado Izquitil, y casi toda la ofrenda era de amaranto porque lo consideraban un alimento especial.
Pero como ya no era viable poner amaranto, lo más seguro es que se comenzaran a adornar los panes con huesos, a modo de ritual; de tal modo que poco a poco surge el pan en los altares mexicanos que hoy conocemos.
Samuel Villela
Así que cada 1 y 2 de noviembre, representamos a la muerte con su característica forma circular, que es alegoría del ciclo de la vida, y con las figuras que lo adornan con forma de hueso, con un círculo en la parte superior que simboliza un cráneo.
También se representa las lágrimas derramadas y, asimismo, su forma circular representa el ciclo vida-muerte.
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