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Maquech: la leyenda y joyería maya que provoca diversas conversaciones

Una joya y un amor, cerca del corazón y una forma de "maltrato animal".

 

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Cuzán, la joven con cabellos de golondrina era hija del rey Ahnú Dtundtunxcaán, el Gran Señor que se sumerge en el Cielo, un guerrero prominente que, al ver a su hija en edad de casarse, la prometió a Ek Chapat de la gran ciudad de Nan Chan.

Así como sin pedirlo fue comprometida, así sin esperarlo, se enamoró de Chalpol, un joven sin linaje que conoció un día que su padre, el gran guerrero le traía regalos de guerra a su hija que estaba por casarse.

 

 

Los amantes que en secreto se habían jurado no separarse fueron descubiertos por el rey quien mandó matar a Chalpol.

Conmovido por las súplicas de su hija pero fiel a su palabra de casarla, Ahnú Dtundtunxcaán le perdonó la vida a Chalpol mandándolo a convertir en escarabajo y entregándoselo a su hija. La princesa tomó al escarabajo recordando la promesa que había hecho, así que acudió con un joyero para que adornara al que ella llamó Maquech, que quiere decir "eres un hombre".

 

 

Cuzán puso la "joya" sobre su vestido a la altura de su corazón, amarrado con una hebra de sus largos cabellos y lo llevó ahí toda su vida. De esta leyenda maya fue tomada la idea de decorar con bisutería o joyas al zopherus chilensis, un escarabajo de coraza dura y que no vuela.

Suele medir entre dos y cuatro centímetros, es de color café y presenta puntos negros y amarillos brillantes.

 

 

No se sabe a ciencia cierta si lo mayas usaban al escarabajo como alhaja, los registros de su uso provienen del porfiriato, cuando fue el auge de la explotación henequenera en el siglo XIX que trajo riqueza y prosperidad a la región, donde las mujeres empezaron a utilizarlo como piezas de adorno que representaban un alto estatus social por estar llenos de joyería y oro.

Aunque esta especie de escarabajo tiene presencia en Guerrero, Chiapas, Morelos, Oaxaca, Venezuela y e inclusive en Colombia, es en Yucatán donde se les da este uso y es el municipio de Huhí donde se encuentra el mayor número de adornadores y recolectores, quienes aseguran que cada vez tiene que alejarse más de las poblaciones para encontrarlo.

 

 

Propiamente hablando la especie no se considera en peligro; no obstante, hay iniciativas que buscan el manejo y aprovechamiento sustentable del maquech ya que aún no se ha logrado su reproducción en cautiverio, donde puede llegar a vivir 5 años dependiendo del cuidado que le dé su dueño.

Se dice que los artesanos montan las piezas de joyería para permitirles su libre movimiento, lo que actualmente se cuestiona al considerar que el animal es maltratado al ser extraído de su hábitat y conservado sin los cuidados que necesita.

 

 

Actualmente, el maquech se sigue vendiendo en el mercado principal de Mérida y en otros comercios de artesanías en la zona del Centro Histórico, como el Bazar García Rejón y el Parque de Santa Ana.

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