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¿Cómo eran las fiestas de los habitantes de la CDMX en el siglo XVIII?

Un recorrido por las fiestas más importantes de la Nueva España en el siglo XVIII.

 

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En el siglo XVIII, el calendario festivo de la Iglesia marcaba el ritmo de vida de los habitantes de Nueva España. Un sin fin de fiestas religiosas eran guardadas celosamente por los vecinos de la ciudad que ponían toda su creatividad para adornar y preparar los platillos de cada celebración.

Una de las fiestas más importantes para la sociedad novohispana del siglo XVIII fue el Día de Muertos. En cada hogar se preparaba un gran banquete en honor de los difuntos. Se cocinaban aves, corderos y se compraban en los puestos de la Plaza Mayor el "pan de muerto", que era preparado exclusivamente por indias para dicho evento.

 

 

Para la celebración del Día de Muertos, se compraban flores y frutas para arreglar las ofrendas. Las familias visitaban los cementerios y por la noche se reunían para rezar por los difuntos. Al siguiente día los familiares disfrutaban de la comida de la ofrenda.

Otra de las celebraciones que era esperada por los habitantes de Nueva España en el siglo XVIII fue la Navidad, una fiesta que se caracterizaba por compartir los alimentos, especialmente postres y bizcochos que se acompañaban con chocolate. Los dulces no podían faltar en esta celebración que se podían conseguir en las tiendas y tabernas.

 

 

En Cuaresma, una de las celebraciones más importantes en el calendario de la Iglesia, se acostumbraba tomar los llamados "paseos", que se realizaban en los canales que iban desde el barrio de Jamaica hasta Ixtacalco. En el camino, podías observar muchos puestos de comida y de pulque, igualmente, un buen número de músicos se reunía para amenizar el viaje en la trajinera.

 

 

El Carnaval, celebrado días antes de la Cuaresma, fue otra fiesta que disfrutaban enormemente los novohispanos, pues, era un momento de excesos que eran tolerados por el Estado y la Iglesia, ya que servían como desahogo y garantizaba el control social el resto del año. La costumbre dictaba que, en esta fecha, las personas se arrojasen semillas comestibles, almendras, cebada y anises por la calle, además, se toleraba el consumo de algunas bebidas alcohólicas en la vía pública hasta altas horas de la noche.

 

Fuente: Gonzalbo Aizpuru, Pilar, Historia de la vida cotidiana en México III. El siglo XVIII: Entre tradición y cambio, México, FCE, 2005, pp. 592.

 

Autor: Nuevo Adicto

Foto destacada: Turismo Michoacán

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