Autor: Nuevo Adicto
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Una de las tabernas más visitadas y famosas de finales del siglo XIX fue el Salón Bach, ubicado, en la Avenida de San Francisco (hoy Madero). Su propietario Karl Bach, alemán de nacimiento, fue un hombre regordete, que le gustaba permanecer todo el tiempo en silencio. Además de ser el dueño, Karl era el cocinero y se presumía por toda la ciudad, que sus sándwiches eran los mejores de México.
que tal empezar la noche con una ESPECTACULAR #Sandwich de pollo #ALEMAN con una LONJA del mejor queso #HOLANDES pic.twitter.com/83828L2xoe
— FashionistaCoffeeBar (@CoffeeBarFc) July 2, 2014
En el mostrador, recibiendo las órdenes y sirviendo las cervezas podíamos encontrar a un viejo italiano que a todos les decía "vecino", muy amigo de los clientes. Los vinos y licores del Bach tenían la fama de no ser adulterados y sus precios estaban por debajo de la competencia, de ahí su gran fama.
La gran característica del Bach era su muy breve menú: El lunes se preparaba el goulash, platillo austriaco que se preparaba con carne de carnero y pimienta de Cayena. El martes, se cocinaba el bisteque hamburgués, la especialidad de la casa. El sábado por la noche era día de mole de guajolote con frijoles bayos. Diariamente se preparaban los famoso sándwiches, salchichas de Frankfurt y las deliciosas salchichas vienesas con crema de papa y arenques en salmuera.
I finally got to see my babi?ka after almost 8 month and she made me goulash. I'm not crying, you're crying. pic.twitter.com/0vdyTpYWSz
— Taps @ Tap House (@TappyToeClaws) March 13, 2021
El local era sencillo pero muy limpio, tenía bancos forrados de cuero que tenían un amplio respaldo, las mesas eran cuadrangulares con recubrimiento de mármol blanco, en general, seguía las costumbres germánicas.
La clientela era numerosa, se podían encontrar a los dueños y empleados de las ferreterías y casas de cambio que en su mayoría eran alemanes, igualmente, se reunía el gremio de las mercerías y ropa de origen francés y, por último, los mexicanos, que cuentan las crónicas, fueron los más escandalosos y bebedores del lugar.
#FeriaMedievalSoria #TabernaAlemana @chralonso pic.twitter.com/J4cJlHRUL1
— Trusgui (@trusgui) October 11, 2014
Podemos mencionar que el salón Bach fue el lugar de reunión de los poetas y literatos de la Ciudad de México para finales del siglo XIX, los llamados "Modernistas", diariamente se daban cita en el lugar para degustar una buena comida y tomar un buen tarro de cerveza oscura. Entre las figuras que frecuentaban el lugar podemos recordar a Jesús Valenzuela, José Juan Tablada, Julio Ruelas, Bernardo Couto, Alberto Leduc y Ciro B. Ceballos.
Celebrando el #Beercoles con una cerveza de la #terreta. @CervezaTyris #Marzen, ámbar oscuro, perfecto amargor, sabor dulce y poco aroma xa mi gusto ?. #FelizSemana #gocraftbeer ?????? pic.twitter.com/jzLOvhewAZ
— Beer69 (@jtorresmiret) October 21, 2020
Al transcurrir del tiempo el señor Bach vendió el establecimiento y los nuevos dueños cambiaron todo el concepto y poco después mudaron el lugar, pero conservando el famoso nombre de Salón Bach.
Fuente: Campos, Marco Antonio, Fue en Aquella Ciudad de México. Episodios y Crónicas del Siglo XIX, México, UNAM, 2011, pp. 410.
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El capulín crece de un árbol que desde Canadá llegó a habitar tierras mexicanas desde tiempos prehispánicos y aunque también se le encuentra en Guatemala, sólo aquí lo encuentras en forma de agua, tamal y hasta amuleto.
Pariente del durazno y la cereza por contar con una semilla grande, también se clasifica en la familia de las prunas, las ciruelas, estos frutos que van del rojo intenso al color púrpura y que no suelen tener mucha carnosidad.
El árbol del cual crecen es el capolcuahuitl (capolin, cerezo y cuahuitl, árbol) que alcanza alturas hasta de 15 metros en cuya copa nace una flor blanca que luego se convierte en el pequeño fruto negruzco ? rojizo que todos conocemos.
Este árbol suele crecer en climas cálidos ? húmedos, pero se adapta muy bien a los cálidos, es decir, se puede plantar desde Sonora hasta Chiapas, pero se cultiva principalmente en el Estado de México, Puebla, Veracruz, Jalisco y la CDMX.
En el pequeño tamaño del capulín se guarda una gran cantidad de vitaminas A, B y C, minerales y ácidos cítrico, málico y cianhídrico, que le dan un sabor agridulce y astringente que deja un regusto amargo que seca en la lengua.
Su sabor no lo hace muy popular pero su fácil digestión y cientos de aplicaciones gastronómicas le han dado mucha fama, porque sí, hay quienes se los comen crudos sin ningún problema, pero para los que no, hay muchas opciones.
Como nadie quiere perderse de una fuente tan económica y abundante de antioxidantes, el capulín existe en mermeladas, jaleas, jarabes, en licor y aún mejor ¡en capultamal! Un tamal que se elabora mezclando la pulpa con leche vainilla y canela.
En México se producen aproximadamente 227 toneladas de este pequeño fruto con una gran historia y actividad popular, en Morelos, Hidalgo y el Estado de México se usa en arreglos y amuletos para protegerse del mal.
Para tratar la tos, la diarrea y el dolor abdominal, se hace una infusión de la raíz y las hojas, el resultado se endulza con miel de abeja. Lo ideal es consumirlo crudo para aprovechar todos sus beneficios.
¿Dónde? Todo México, pero principalmente en los zona del centro
¿Cuándo? De mayo a agosto
¿Cuánto? Una bolsa de medio kilo puede costar entre $10 y $20 pesos
Foto destacada Criterio Hidalgo
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Desde la península de Yucatán pasando por Tabasco, Chiapas, Veracruz y hasta llegar a Oaxaca, el calor hace de las suyas en los turistas que sin saber tienen el mejor de los remedios al alcance de su mano y de todo tipo de bolsillos.
Para muchos es muy raro llegar al calor de Veracruz y ver a medio mundo tomando café, parece inverosímil, pero vaya que ayuda a bajar el bochorno, así pasa con el pozol una bebida que parece extraña pero que es deliciosa y levanta.
Del náhuatl tlapozonalli, hervido o espumoso, también es llamada hujc uy en zoque y k?eyen en maya, la antigua bebida que estaba reservada para las altas esferas de la sociedad se sigue haciendo hoy igual que antes, a base de maíz.
Al maíz nixtamalizado de le vuelve a cocer y a moler para obtener una pasta que se hará bolas de masa. En un vaso de agua fresca endulzada o con sal y chile se agregan estas bolas para que se deshagan y listo, ahí está el pozol en sus presentaciones, dulce y salado.
Muchos dicen que el pozol es como un atole frío, lo cual puede resultar extraño, pero no hay como probar para juzgar sobre todo porque hoy se puede encontrar mezclado con otros ingredientes y también dependiendo de la región con otros nombres.
En Tabasco, por ejemplo, existe el chorote que es esta bebida, pero con cacao. Pero también hay pozol con coco, o el pozol agrio que se envuelve en hoja de to para dejar fermentar, en Chiapas se elabora uno con hoja de guan.
El nambimbo es una fruta que crece en Chiapas y que se agrega antes de la masa, el cacao, piloncillo, sal y el chile; si este resulta muy extravagante no te pierdas el zapoyol, que se elabora con mamey y piloncillo rallado.
Con los años el pozol pasó al consumo de los hombres del campo que solían llevar su jícara o un cuenco de barro y las bolitas de maíz envueltas en hojas de plátano u otras hiervas para prepararlo en el campo cuando el cansancio empieza a sentirse.
Hoy se sigue sirviendo en cuencos o jícaras, pero su efecto y sabor lo llevaron a toda la población, incluso a los extranjeros que se animan más a probarlo como una bebida gourmet en restaurantes, aunque en realidad es una bebida de venta callejera.
¿Dónde? En mercados y puestos del sur de México
¿Cuándo? Todo el año
¿Cuánto? Entre $10 y $30 pesos
Foto destacada Instituto Gastronómico
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La sandía, la representación misma de la frescura, salió del desierto del Kalahari para llegar a España y luego arribar a la tierra azteca por ahí del siglo XVII, desde entonces, se ha consumido en México con singular alegría y hasta en su versión amarilla.
Algunos agricultores afirman que la sandía amarilla surge de manera natural. Una de las teorías es que se debe al tipo de mineralización de la tierra en la que siembra, otra es, que esta coloración se debe a una polinización natural que combinó propiedades de la calabaza y la sandía.
Tampoco se trata de una especie diferente a la roja, se trata sólo del cambio en su pigmentación a causa de la presencia de carotenoides durante el proceso de la fotosíntesis.
Y son precisamente los carotenoides los que le dan el color amarillo a la sandía, el pigmento que además indica otros cambios que no vemos a simple vista, por ejemplo, la alta concentración en citrulina, un aminoácido vasodilatador.
Así como su versión colorada, la sandía amarilla es muy buen para hidratarnos, pero ésta suculenta versión que dicen es más dulce, aporta muchos otros beneficios a nuestro organismo, como la alta cantidad de calcio.
Además de repetir las vitaminas A y C que tiene la sandía roja, pero con mayor concentración, también es aporta una generosa cantidad de hierro, que apoya la recuperación de la anemia y otras enfermedades.
Sus aminoácidos son ideales para combatir la hipertensión y la diabetes. Lo último que sabe de sus aportaciones a la salud es que los carotenoides previenen las enfermedades degenerativas de los ojos ¡cuántos hubiéramos querido saber esto antes!
Afortunadamente para nosotros la sandía amarilla se cultiva en México durante todo el año, pero tampoco es que sea fácil de conseguir. Si te mueres por probarla la puedes adquirir en línea o en la Central de Abastos por medio de sus servicios a distancia.
Dónde: Central de Abastos de la CDMX
Cuando: Todo el año
Cuánto: $99 pesos
Foto destacada Amifruit
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Originario de Etiopia, el café llegó a México durante el siglo XVIII por el puerto de Veracruz, hay quienes creen que proveniente de Cuba a finales del año 1700, desde entonces tomó un lugar importante en nuestra historia.
México es el primer productor mundial de café orgánico, los estados con mayor producción son Chiapas, Veracruz, Puebla, Oaxaca y Guerrero, pero en total hay 14 estado productores de un café que muchos ya quisieran.
Por ser un clásico que existe en todo el mundo, es muy difícil renovarlo o resignificarlo, pero no para las Adelitas, que durante la Revolución Mexicana le dieron otro nivel a una bebida que ya sola es muy aromática.
Las Adelitas o soldaderas participaron en el desarrollo de la Revolución Mexicana, incluso hicieron un llamado a las armas antes que le mismo Madero. Mujeres de todas las edades, acompañaban a los regimientos para hacer de soldados, enfermeras y abastecer de alimentos a los campamentos.
Los regimientos andaban para todos lados, viajando en caravanas, a caballo y a pie, cargar únicamente con lo necesario era una obligación y por supuesto, había artículos de cocina indispensables, como las ollas de barro.
De entre los alimentos, el indispensable era el café, que servía para avispar las mentes de hombres y niños, la leche suponía un lujo. Por las condiciones en las que viajaban el café lo cargaban en grano entero dando como resultado un café bastante insípido.
Bajo el ingenio de las adelitas el café se reinventó bajo el nombre que le da vida "café de olla" y que todavía hoy es un clásico de las reuniones familiares, de las frías mañanas de campamento o de las tardes de soledad en las que necesitamos conformarnos.
Originalmente el café de olla consiste en la infusión del grano del café con canela el cual se endulza con piloncillo, pero con el tiempo han surgido nuevas recetas que parten de los ingredientes básicos.
Para prepararlo se necesita una olla preferentemente de barro, en la cual se pone a hervir 1 litro de agua, cuando entra en ebullición se agrega una rajita de canela, 200 gramos de piloncillo y un clavo de olor, cuando el piloncillo se deshace por completo viene el café.
Aquí viene el truco. Si se agrega café muy molido se obtendrá una bebida amarga que dominará el olor y el sabor, el punto es agregar en paño o en un infusionador, café de molido tosco o para prensa francesa.
El fuego se apaga y se deja reposar 10 minutos, si quiere uno ponerse gourmet se puede agregar anís estrella y ralladura de naranja. De ser posible se sirve en tarro de barro y se acompaña tradicionalmente con algún pan o galleta para remojar.
Dónde: sobre todo en el centro del país
Cuando: todo el año
Cuánto: entre $12 y 15 $pesos por taza
Foto destacada El rincón de Sarita