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Datos fundamentales para comprender a Tláloc: la deidad del agua

Foto destacada: Supercurioso

Los dimes y diretes de Tláloc y cómo el agua le llegó a los mexicas.

 

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Tláloc (dios mexica de la lluvia y del relámpago), es uno de los dioses mexicas de la tierra, conocido por su facultad para dominar el agua y proveer el también llamado licor de la tierra que contribuía al crecimiento de los cultivos de maíz.

Los pueblos más antiguos ya sabían que el agua es muy importante para la vida, razón por la que encontramos en sus narraciones fundacionales más de un mito dedicado a ella. Tláloc, la deidad mexica del agua, es el protagonista de estas historias.

El agua junto con la tierra eran elementos importantísimos para los mexicas, relacionados el uno con el otro encontrando su muestra primordial en los cerros, los receptáculos del agua, el lugar donde se forman las nubes, la morada de Tláloc.

Se le invoca para agradecer su intervención cuando las cosechas eran exitosas en aquellas épocas donde la sequía se apoderaba de los campos. Para los aztecas este dios era el rey de los fenómenos atmosféricos y el espíritu de las montañas, así que su poder era digno de grandes honores y sacrificios tanto de animales como de seres humanos pues la comunidad dependía del buen desempeño de estos para la prosperidad de su agricultura.

Además se cuenta que Tláloc es el esposo de la diosa Chalchiuhtlicue a quien se reconoce como deidad del agua y del amor, la belleza y las aguas de ríos, lagos, tormentas, mares, protectora de los navegantes y patrona del bautismo.

 

 

Tal vínculo entre el cielo y la tierra lo tenemos precisamente con Tláloc, cuyo nombre significa "el terroso, el que está hecho de tierra, el que es la encarnación de la Tierra" ¿sabías eso? Como este hay otros datos que debemos conocer de una de las deidades mexicas más conocidas, aquí te contamos sobre él.

 

 

Creación de Tláloc

 

Tláloc es hijo de sus hermanos, Quetzalcóatl, Huitzilopochtli, Tlatlahuiqui (rojo) Tezcatlipoca y Yayauhqui (negro) Tezcatlipoca lo crearon junto a su esposa Chalchiuhtlicue para ser las deidades del agua.

Tláloc también fue creador, hizo a sus 4 pequeños ministros del agua, los tlaloques, quienes desde sus cantaros de barro dejan caer los 4 tipos de lluvia, aguas de lluvia, aguas malas, aguas que provocaban heladas y aguas que no dejaban crecer las semillas.

 

 

El hijo de Tláloc

 

 

Para los tlaxcaltecas, Tláloc primero estuvo con la bella Xochiquétzal, pero robada por Tezcatlipoca se quedó solo hasta encontrarse con Matlalcueye, la diosa del agua que los mexicas llamaban Chalchiuhtlicue y con quien tuvo a su hijo Tecuciztécatl.

Cuenta una leyenda que para formar los dos astros Quetzalcóatl arrojó a su hijo Nanáhuatl a la hoguera, donde se transformó en Sol y que Tláloc arrojó a Tecuciztécatl, quien se transformó en la Luna. En otras versiones Tecuciztécatl, antes de ser convertido en astro nocturno, se metió en la cueva de un cerro, espacio vinculado con Tláloc.

 

El Tlalocan

 

 

El paraíso de Tláloc, el Tlalocan se encuentra en la Luna, es el lugar de las muchas riquezas y la abundancia; a donde van a dar los muertos por un rayo, los ahogados, los leprosos, sarnosos, bubosos, los enfermos de gota y los hidrópicos.

Los Murales de Tepantitla muestran que el Tlalocan era u lugar para pasarla bien, juegos, deportes, aguas cristalinas para nadar y recitales de poesía eran las amenidades para los fallecidos en los brazos del agua.

 

Tamoachan

 

 

En el Tlalocan se encuentra el Tamoanchan, un árbol mítico que en otras versiones es un cerro y justo ahí vivía Xochiquetzal, la diosa del amor, y es que al parecer algunos códices indican que Tlaloc y la diosa crearon aquel fantástico lugar.

Se cuenta que en el Tlalocan la gente es muy feliz por eso siempre están cantando, esa fue una de las reglas de sus creadores para que la gente prefiriera morir en sus medios y no en otros y es también la razón por la que los nahoas (cultura teotihuacana) no quemaban a los muertos por agua.

 

 

Estos muertos eran enterrados con semillas de quelite en sus quijadas, con la frente pintada de azul y una rama en la mano que debían agitar al llegar al Tlalocan para mostrar el gusto de llegar ahí, donde es el eterno verano para que Tlaloc refresque el ambiente con suave lluvia.

 

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