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Siete años de cartas, 81 epístolas de uno de los mejores escritores de nuestro país, un genio que además fue un excelente editor y un apasionado ser humano. Juan Rulfo, como muchos otros grandes escritores se nos pierde entre su elevada grandeza olvidándonos que como seres humanos que fueron vivieron toda baja pasión y el más cursi momento, él no fue la excepción.
Una de las lecturas obligadas de la educación básica es El llano en Llamas y Pedro Páramo, obras que consagraron a Juan Rulfo como uno de los más grandes del siglo XX, el considerado un prodigio de la literatura también fue guionista, fotógrafo, padre y esposo.
Y quizá en este último punto es donde podemos encontrar la más fiel evidencia de que al final del cada día, todos somos personas susceptibles al dolor, a la enfermedad y a vivir el más profundo amor a una persona que primero desconocida se convierte en nuestra confidente de vida.
También puede ser que así, en ese remanso de humanidad, el enamoramiento, encontremos su apabullante ingenio, porque sí, Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno, nació en Apulco, Jalisco en 1918 y falleció en la CDMX en 1986, pero aún más que eso Juan fue el “muchacho” de Clara Aparicio.
Todas las historias de amor comienzan en algún punto y el romance de Rulfo con Clara Aparicio empezó en el Café Nápoles de Guadalajara, en aquel momento ella tenía 13 años y el ya escritor 24. Clara Angelina Aparicio Reyes contaría años después que su mamá la mandaba junto con sus hermanas a pasar la tarde fuera de casa para que los muchachos las vieran, y así fue, Juan Rulfo la vio, pero no cruzó palabra con ella.
Notarla fue solo el inició, el joven Juan comenzó a investigar a la señorita que se hacía acompañar de sus amigas y a las que muchas veces pagó las cuentas de la heladería desde el anonimato; se sabe que hasta se hizo pasar por empleado de la oficina de migraciones para acudir a su casa y obtener información. Después de aquellas cuentas pagadas y algunos obsequios del pretendiente misterioso, el padre de Clara le puso un alto.
Ya con el permiso de los padres y después de esperar 3 años, Juan Rulfo pudo empezar a cortejar a la joven clara. No mucho tiempo después el joven escritor tuvo que partir a la CDMX no sin antes escuchar que Clara Aparicio aceptaba ser su novia y así de octubre de 1944 a diciembre de 1950, los amantes intercambiaron cartas de confidencia que la viuda guardó como un tesoro y que años después se publicaron.
Juan y Clara se casaron en 1947, es decir, el intercambio epistolar no se trató de un afán de conquista, el escritor derramó en su esposa su fértil imaginación y excelsa capacidad de plasmar con letras el universo de su vida, del que ella participó hasta 1986, cuando Juan Rulfo dejó físicamente este mundo, pero nunca el corazón de su familia y sus lectores.
¿Qué decían las cartas? Aquí te dejamos algunos fragmentos para que como Clara Aparicio conozcas el lado B del gran escritor, empezando por el cliché de los clichés, donde la clásica respuesta a “¿Cuánto me quieres?” que es “de aquí a la luna y de regreso”, se queda opacado:
Por lo pronto, me puse a medir el tamaño de mi cariño y dio 685 kilómetros por la carretera. Es decir, de aquí a donde tú estás. Ahí se acabó, Y es que tú eres el principio y fin de todas las cosas.
Estuve leyendo hace rato a un tipo que se llama Walt Whitman y encontré una cosa que dice:
“El que camina un minuto sin amor,
Camina amortajado hacia su propio funeral.”
Y esto me hizo recordar que yo siempre anduve paseando mi amor por todas partes, hasta que te encontré a ti y te lo di enteramente.
Dices que te extrañó mucho que te haya escrito con mucha rapidez. Yo siempre te escribo muy rápido. Pero yo creo que a veces el correo no reparte aprisa las cartas y las deja dormir y por eso nos las recibes luego luego. De cualquier modo, a mí me gustaría poder llevártelas yo mismo o meterme adentro del sobre para asomarme y verte cada vez que te escribo. Eso es lo que yo quisiera.
Yo aquí no he ido al cine. El cine sin ti no sirve. No hay ni siquiera el gusto de llegar tarde y no encontrar asiento. Esos líos eran suaves y casi no más por eso valdría la pena volver allá.
Esta carta es hija de un coraje muy grande que me hicieron pasar ahora. Más tarde te contaré en qué consistió ese coraje. Pero lo que me hizo sentir es lo que te cuento. Y mi conclusión es que uno debe vivir en el lugar donde se encuentre uno más a gusto. La vida es corta y estamos mucho tiempo enterrados.
Espero que me regañes por escribirte quejidos en lugar de hablarte del amorque te tengo, pero es que la forma como me siento tenía que decírsela a alguien. Y tú naciste para que yo me confesara contigo. Quizá más tarde te cuente hasta mis pecados.
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Tlahuelpuchi es el equivalente a la palabra que designa a esas entidades sobrenaturales nahuas, específicamente del estado de Tlaxcala. Tlahuelpuchi es un ente femenino, aunque también hay tlahuelpuchis varones, que son el equivalente a a las brujas, es una mezcla entre hechicera y vampiresa, con la capacidad de convertirse en vapor, y que se alimentaba de sangre humana y animal, específicamente la sangre de niños.
Los mayas también tienen leyendas de brujas. El X´ Men es el brujo o la bruja, aunque también se usa para designar a los curanderos. Es el equivalente al personaje que en otras lenguas amerindias se denomina chamán o chamana. Entre los mayas de la península de Yucatán y Guatemala, se pronuncia shmen.
También existe el término xtab para referirse a una antigua diosa maya de la muerte. Xtab también se relaciona con la diosa del suicidio y esposa del dios de la muerte, Chamer o Ah Puch, en la mitología maya. Xtab es el nombre maya de una mujer mitológica, según constata el Códice de Dresde.
Xtab, también se relacionaba con la vida futura en el paraíso y los suicidas por ahorcamiento recibían su protección. En la tradición maya, se consideraba el suicidio como una manera extremadamente honorable de morir, a un nivel similar al de las víctimas humanas de sacrificios, guerreros caídos en batalla, mujeres muertas de parto, o sacerdotes.
Pero de todos los entes mayas, es el Uay o Huay que mejor representa la idea de bruja, hechicera. Este vocablo en idioma maya usado en el sureste de México para denominar fenómenos de encantamiento. Aunque también son conocidos con otros nombres, como nahual en el resto de México y en Guatemala.
Para los mayas antiguos, la palabra maya «uay» se usaba para referirse a un animal – real o quimérico – que compartía su esencia con cada persona; una especie de “espíritu acompañante”. En su acepción original, el uay podía también ser un objeto o fenómeno (estrella, fuego, cometa, arco iris) o una combinación de todos los elementos anteriores.
Se dice que “uay” es una palabra que está relacionada con el sueño o la transfiguración mística. Pero después de la conquista, la demonización de las antiguas creencias mayas dio como resultado que el uay pasara a ser visto como algo relacionado con la brujería y la magia negra.
El Uay chivo, Way chivo o Huay chivo es el término con el que la población de Yucatán se refiere al personaje central de una leyenda que es parte de los mitos y de las creencias mágico-fantásticas de las comunidades mayas de la península de Yucatán.
Se dice que es un ente de color negro, enormes cuernos y ojos muy brillantes. Su objetivo es asustar a las personas con su apariencia fantasmagórica. Su costumbre es embestir violentamente a quienes se cruzan en su camino cuando cae la noche.
La idea popular es que hay personas demonizadas que son capaces de convertirse en chivo para atemorizar y presionar a la población en busca de algún fin determinado, normalmente malévolo. La tradición oral de los pueblos en Yucatán hace de estos seres sobrenaturales personajes de historias de toda laya, que involucran a gente del lugar y se refieren a eventos que conciernen a la propia comunidad.
Se cree que el Huay Chivo se alimenta de las gallinas y el ganado de los pobladores y que habita en los más recónditos y lugares oscuros, como en los bosques y montes; sobre todo de la región de Yucatán.
También se dice que este brujo pueda obtener la habilidad de transformarse es necesario que realice un rito oscuro, en el que ofrezca precisamente un chivo, después de una serie de procedimientos, el brujo se convierte en mitad hombre, mitad animal, con esta forma sale a asustar y matar animales. ¿Alguna vez te has encontrado con este ser?
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El Museo Nacional de Historia es uno de los destinos imprescindibles en la CDMX, ya que cuenta con hermosas salas de exhibición que muestran hermosas pinturas, banderas, documentos, armas, muebles e indumentaria, que han logrado preservarse de un modo increíble a lo largo de mucho tiempo.
Además, es uno de los lugares más especiales, en cuanto a historia de México, ya que preserva objetos representativos de cuatro siglos del devenir de nuestro país; que van desde la invasión de Tenochtitlan en 1521, pasando por el imperio mexicano, la independencia y Revolución Mexicana, en la segunda década del siglo XX.
Además, no hay duda que este museo es una construcción de un asombroso valor simbólico para los mexicanos. Su construcción inició en 1785, durante el gobierno del virrey de la Nueva España, Bernardo de Gálvez.
Originalmente, se creó para ser una casa de descanso; sin embargo, a través del tiempo ha tenido varios usos: fue colegio militar, residencia imperial con Maximiliano y Carlota (1864-1867), residencia presidencial y, desde 1944 abrió como sede del Museo Nacional de Historia.
Con el fin de celebrar los 79 años del Museo Nacional de Historia, la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), ha preparado una serie de actividades culturales para todo el público.
Entre las actividades destacadas está:
27 de septiembre
Recorrido guiado por el Alcázar, a cargo del Área de Servicios Educativos, en grupos de 40 personas. 17:00, 17:15, 18:00 y 18:15 horas.
Danza folclórica del Ballet de la Universidad Nacional Autónoma de México, en el patio de eventos, a las 17:30 horas; cupo para 150 personas.
Concierto “Dicen que por las noches… Cucurrucucú paloma”, homenaje al compositor Tomás Méndez, con María Elena Leal, Rosy Arango y José Antonio Hernández, en el patio de eventos, a las 19: horas. Cupo para 250 personas.
28 de septiembre
Coro de Trombones del Conservatorio Nacional de Música; Patio del Alcázar, 19:00 horas. Música de Johann Sebastian Bach, Franz Joseph Haydn, Giovanni Gabrieli, Franz Schubert, Jean Sibelius, Georg Philip Telemann, Felix Mendelssohn y Modest Moussorgski.
Charla virtual “Crónica musical, a 200 años de Agustín de Iturbide”, por el perfil en Facebook del museo, a las 19:00 horas. Aquí
Ciclo “Sabores musicales con café, Sopromusic en el Museo Nacional de Historia”, el invitado es el historiador Joaquín E. Espinosa, y conduce el pianista Juan Ramón Sandoval.
29 de septiembre
Ópera El Rajah, Colectivo Artístico AcercARTE, en el Patio del Alcázar, 19:00 horas.
30 de septiembre
Big Band Infantil y Juvenil de México, Patio del Alcázar, a las 19:00 horas.
Dónde: Primera Sección del Bosque de Chapultepec s/n San Miguel Chapultepec, CDMX.
Cuándo: Diversos horarios
Entrada libre a las actividades, cupo limitado.
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