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La Condesa de Malibrán, una leyenda oscura de bajas pasiones

Foto destacada: Edel armas

La leyenda de la Condesa de Malibrán parece haber sido desentrañada.

 

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Uno de los puertos más antiguos de México fue escenario de una leyenda de lascivia y locura: La condesa de Malibrán. La persona que da título a una narración que busca explicar los alaridos y ruidos que los vecinos de la casa de la mujer en cuestión, escuchan asustados desde mediados del siglo XIX con diferentes versiones, una que otra variante pero que narra básicamente lo mismo: la historia de una misteriosa mujer.

 

 

La leyenda de la condesa de Malibrán

 

 

Nadie sabe cuándo, pero al puerto de Veracruz llegó de un barco una hermosa mujer extranjera que recién estaba casada con un conde de la corona española que había decidido radicar en México a conveniencia de sus negocios los cuales lo mantenían en constantes viajes, razón por la que la condesa de Malibrán pasaba mucho tiempo sola.

Los rumores callejeros no tardaron en escucharse ante las irregularidades que los vecinos presenciaban dentro y fuera de la casa de la solitaria condesa; grandes fiestas eran celebradas en la casona a las que acudían las personalidades más adineradas de Veracruz quienes observaban entre los invitados a algún jovencito solitario y desconocido, nunca el mismo, al principio a nadie daba importancia a estos jóvenes bien vestidos.

 

 

En el puerto comenzó a ser más frecuente la desaparición de marineros y jóvenes extranjeros que no llegaban a sus destinos. Las grandes fiestas se celebraban en ausencia del conde quien pasados algunos años no lograba concebir un hijo con su mujer, razón por la que la condesa empezaba a visitar a una bruja que vivía en la zona más fangosa cercana al puerto.

Los lugareños contaban que la condesa de Malibrán aprendía brujería de la anciana a la que además solicitaba constante ayuda para embarazarse, y así fue, la mujer dio a luz un niño deforme cuyo aspecto no cambió ni con toda la brujería, de tal suerte que su madre no lo quería así que lo dejaba a cargo de sus criados.

 

 

A unas semanas de dar a luz, el conde regresó a su casa después de una larga ausencia, al entrar encontró a uno de sus criados cargando al bebé que era considerado una monstruosidad, cuando pidió razón de la criatura escuchó la verdad, misma que lo hizo correr a sus aposentos para solicitar de su esposa una explicación, ella no estaba sola.

En su habitación, la condesa de Malibrán se encontraba con uno de sus jóvenes amantes, ambos murieron al calor de la espada del conde que iracundo y herido, pidió a los sirvientes arrojar los cuerpos de los amantes y al mismo niño al foso lleno de lagartos que se encontraba al fondo de la propiedad, pero nadie quería hacerlo, todos temían siquiera acercarse.

 

 

Sólo uno de los sirvientes pudo explica que la condesa de Malibrán mataba con sus propias manos a sus amantes para luego bañarse en su sangre, los cuerpos eran arrojados al foso para desaparecer toda evidencia de aquellos incautos jóvenes, al escuchar las atrocidades que había cometido su mujer, el sirviente ayudo al conde a llevar los cuerpos al foso.

Desde ese momento el conde enloqueció, se le veía vagar por las calles gritando "¡justicia, justicia! ¡que muera la Condesa de Malibrán!"; los vecinos que rodean la casa escuchaban lamentos, quejidos y veían por la propiedad y las ventanas la silueta de una mujer muy bien vestida.

 

 

¿Quién fue la condesa de Malibrán?

 

Periodistas y otros investigadores de la historia se han dado a la tarea de indagar para saber la verdad de la leyenda de la condesa de Malibrán, encontrando datos y verdades interesantes y esclarecedoras, como la ubicación de dicha casa donde se cometieron tantas atrocidades que dicen se ubica entre las calles Lafragua y Malibrán.

Al parecer el nombre de la leyenda fue tomado de su ubicación ya que dicha casa se encontraba en un rancho llamado Malibrán, incluso dicen que así se llamaba el actual Panteón Particular Veracruzano alrededor del año 1895, ya para esos días se tenía registrada la casa más cercana del panteón y que estaba dentro del rancho que para 1820 ya estaba en ruinas, lo cual desmiente al menos el tiempo en el que dicen se desarrolló la historia.

 

 

Algunas versiones de la historia relatan que en la mansión de la condesa de Malibrán sólo laboraba un esclavo negro, que la bruja vivía en el pantano en una casa que tenía en su entrada la cabeza de un ídolo negro que tenía un solo ojo y una arracada en el labio inferior, el bebé que había tenido la protagonista de la leyenda era negro y de un solo ojo.

Coincide con estas versiones la abolición de la esclavitud en México y que para esos días los hombres no portaban espadas, ni siquiera los militares. La identidad de la mujer que cometió aquellos asesinatos es también incierta, pero se dice que se trató de Beatriz del Real y Herrera, hija del capitán Gonzalo del Real y doña Anna de Herrera y sacada con don Miguel Lasso de la Vega, padre, con quien tuvo un hijo, un Miguel Lasso de la Vega y Brito.

 

 

El matrimonio de Beatriz del Real y Herrera se ubicó en los registros religiosos entre los años 1756 y 1774; es decir, Beatriz del Real y Herrera no era señora de aquella propiedad, fue su hermana Magdalena quien se casó con el francés Juan Malibrán Bosquez. Y aunque Beatriz no era Malibrán, sí pudo haber poseído un título ya que su esposo era caballero de la Orden de Santiago, diputado y alcalde, pero condesa no fue.

Se dice que en los túneles que se encuentran debajo de la casa del antiguo rancho, los cuerpos de aquellos jóvenes eran enterrados para que al subir las aguas los cuerpos no salieran flotando, crímenes que o no sucedieron o nadie los conoció porque al morir, Beatriz fue enterrada bajo las escalinatas de la entrada principal de la iglesia del Señor del Buen Viaje.

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