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Guilá Naquitz, la cueva que dio la clave para la domesticación del maíz

Foto destacada: INAH

Guilá Naquitz fue el primer sitio de excavación con técnicas de muestreo ambiental y ecológico.

 

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Guilá Naquitz es reconocido por sus descubrimientos revolucionarios en la comprensión de la domesticación de plantas y en particular del maíz, además de ser es uno de los sitios arqueológicos más importantes de América. Este sitio fue excavado en 1970 por el arqueólogo Kent V. Flannery, utilizando métodos pioneros de muestreo ambiental y ecológico.

Los resultados de esas técnicas de muestreo en Guilá Naquitz y otras excavaciones que siguieron reescribieron lo que los arqueólogos habían entendido previamente sobre el momento de la domesticación de las plantas.

 

 

Este sitio fue ocupado por cazadores-recolectores entre 8000 y 6500 a. C. Es notable por la evidencia de teocintle, la planta que originó del maíz y el sitio que hizo posible la domesticación del maíz y el nacimiento de la forma de vida de Mesoamérica.

Esta cueva se encuentra en el valle de Tehuacán de Oaxaca, a unos 5 kilómetros al noroeste de Mitla. La boca de la cueva se abre cerca de la base de un gran acantilado a 300 metros por encima del suelo.

 

 

 

En las décadas de 1950 y 1960 fueron encontrados cultivos domésticos de maíz, calabaza y frijoles, dentro de depósitos de cinco cuevas del país; pero la cueva que causó más impacto fue Guilá Naquitz, debido a las fechas que dieron los resultados de las pruebas de radiocarbono de hace casi 10,000 años, y para el momento en que se descubrió, esa era una fecha asombrosamente temprana.

 

 

Evidencia de diversas plantas

 

 

La evidencia de alimentos vegetales que se recuperaron en los depósitos de Guilá Naquitz incluyó bellotas, piñones, frutos de cactus, almeces, vainas de mezquite y, formas silvestres de calabaza, maíz y frijol. Todas esas plantas serían domesticadas en unas pocas generaciones además de haber encontrado restos de chiles, amaranto, y agave.

 

 

Asimismo, se encontraron tres tipos de teocintles que databan de 5,400 años atrás, ya que las cuevas fueron el hogar de diferentes grupos humanos. Esto fue lo que dio inicio a la formación de los primeros asentamientos humanos. Este hallazgo fue crucial para comprender el origen de la agricultura y la domesticación de las plantas que son la base de nuestra alimentación. La domesticación transformó la cultura y diferentes aspectos de la biología del ser humano, iniciando el camino hacia nuestro modo de vida moderno.

 

 

El hallazgo de restos de semillas y fragmentos de calabazas en Guilá Naquitz, permitió determinar que esta fruta fue la primera especie domesticada en nuestro continente, incluso varios miles de años antes que el maíz y el frijol. En esa cueva se encontraron restos de Cucurbita pepo de 8,000 a.C.

Por esta razón la fama de las cuevas ha llegado incluso a nivel mundial: la cueva Guilá Naquitz, en conjunto con algunas otras cuevas en las inmediaciones de Mitla y Yagul, han sido incluidas en la categoría de Paisaje Cultural, dentro de la lista de patrimonios de la humanidad de la UNESCO desde 2010.

 

 

México y la domesticación de la Calabaza

 

 

La domesticación de la calabaza tomó unos 6 mil años, y tuvo que pasar todavía más tiempo para que los primeros asentamientos humanos se formaran. La dieta de estos asentamientos dependía del cultivo de diversas especies domesticadas. Hoy en día en México existen alrededor de 200 especies nativas en estado avanzado de domesticación, incluyendo algunas especies de plantas de importancia mundial tales como la calabaza, maíz, jitomate, frijol, chile, cacao, agaves, entre muchas otras.

Esta cueva permitió encontrar la forma en que las calabazas se han cultivado en casi todas las regiones agrícolas de México bajo el sistema tradicional de la milpa, y como consecuencia de ello los agricultores han logrado desarrollar una elevada diversidad genética. Por esta razón México también es reconocido como el centro de origen, domesticación y diversidad de calabazas.

 

 

Como consecuencia de este manejo ancestral existe una gran cantidad de razas y variedades nativas de calabaza, que son nombradas de forma diferente de acuerdo al país o a la región de la que provienen: calabaza de castilla, de casco duro, calabacitas, arotas, criollas, mixtas, tamalayotas, pipianas, chompas, kaboshas y chilacayotes.

Lo que ha hecho esta cueva desde los años 60, ha sido renovar el interés para estudiar las diversas especies silvestres domesticadas, ya que las plantas silvestres poseen una mayor diversidad genética (razón por la cual se les considera depósitos genéticos), que puede utilizarse para programas de mejoramiento de cultivos. Por eso Guilá Naquitz sigue siendo un punto clave.  

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