Foto destacada: INAH
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El Tren Maya es una de las obras más controvertidas de este sexenio, ha sido un dolor de cabeza –para decir lo menos- para el Gobierno Federal, para los inversionistas e incluso para los arqueólogos. Aunque seguramente tendrá millones de visitantes al año, por ahora, también tiene millones de detractores.
A raíz de las excavaciones, en octubre de 2021, el salvamento arqueológico conducido en las obras del Tren Maya del INAH, permitió el descubrimiento de una vasija con elaboradas inscripciones jeroglíficas que tenía 11 cartuchos glíficos pero que se desconocían los datos.
A este descubrimiento, se ha sumado una gran restauración que permitió a los investigadores hacer estudios arqueológicos y epigráficos, con lo que fue posible develar la narrativa de los glifos oculta por más de mil años. La vasija se encontró asociada a un plato y está dedicada a un personaje llamado Cholom, noble de quien ya se tenía registro en otras piezas cerámicas que le asocian a la elite de la antigua ciudad de Oxkintok.
De acuerdo con las arqueólogas del Centro INAH Yucatán y coordinadoras del análisis cerámico del Proyecto Tren Maya, Iliana Ancona Aragón y Sylviane Boucher Le Landais, la pieza en se halló cerca del pueblo de Maxcanú, y destaca por haberse ubicado en su contexto arqueológico de origen, al interior de una construcción habitacional prehispánica.
Esta vasija se une a otra similar, la cual los especialistas denominaron como el ‘Vaso del Sajal’, también descubierta en el Tramo 3 del proyecto del tren, que va de Calkiní, Campeche, a Izamal, en Yucatán. No obstante, a diferencia de la anterior, donde se hace referencia solo al cargo del personaje a quien se dedicó el recipiente, en la recientemente restaurada sus 11 cartuchos glíficos permiten identificar incluso el nombre de un individuo.
La traducción que realizó el arqueólogo Ricardo Mateo Canul permite leer: “El señor dice, en su superficie, ha sido tallado, en su tazón o cajete, en su vaso, para atole, de Cholom, el sajal”.
Para los investigadores, la frase nominal de Cholom puede traducirse como ‘aquel que desata’, debido a que chol, en maya, quiere decir ‘desatar’, y om se refiere a la persona que realiza dicha acción. “El sajal es quien transmite. No eran gobernantes pero sí nobles educados para poder escribir y leer los glifos, así como para comunicar en voz alta las órdenes del ajaw o gobernante”, explica Ileana Ancona Aragón.
El Museo Regional de Antropología de Yucatán, Palacio Cantón, en Mérida, se resguarda otra vasija en la que aparece el glifo nominal de Cholom, con la diferencia de que en ella se le identifica como uylul, es decir ‘oidor’, en español.
Si bien aún se desconoce si la vasija y su plato tuvieron una función ritual o de uso cotidiano, dado que falta conjuntar los estudios en laboratorio con las observaciones contextuales de los arqueólogos en campo, ambos elementos reafirman su pertenencia al estilo Chocholá.
Asimismo, la vasija recién restaurada mide 8.5 cm de altura por 21 cm de diámetro en su boca, mientras que el plato mide 11 cm de altura, por 32 cm de diámetro. Estas vasijas se unen a 40 objetos completos y más de 80 mil fragmentos de vasijas recuperados en dicho tramo del Tren Maya.
Foto destacada: HBO
Como agua para chocolate es uno de los libros mexicanos más populares de finales del siglo XX. Es un libro escrito por Laura Esquivel, que sigue siendo bastante reconocido en muchas partes del mundo, gracias a que es una gran historia de amor, responsabilidades, prejuicios y tradiciones.
En 1992 esta historia fue llevada al cine por Alfonso Arau, y además de estar en boca de todos, se convirtió en una cinta icónica del cine mexicano; ganando nominaciones en los BAFTA, los Spirit Awards, los Golden Globes, los Goya y los Ariel. Este año, se anunció que habrá una nueva serie y aquí te daremos las razones por las que tienes qué ver esta nueva serie.
El libro Como agua para chocolate ha sido traducido a 17 idiomas. De hecho, a pesar de que Laura Esquivel ha escrito varios libros, su mayor promoción desde 1990, es este libro. Cada año, Esquivel viaja a diferentes países, 28 países en 2023, incluidos Bélgica, Noruega y Portugal, para hablar de lo mismo que ha hablado desde que salió la novela.
Si importar en qué año haya salido este libro es una historia conmovedora. Seguramente la serie será de época, con grandes vestuarios y escenarios, que son un factor que la mayoría de las series de HBO comparten. Todo para conocer la historia de Tita y Pedro, dos jóvenes mexicanos que se enamoran, pero las tradiciones dicen que Tita debe dedicarse a cuidar de sus padres y que por eso no puede casarse.
Aunque todavía hay mucho secreto en torno a la producción, incluso a la fecha de estreno, sabemos que Salma Hayek participa como parte de la producción ejecutiva de la serie, al lado de José Tamez y Siobhan Flynn. En el reparto contará con Irene Azuela, Azul Guaita, Ari Brickman, Ana Valeria Becerril, Andrea Chaparro, Ángeles Cruz y Louis David Horné; una mezcla de talento ya bien conocido por el público latinoamericano y jóvenes promesas de la actuación en México.
Tener una versión renovada de este libro sin duda será especial, porque además es algo que les gusta a los latinoamericanos: amor, “realismo mágico” y la trama se ceñirá sobre México durante la época de la revolución, con Tita de la Garza y Pedro Muzquiz, dos jóvenes cuyo amor no puede ser consumado debido a las costumbres familiares. Podremos ver más adaptaciones de obras importantes para la cultura e identidad latinoamericanas.
La idea de la novela se le ocurrió a Esquivel mientras cocinaba las recetas de su madre y su abuela. Así que en el libro es posible conocer muchas recetas, y buena parte de las acciones giran en torno a la comida. Tanto el libro como la cinta, combinan el placer de la cocina con las pasiones del romance prohibido.
Sin duda, podremos tener un énfasis en diversas recetas que hace Tita, ya que su pasión crece a través de sus buñuelos de crema, su sopa de rabo de toro y su mole de pavo con almendras y semillas de sésamo. Toda la novela entrelaza recetas con su sabrosa trama. Todas las recetas son reales y de uso común en la familia de Esquivel. Sus favoritos personales son los panecillos navideños, la salsa de mole y los chiles en salsa de nueces.
Este libro también pone en evidencia el rol de la mujer durante la Revolución Mexicana, los cambios sociales importantes, la incorporación de las mujeres al mundo laboral, los derechos, etc. Una versión del siglo XXI, sin duda tendrá muchas sorpresas en este sentido.
El libro también es bastante picante, de hecho, Como Agua para Chocolate, hace referencia a una frase coloquial utilizada por los españoles que significa extremo de sentimiento. Se refiere a un punto de ebullición en términos de ira, pasión y sexualidad. La sensualidad y la terrenalidad del carácter mexicano tal como se revela en Como agua para chocolate, es parte de nuestra vida cotidiana.
Foto destacada: Wikipedia
Es posible encontrar un poco de historia en cada rincón de la Ciudad de México, y los hoteles no son la excepción, ya que cuentan anécdotas fascinantes. Y el Hotel Majestic es uno de los hoteles que más historia preserva en sus paredes. Y aquí te vamos a contar un poco de la gran historia de este lugar en cuadro principal del Centro Histórico de la Ciudad de México.
Este hotel, fue El Viejo Portal de Mercaderes, justo en el lado oeste de la plaza de la Constitución que desde su construcción ha sido el centro de la vida política, cultural y social del país, así como el punto comercial más importante en la conquista.
Se dice que el primer edificio colonial estuvo dedicado para la venta de alimentos y otras mercancías. Mucho del espacio ahí fue otorgado a Don Rodrigo de Albornoz, Conde de Santiago, secretario del Emperador Carlos V y el contador de la Nueva España. Fue en 1524, cuando se aprobó que los dueños de las propiedades que se encontraran frente al Zócalo podían rentar sus propiedades a los mercantes, por lo que se llevó El Portal de Mercaderes.
Así que desde el inicio, el Zócalo ha tenido a muchos vendedores en los arcos, que a pesar de haber sido construidos por los dueños, la ciudad aún era dueña de la tierra donde se encontraban los arcos. Esto llevó a disputas sobre el mantenimiento y sobre quienes debían controlar el lugar y cómo regular a los ambulantes y la venta no regulada.
A pesar de todo, en el lado sur de la Calle Madero, hay dos hoteles que siguen siendo llamados por sus nombres originales: el ex Hotel Majestic (ahora Best Western) y el Gran Hotel de la Ciudad de México (ahora Howard Johnson). Ambos edificios datan de finales del siglo XIX y principios del siglo XX.
El Hotel Majestic ocupa la mayoría del edificio que es visible desde el Zócalo y la entrada está en la calle Madero. Partes de este edificio datan del siglo XVIII, pero fue completamente renovado por el arquitecto Rafael Goyeneche en 1925 y la mayoría de las fechas interiores de este año y el Hotel abrió sus puertas en 1937.
Se destaca por su fachada de estilo neo colonial ordenada por el gobierno, ya que todos los edificios del Zócalo debían tener una fachada similar. Además de que este hotel tiene muchas habitaciones, un restaurante en el último con vista al Zócalo, lo que más se destaca es el vitral de art nouveau que hay en el techo del hotel.
En el espacio del Gran Hotel es en donde vivió Rodrigo de Albornoz, Contador Real. En 1895 es comprado por el francés Sebastián Robert para convertirlo en el primer centro comercial en México.
Su exterior fue neogriego con estructura metálica, convirtiéndose en el primer edificio de la ciudad en emplear el método de viguetas de hierro ahogadas en concreto. También se convirtió en la primera obra de estilo Art Nouveau en el país. La decoración es de estilo Art Decó, destaca el vitral firmado por Jaques Gruber de la Escuela de Nancy, Francia. Desde 1968 es sede del Gran Hotel Ciudad de México.
El interior del hotel mantiene la mayoría de su decoración original creada para la tienda departamental de estilo estilo Art Nouveau. Tenía una escalera ondulada y envolvente, replica de la tienda Le Bon Marché en París1; pero se perdió en 1966. El aspecto más llamativo del inmueble es el vitral de Tiffany, una estructura con más de 20 mil piezas de vidrio de colores, esta pieza Art Nouveau, diseñada por el artista Jacques Grüber y llevada a México en 1906, para decorar el techo del Centro Mercantil.
El vitral se caracteriza por el uso de formas vegetales abundantes y entrelazadas, coloridas, con guirnaldas reverberantes y hojas aisladas. Aunque este permitía el paso de la luz solar, se colocaron más de cien lámparas para iluminarlo en la noche. Debido a su monumentalidad y belleza se convirtió en Patrimonio Cultural de la Nación, debido a que el Instituto Nacional de Bellas Artes lo consideró como una obra de arte.
Dónde: Ubicación: Avenida Francisco I. Madero No. 73, Colonia Centro
Cuándo: todos los días del año
Cuánto: desde $1500
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