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Así es como la frontera entre Estados Unidos y México en realidad luce (FOTOS)

frontera

Imágenes aéreas muestran cómo es que en verdad se ve la frontera entre Estados Unidos y México.

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Una línea que ciertos políticos trazaron a mediados del siglo xix, después de una guerra que la convirtió en cicatriz y que, como la escritura, resulta un signo tan convencional, tan preciso y legible que ni se necesita saber inglés o español, matemáticas o geografía, historia o sociología para entenderlo.

La frontera es una línea sinuosa, sí, pero también, en palabras e imágenes de Pablo López Luz, es una herida sin cicatrizar, una abertura que no termina de sangrar: terregosa, mojada, montañosa, desértica, urbana, verde, ocre y gris. La marca que nos quedó tras perder una guerra ya casi olvidada, pero que no obstante amputó a nuestra nación la mitad de su territorio y trajo el norte un poco más cerca de las zonas pobladas de México.

Incomunicados, sin esperanza de apoyos del gobierno central, sin escuelas, instituciones y casi sin iglesias, adquiriendo los mismos rasgos del paisaje que los rodeaba, los individuos de estas zonas formaron con el paso de los años, entre escasez, peligros y fuerza de voluntad, el peculiar carácter de una región. Un carácter tosco como las cadenas montañosas, parco como la vegetación, transparente como el aire del desierto, pero capaz de levantar tolvaneras ardientes y violentas.

La frontera, el norte, al igual que sus pobladores, tienden al exterior más que al interior. Son abiertos y francos. En esta división política, el imaginario no se satisface con lo fantástico o con lo intimista; es, al contrario, cruel, certero y realista. La peculiaridad de su ambiente natural refleja también una actitud práctica ineludible: la de la supervivencia.

El lugar, el espacio de la frontera, es un signo convencional con lenguaje propio, léxico y modismos que se mimetizan con el paisaje, con sus historias. En estas latitudes no parece ser el hombre quien define el entorno. Es la frontera quien define al hombre.

Prueba de esto es Frontera, el estudio fotográfico que se trata de una iniciativa visual, que pretende mostrar el paisaje que abunda entre la frontera política entre México y Estados Unidos.

Mediante un plausible acervo de imágenes aéreas el artista Pablo López Luz propone un discurso renovado y ajeno a las narrativas que últimamente han definido al polémico tema. Sus fotos buscan despertar en el espectador una nueva perspectiva, que ayude a retomar el espacio fronterizo como una tradición paisajista.

Con el recorrido visual, el fotógrafo ahonda en el valor simbólico de la frontera como catalizador de una lectura política y social. No se trata de una colección que apela a temáticas migratorias, al contrario, estas fotos retratan la barrera divisoria como una cicatriz que nace en el terreno y en el tejido social de la región.

Cabe mencionar, que las fotos de Pablo López Luz fueron tomadas en invierno y para que estas imágenes fueran posibles, se tuvieron que hacer cuatro vuelos a bordo de un helicóptero, recorriendo más de 1000 millas náuticas a una velocidad que osciló entre los 80 y 95 nudos. Todo esto a una altitud entre los 300 y 1600 metros sobre el nivel del mar.

López Luz ha dedicado la mayor parte de su carrera a la práctica fotográfica, especialmente al paisaje que yace en el contexto histórico y social. Conviene visitar la Galería Arróniz Arte Contemporáneo para voltear a ver la frontera con otros ojos, unos que se conmueven con la belleza que surge de su suelo.

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