Foto destacada: Tula Hidalgo
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Los toltecas construyeron un legado tan grande e interesante que inspiró a las culturas posteriores hasta que dejaron de existir, siendo uno de los misterios ha desconcertado a muchos arqueólogos.
Lo que quedó del pueblo tolteca está en las escrituras de sus descendientes, los aztecas. Construyeron estatuas monumentales, tallas de piedra detalladas y eran conocidos como una nación guerrera, son ahora una de las mayores civilizaciones perdidas. Estos son algunos de los hechos interesantes que se conocen sobre los toltecas:
Fueron guerreros religiosos que difundieron el culto de su Dios, Quetzalcoatl, por todos los rincones de su Imperio. Los guerreros se organizaron en órdenes que representaban animales como jaguares y dioses, incluidos Quetzalcoatl y Tezcatlipoca.
Llevaban armaduras y un pequeño escudo en el brazo. Sus tocados estaban emplumados. Los guerreros feroces necesitaban las mejores armas y tenían una espada llamada átlatl que podía lanzar dardos a gran velocidad. También tenían un arma curva que era una mezcla entre un hacha y un garrote.
Tula es lo que nos queda de los toltecas, pero ha sido saqueado tantas veces, inclusive antes de la llegada de los españoles, que el sitio ha sido despojado de esculturas y reliquias. Más tarde, a partir de la época colonial, los saqueadores lograron recoger el sitio casi limpio. Sin embargo, recientes excavaciones arqueológicas han descubierto varias estatuas, reliquias y estelas importantes. Entre las más significativas se encuentran las estatuas de Atlante que representan a los guerreros toltecas y las columnas que muestran a los gobernantes toltecas vestidos para la guerra.
Existe una gran cantidad de evidencia de que los toltecas practicaban regularmente sacrificios humanos para apaciguar a sus dioses. En Tula se encontraron varias estatuas de Chac Mool, figuras de humanos reclinados que sostenían un cuenco en el vientre que se usaba para ofrendas a los dioses, incluido el sacrificio humano. En la plaza ceremonial, hay un tzompantli donde se colocaban las cabezas de las víctimas de los sacrificios. En el registro histórico del período, se cuenta una historia que Ce Atl Quetzalcóatl, el fundador de Tula, tuvo un desacuerdo con los seguidores del dios Tezcatlipoca sobre cuánto sacrificio humano era necesario para apaciguar a los dioses. Se dijo que Ce Atl Quetzalcóatl creía que debería haber menos carnicería así que fue expulsado por sus oponentes más sanguinarios.
Aunque la ciudad tolteca de Tula se encuentra al norte de la actual Ciudad de México y la ciudad post maya de Chichén Itzá se encuentra en Yucatán, existe una conexión innegable entre las dos metrópolis. Ambos comparten ciertas similitudes arquitectónicas y temáticas que se extienden mucho más allá de su mutuo culto a Quetzalcóatl (o Kukulcán para los mayas). Los arqueólogos originalmente supusieron que los toltecas conquistaron Chichén Itzá, pero ahora se acepta generalmente que los nobles toltecas exiliados probablemente se establecieron allí, trayendo consigo su cultura.
Los toltecas produjeron objetos hechos de obsidiana, así como cerámica y textiles, que los comerciantes toltecas podrían haber utilizado como bienes comerciales. Sin embargo, como cultura guerrera, gran parte de su riqueza entrante puede deberse al tributo que al comercio. En Tula se han encontrado conchas marinas de especies del Atlántico y del Pacífico, así como muestras de cerámica de lugares tan lejanos como Nicaragua. También se han identificado algunos fragmentos de cerámica de las culturas contemporáneas de la Costa del Golfo.
Los toltecas no crearon a Quetzalcóatl ni a su culto: las imágenes de serpientes emplumadas se remontan hasta los antiguos olmecas, y el famoso Templo de Quetzalcóatl en Teotihuacán es anterior a la civilización tolteca, pero fueron los toltecas cuya reverencia por el dios explicaba la proliferación de su culto por todas partes. La adoración de Quetzalcóatl se extendió desde Tula hasta las tierras mayas de Yucatán. Posteriormente, los aztecas, que consideraban a los toltecas los fundadores de su propia dinastía, incluyeron a Quetzalcóatl en su panteón de dioses.
Mucho después de la caída de la civilización tolteca, los aztecas llegaron a dominar el centro de México desde su base de poder en la región del lago Texcoco. La cultura azteca, o mexica, veneraba a los toltecas perdidos. Los gobernantes aztecas afirmaron ser descendientes de las líneas reales toltecas y adoptaron muchos aspectos de la cultura tolteca, incluida la adoración de Quetzalcóatl y el sacrificio humano. Los gobernantes aztecas con frecuencia enviaban equipos de trabajadores a la ciudad tolteca en ruinas de Tula para recuperar obras de arte y escultura originales, lo que probablemente explica una estructura de la era azteca que se encontró en las ruinas del Palacio Quemado.
Aunque la ciudad tolteca de Tula ha sido saqueada extensamente, primero por los aztecas y luego por los españoles, es posible que todavía haya tesoros enterrados allí. En 1993, un cofre decorativo que contenía la famosa “Coraza de Tula”, una armadura hecha de conchas marinas, fue desenterrada debajo de un disco turquesa en el Palacio Quemado. En 2005, también se excavaron algunos frisos previamente desconocidos pertenecientes a la Sala 3 del Palacio Quemado.
En algún momento alrededor del 1150 d.C., Tula fue saqueada y quemada hasta los cimientos. El “Palacio Quemado”, que alguna vez fue un importante centro ceremonial, recibió ese nombre por los trozos de madera y mampostería carbonizados que se descubrieron allí. Poco se sabe sobre quién quemó Tula o por qué. Los toltecas eran agresivos y violentos, y las represalias de los estados vasallos o las tribus chichimecas vecinas son una posibilidad probable, sin embargo, los historiadores no descartan guerras civiles o conflictos internos.
Un movimiento moderno liderado por el escritor Miguel Ruiz se llama “Espíritu Tolteca”. En su famoso libro “Los cuatro acuerdos”, Ruiz describe un plan para crear felicidad en tu vida. La filosofía de Ruiz establece que debes ser diligente y tener principios en tu vida personal y tratar de no preocuparte por las cosas que no puedes cambiar. Aparte del nombre “tolteca”, esta narración no tiene absolutamente nada que ver con la antigua civilización tolteca.
Jessica García Quijano de Yucatán acaba de convertirse en la primera campeona mundial mexicana de Taekwondo, ganando la medalla de oro en la categoría -52 kilos. Así se dió una una victoria épica de 3-1 contra la egipcia Salma Ali Abid, Jessica ha hecho historia.
Lo anterior sucedió en el Campeonato Mundial de Para Taekwondo Veracruz 2023, que se celebra en Boca del Río. García Quijano venció en cuartos de final a la británica Keira Forsythe con un 12 a 2. En la semifinal la participante de Mongolia, Surenjav Ulambaya, fue descalificada tras dos amonestaciones que eran sintomáticas el empate 6 a 6 que tenía totalmente inmersas a ambas participantes.
La seleccionada nacional, quien ya contaba en su palmarés con dos medallas mundiales de bronce, pasó bye la primera ronda y en cuartos de final eliminó a la británica Keira Forsythe por 12-2. En semifinales, se impusó a Surenjav Ulambayar de Mongolia, quien fue descalificada tras recibir dos amonestaciones, cuando la pelea se encontraba en empate 6-6.
“No tengo palabras, es un trabajo de muchos años, fui paso a paso, combate tras combate, concentrada de mano de mi entrenadora Jannet Alegría, haciendo caso a las indicaciones y con el deseo de querer lograrlo. Ahora sí soy medallista de oro, campeona mundial”, destacó García Quijano, en entrevista con la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (CONADE).
Por su parte, la poblana Claudia Romero Rodríguez, en -47 kilos, venció en cuartos de final 8-3, a Lia Chachibaia de Georgia. En semifinal cayó, en punto de oro, por marcador final de 0-2, con la peruana Leonor Espinoza para adjudicarse la presea de bronce.
Fotos: Prime video
Si todavía no te has enterado de la gran serie A Million Miles Away (A millones de kilómetros) te estás pediendo una historia fascinante que habla del viaje de un niño que creció siendo trabajador agrícola migrante, que se convirtió en astronauta de la NASA.
Esta historia narra la vida de José Hernández, y es una de las películas biográficas que tiene los pies en la tierra, pero no habla de un viaje espacial. Protagonizada por Michael Peña como Hernández y Rosa Salazar como su esposa, quienes mantienen la humanidad de sus personajes incluso cuando la banda sonora y las imágenes van volando. Puede que sea un astronauta, pero todavía es necesario que alguien saque la basura.
Los guionistas Bettina Gilois, Hernán Jiménez y Alejandra Márquez Abella, que basan su historia en las memorias de Hernández, cuentan la historia lineal de un joven talentoso que en el camino recibe ayuda de una maestra, sus padres y su familia extendida. La NASA lo rechaza tantas veces que guarda todas sus cartas de negativa en una carpeta.
Esta cinta de la mexicana Alejandra Márquez Abella es una producción original de Amazon Studios y se basa en la vida de José Moreno Hernández, hijo de padres mexicanos —nacido en California en 1962— que de granjero itinerante, se convirtió finalmente en “el primer trabajador agrícola migrante en viajar al espacio”.
Este astronauta trabajó de niño en los campos entre Michoacán y Stockton, California, pero soñó con surcar los cielos nocturnos en un cohete espacial hasta lograrlo. Sin duda una historia de perseverancia y sacrificio para lograr un sueño que parecía imposible.
En 2009, José Moreno Hernández formó parte de la tripulación de la misión espacial STS-128 de la NASA. Tres años después, publicó su autobiografía Reaching For the Stars que sirve de base para la biopic en desarrollo.
En 2015, cuatro años después de su documental Mal de tierra, Alejandra Márquez Abella estrenó “Semana Santa”, su primer largometraje de ficción, estelarizado por Tenoch Huerta y Anajosé Aldrete Echeverría. Después hizo “Las niñas bien”, drama de época que, desde su premiere mundial en 2018, mereció muy buenas críticas y galardones a nivel global. Un año después, esta misma cinta triunfó en el Festival Internacional de Cine de Palm Springs y en cuatro categorías de la 61ª entrega de los Premios Ariel, donde Abella contendió por Mejor dirección y Mejor guion original.
A Million Miles Away ya se estrenó y puedes verla en la plataforma de streaming Prime Video. Una gran historia para este fin de semana.
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