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La leyenda mexica de los hombres árbol

Los amoxoaques son hombres y mujeres árbol que fungen como guardianes de los bosques.

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Aunado a las distintas deidades en las que creían los aztecas, existían otros personajes extraños dentro de su mitología. Tal es el caso de los nahuales, aquellos chamanes que tenían la capacidad de convertirse en animales. Otra criatura en la que creían los indígenas eran los amoxoaques, un término náhuatl que quiere decir "los que tienen los libros".

Según la leyenda prehispánica, estos seres eran conocidos como hombres y mujeres árbol, que habitaban los bosques y selvas del territorio mexicano para proteger a toda la naturaleza que adornaba estos maravillosos parajes.

De acuerdo con varias crónicas, los mexicas creían que los amoxoaques eran sobreprotectores con su tierra, razón por la cual se encargaban de castigar a quienes la dañaran. Si algún hombre cortaba un árbol, estas criaturas lo convertían en árbol. Así, lograban infundir miedo entre la comunidad y comunicar el destino que esperaba a los destructores.

La leyenda también cuenta que su apariencia era como la de un auténtico árbol, de esos altos y grandes que suelen caracterizar al suelo mexicano. Esto se debe a que los amoxoaques dejaron a un lado su forma humana cuando surgieron del árbol de la vida llamado Tonacacíhuatl, cuando este se rompió en la ciudad de Tamoanchan.

Se dice que este pueblo se encontraba arriba del lugar donde se inventó el pulque, un sitio exclusivo para los llamados dioses del panteón azteca. Cabe mencionar, que los amoxoaques no cobran vida hasta que eran testigos de algún acto ofensivo para con la naturaleza.

Otra leyenda asegura que los hombres árbol vivían en paz en la época del cuarto sol, reino que corrió a cargo de Quetzalcóatl. Sin embargo, cuando Tezcatlipoca envió un diluvio intenso a la Tierra (que duró 52 años), casi todos los amoxoaques murieron.

Ahora solo quedan pocos alrededor de los bosques de México, cuidando que nadie les haga daño y castigando a quienes lo hacen. Se esconden entre las plantas, como centinelas que velan por la conservación de la madre tierra, una tierra que fue venerada y querida por nuestros antepasados. Quizás esta leyenda sirva como aliciente para cuidar nuestro rico suelo.

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