Lo primero que hay que decir es que el Mercado de San Juan tiene un doble: el ubicado entre las calles de Eje Central, López, y Arcos de Belén. Pero unas calles más adentro de la colonia (preguntando se encuentra fácilmente) se encuentra el Mercado de Especialidades de San Juan, famoso en todo el mundo por la variedad de carnes exóticas y frutas que ofrece.
Y es que el Mercado de San Juan no es solamente un mercado de alimentos, sino una aventura gastronómica que simplemente no puedes agotar al visitarlo una sola vez.
La sensación del visitante primerizo es la de abundancia, desconcierto y probablemente un poco de sospecha: ¿ese local que vende carne de león, de víbora, de cocodrilo y de bisonte cuenta con la aprobación de la Secretaría de Salud?
La carne viene de criaderos autorizados, además de las numerosas especies de insectos que componen la comida prehispánica, como los gusanos de maguey o las hormigas chicatana, muchas de las cuales sólo pueden adquirirse en este mercado.
Los locales de frutas ofrecen rambután, yuca, lichis, y en las cremerías puedes encontrar quesos añejos de todo el mundo al igual que embutidos finos, pan artesanal y mantequilla casera.
Pero probablemente los vegetarianos no querrán adentrarse a los últimos pasillos, al fondo, donde cuelgan, despellejados, chivas, cabritos y conejos esperando a ser cocinados, mientras que en los meses de mayor caza no es raro encontrar ciervo, jabalí y armadillo.
Los precios son muy diferentes de los de un mercado normal. Pero sea cual sea tu presupuesto, lo importante es acercarse al Mercado de San Juan con espíritu aventurero, dispuesto a ofrecerle al paladar una experiencia nueva y arriesgada, pues el turismo gourmet puede atraer lo mismo a locales que a extranjeros.
Nada mejor que saciar el hambre con algo desconocido para los sentidos.