Los brujos y curanderos en México gozan de una historia antiquísima en la práctica de la revelación de espíritu a espíritu, o de la manifestación del ser, donde a través de la meditación se exteriorizan las realidades metafísicas a las que está expuesta nuestra conciencia. Se trata de una de las costumbres prehispánicas más auténticas, una muy sagrada que por cierto hoy, aún permanece activa.
Externamente a la religión que se profese, la curandería mexicana ha existido para dar sus servicios a cualquier persona que lo necesite. Y aunque se crea o no se crea en sus beneficios proporcionados a la materia y al espíritu, existen una serie de testimonios (no confundir con devotos a los que refiere propiamente una religión) que lo han presenciado y divulgado.
Uno de los casos más famosos que se conocen en la ciudad es el de Pachita, cuyo verdadero nombre fue Bárbara Guerrero. Gracias al psicólogo y científico mexicano Jacobo Grinberg Zylberbaum -aquél que desapareció misteriosamente en 1994-, se sabe poco más de la vida de esta curandera y sobre los métodos poco usuales que realizaba para operar a las personas que sufrían algún mal.
En la obra de Pachita, Zylberbaum relata historias extraordinarias sobre operaciones de riñones, médulas, dedos y cerebelos en personas. La descripción detallada es tal que es posible confundirse con una historia meramente de ficción, pero lo cierto es que se trata de la experiencia de un viaje astral mediante el cuál el lúcido psicólogo “prestaba” su cuerpo a los hermanos, seres espirituales que tenían la capacidad de curar a los enfermos con sólo pasarles las manos.
Pachita fue una de las más grandes chamanes de México. A palabras de Zylberbaum: “poseía un control extraordinario sobre la materia y la energía. Era capaz de realizar operaciones quirúrgicas tales como trasplantes de órganos en las cuales objetos y órganos biológicos se materializaban a partir de la láttice del espacio-tiempo”.
Es preciso recordar que la doctrina chamánica es auténtica de nuestra cultura mexicana, y al igual que las prácticas judeocristianas, fue señalada y castigada por los españoles a su llegada. La realidad “espiritual” que se encontraba en aquella Nueva España era muy diferente a la que profesaba la religión católica en Europa, por ello es que fue perdiendo presencia, intentando en numerosas ocasiones desvanecerse por completo.
Los curanderos, chamanes y/o brujos mexicanos son una especie de médicos cirujanos (antiguamente llamados sacerdotes por los foráneos), que a través de “curaciones” realizan operaciones complejas o limpias con una selección de herbolaria especial. Hoy en día, la Ciudad de México acoge numerosas bifurcaciones de esta práctica, desde los brujos certificados que practican las limpias con esencias florales, los que lo hacen mediante instrumentos como incienso, veladoras, yerbas y huevos, hasta algunos más esotéricos en donde los mediums utilizan solamente agua (bálsamo) y oraciones.
Twitter de la autora: @surrealindeath