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Sobre practicar Acupuntura urbana para sanar a nuestra ciudad

Acupuntura

Las ciudades, según Marco Casagrande, son organismos vivos. Pluri-dimensionales, energéticos y sensoriales, un ecosistema vivo que al igual que el cuerpo humano, tiende a desequilibrar sus engranes y con ello a sus células, sus habitantes. Uno de los grandes retos que deberían afrontar todas las urbes cada cierto tiempo es el de rediseñar a estos organismos colectivos. Conviene tal vez soñar con modelos ideales que pudieran estimular la interacción entre personas, u organizar de manera armoniosa el espacio que construimos en torno nuestro. Sin embargo, a grandes rasgos no es tan fácil hablar de armonía o equilibrio.

La idílica teoría de la Acupuntura urbana propuesta por Casagrande, sugiere que sanemos la ciudad interviniendo meridianos de energía específicos (o locales), utilizando agujas de creatividad. Creatividad sin control y con libertad total. En Acupuntura, estos meridianos intervienen en la regulación de las funciones orgánicas, así como en el flujo de energía a través de los órganos. Muchos de ellos son altamente sensibles, y pueden ser detectados por la exploración manual o anatómica. De manera que, llevada a la práctica en nuestra ciudad, ¿sería posible saber cuáles son estos meridianos?

Lo más acertado sería primero familiarizarnos con el término de ciudad sensiblemente inteligente, que obedece a la utopía de materializar los sueños ligados al contexto urbano. Proyectar, por ejemplo, soluciones a pequeños problemas que se encuentran al alcance de resolver, ya sea la transformación de los hábitos sociales, el cuidado de nuestro medio ambiente o la investigación misma por encontrarle un uso reciclable a cada materia consumible. Se trata de un híbrido entre medicina oriental y diseño urbano consciente, el cual nos plantea desbloquear los canales energéticos para facilitar la circulación de la energía vital de la urbe: su Qi. Y para lograr esto sugiere una cooperación sostenible con el resto de la naturaleza, una ciudadanía que es consciente de la destrucción que la maquinaria moderna e insensible le causa a la naturaleza, incluyendo a la naturaleza humana.

 

 

 

¿Y cómo podríamos idear una aguja para sanar a la Ciudad de México?

Idear proyectos para que las partes de un organismo urbano estén correctamente sincronizadas es el objetivo a alcanzar. En la Ciudad de México, por ejemplo, encontramos pequeños proyectos enfocados a desbloquear ciertos canales que fluyen a nuestro beneficio cuando se aprovechan. Isla urbana es uno de ellos, un proyecto encargado de instalar sistemas de captación de agua de lluvia en zonas de la urbe donde se carece de ella.

Otro ejemplo efectivo es el de la instauración de huertos urbanos de los cuales se benefician tanto familias completas como pequeños negocios: un restaurante o un bar, por ejemplo, donde ya se utilizan hierbas de sus propios huertos para crear sus alimentos y bebidas. Además, los huertos promueven la producción de alimentos y productos locales. En el ámbito de la Ciencia también hay agujas creativas. Encontramos el prototipo del mexicano que inventó una manera para solidificar el agua y de esta manera revolucionar los métodos de riego en la agricultura. En la Arquitectura e Ingeniería encontramos el aprovechamiento de espacios públicos abandonados que se convierten en concentraciones verdes, ideales para caminar o ejercer la meditación. También la restauración y reactivación de algunos parques o jardines (como la reciente renovación de la Alameda Central).

La acupuntura urbana versa principalmente en el desarrollo y la supervivencia de las sociedades a través de sus propios métodos. Una visión que encaja perfectamente en la de una ciudad inteligente. Ahora sólo queda preguntarnos a nosotros mismos si somos parte del sendero rumbo a esta clasificación.

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