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Cinco intelectuales que escogieron Coyoacán para vivir

A partir de ahora, ya no podrás caminar por Coyoacán sin pensar en estos personajes.

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Desde la fundación de la CDMX, Coyoacán ha sido uno de los lugares más esplendorosos para vivir. Las calles de otro tiempo, las tradiciones pueblerinas ubicadas en cada esquina, los parques cubiertos de piedras volcánicas donde cualquier mortal se puede sentar a no hacer nada, han convertido a este barrio, repleto de fachadas históricas, en una bocanada de aire de fresco para esta enorme metrópoli.

Coyoacán conjunta de una manera magistral, la magia de los pueblos ancestrales con la modernidad. Es un espacio tan único que además ha sido el refugio de muchos intelectuales, que ahí, no sólo han encontrado una casa sino la paz necesaria para pintar, escribir y hasta resistir una revolución.

A continuación, te dejamos una lista de los personajes más destacados que escogieron este sitio bohemio para hacer su vida. Te advertimos que a partir de ahora ya no podrás caminar por el antiguo lugar de los coyotes sin pensar en estos genios.

Frida Kahlo

Pocas personas tienen el privilegio de nacer y morir en el mismo hogar. Esa suerte tan particular, la tuvo la entrañable pintora Frida Kahlo, que durante casi toda su vida vivió en la famosa Casa Azul. Una residencia ubicada en la calle Londres que fue construida en 1904 por su padre Guillermo y transformada a lo largo de la vida de la artista. Este bello inmueble, cuenta con un patio central que está rodeado de cuartos y una fachada afrancesada como las que se usaban en la época. Es tan hermosa la casa que se convirtió en museo en 1958, después de la muerte de la Frida y Diego. Hoy en día es uno de los puntos más concurridos y originales de la ciudad.

Emilio "El Indio" Fernández

Emilio Fernández es uno de los directores más importantes del cine de oro mexicano. Este hombre fue el responsable aquella secuencia de Dolores del Río en reboso caminado frente a las ganas de Pedro Armendáriz.

"El Indio Fernández" también escogió Coyoacán para vivir. En 1945 construyó en el Barrio Santa Catarina, un inmueble con la ayuda del arquitecto Manuel Parra. La construcción de este predio se inspiró en las haciendas del  siglo XIX. Actualmente, muchos de sus espacios, decorados con piedra volcánica y estatuas decimonónicas, han servido como set para un sinfín de películas mexicanas.

Salvador Elizondo

Una de las figuras literarias más importantes de la CDMX. Fue escritor, traductor y fundador de un sinfín de revistas y escuelas.

La residencia donde vivió Elizondo está ubicada en una de las calles más famosas de la capital, Francisco Sosa. Una arteria coyoacanense, tapizada de piedras y rodeada de casonas antiguas que le dan al sitio un toque casi mágico. El hogar de Salvador, tiene un opulento jardín, con plantas exóticas, que le sirvió de inspiración hasta los últimos años de su vida.

León Trosky

León Trosky, uno de los grandes críticos del gobierno de Stalin, llegó exiliado a la Ciudad de México en 1937. Aunque en un inicio vivía en la casa de Frida, una misteriosa pelea con Diego Rivera (algunos dicen que fue por celos) lo obligó a mudarse a una amplia residencia en la calle Viena, dentro de la famosa colonia Del Carmen. Desde su llegada a la casona, el bello inmueble recibió dos ataques perpetrados por espías rusos. Se dice que en el primer atentado estuvo involucrado el pintor David Alfaro Siqueiros, que, aparentemente, había mandado un grupo de supuestos policías ametrallar la propiedad sin éxito. El segundo ataque contra el líder ruso, fue el 20 de agosto de 1940. Un español fanático de Stalin, que se había infiltrado en su casa, le dio un golpe en el cráneo y lo mató. Actualmente el lugar es un museo y una fundación.

Salvador Novo

El cronista y dramaturgo, que con su genio cambió las letras de México, es una de las grandes personalidades que escogieron el paisaje colonial de Coyoacán para pasar sus días. En esta delegación, Novo, acompañado de su inmenso jardín, y un estudio perfecto para atraer inspiración, murió.

La residencia, que había sido antes de Dolores del Río, estaba cerca de la emblemática avenida Miguel Ángel de Quevedo. Salvador Novo vivía ahí con su madre y todos los días salía a caminar por las calles y espacios verdes de su barrio y luego hacía crónicas al respecto. La casa constaba de dos pisos, una biblioteca y una cocina que él mismo había diseñado.

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