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¿Qué es el poder cívico y por qué te interesa saber?

El precio de desentenderse de la política es ser gobernado por los peores hombres.

– Platón

Un sentimiento muy propio de nuestra época es el de frustración en cuanto a temas políticos. Parece que en cuanto abordas la conversación de cómo es representado el poder de la gente en nuestro país, es inevitable encontrarse con un callejón corrompido por los intereses personales de los líderes que supuestamente elegimos.

Mi decisión personal siempre fue mantenerme al margen de la discusión política, y esta fue tomada al entender que el progreso del gobierno en México se había desviado hace mucho tiempo, y eso que llamamos ‘progreso’ lleva muchas décadas avanzando en la dirección equivocada.

Utópicamente, siempre he pensado que los líderes de una comunidad deberían ser también los más evolucionados conscientemente; esto con el fin de que todo sus intereses y su energía estén canalizados en servir en todo su elemento a la gente que los puso en el cargo.

Pero el mundo entero escasea de estas figuras, y a lo más que podemos aspirar es a informarnos con el fin de exigir resultados a políticos que difícilmente entregarán, ya que son personas que quizá tengan las mismas carencias que nosotros: la ignorancia del poder cívico.

Lo más importante en este momento es regresar a nosotros mismos y adquirir un nuevo nivel de responsabilidad cívica en la comunidad donde nos desenvolvemos. Para esto, hay que empezar por los conceptos más básicos sobre el poder; con la ayuda del libro de Eric Liu The Gardens of Democracy podemos empezar por definir algunos términos, describir la magnitud del problema al que nos enfrentamos y luego sugerir los lugares de donde podrían venir la soluciones.

El civismo es el arte de ser un colaborador de resolución de problemas pro-sociales en una comunidad autónoma. Educación Cívica es el arte de la ciudadanía y abarca tres cosas: una base de valores, una comprensión de los sistemas que nos rigen y un conjunto de habilidades que permiten perseguir objetivos y hacer que otros se unan a esa búsqueda.

El poder es: la capacidad de hacer que los demás hagan lo que necesitas que hagan. Suena amenazante e insidioso. Por razones como estas no nos gusta hablar del poder, lo concebimos con una connotación negativa y nos sentimos incómodos al hablar de él.

En la cultura y la mitología de la democracia, el poder reside en el pueblo. El poder tiene una valencia moral negativa. Suena maquiavélico inherentemente. Parece inherentemente malo. Pero, de hecho, el poder no es más intrínsecamente bueno o malo que el fuego. Simplemente es. Y el poder rige el funcionamiento de cualquier forma de gobierno, ya sea una democracia o una dictadura.

El problema que enfrentamos hoy, aquí en México, es que demasiadas personas son analfabetas del poder. ¿Qué es? ¿Quién lo tiene? ¿Por qué lo tienen? ¿Cómo funciona? ¿Cómo fluye? Y como consecuencia de este analfabetismo, los pocos que entienden cómo opera el poder en la vida cívica ejercen una influencia desproporcionada y están perfectamente dispuestos a llenar el vacío creado por la ignorancia de la mayoría de nosotros. Ellos saben cómo una propuesta se convierte en ley, cómo una amistad se convierte en subsidio, cómo un sesgo se convierte en política o cómo un lema se convierte en movimiento.

Es por esto que es tan fundamental en este momento para nosotros entender esta idea de poder y democratizarla. Una de las cosas más emocionantes y desafiantes acerca de este momento es que, como resultado de este analfabetismo de poder que es tan penetrante, hay una concentración de conocimiento, de entendimiento, de influencia, una energía que presenta respuestas: ¿Cómo un lema se convierte en movimiento? Viralmente. La limitante es que, a pesar de esta energía, la mayoría de la gente no está buscando o no quiere ver estas realidades.

Gran parte de esta ignorancia, de este analfabetismo cívico, es intencional. Generaciones de gente que piensan que todo es absolutamente sórdido. Se desentienden de la política y prefieren simplemente contribuir con voluntariado (otros, ni eso).

Como resultado del progresivo fatalismo en la vida pública es que aquí en México tenemos niveles tan depresivos de conocimiento cívico, de participación, de toma de conciencia, etc. Todo el negocio de la política se ha subcontratado con eficacia a una banda de profesionales, gente de dinero, gente de divulgación, gente de medios. El resto de nosotros tendemos a sentirnos como amateurs en la toma de decisiones. Nos desmotiva el aprender más acerca de cómo funcionan las cosas y preferimos no participar.

Este reto es al que ahora debemos hacer frente, y creo que cuando se tiene este tipo de desconexión, esta ignorancia voluntaria, se convierte a la vez en causa y consecuencia de la concentración de oportunidades de riqueza e influencia, en esta profunda desigualdad civil.

Es por esto que es tan importante el reinventar la educación cívica con la enseñanza del poder. Si la gente no aprende del poder, si la gente no despierta, se quedarán fuera.

Parte importante del arte de la práctica de poder significa estar despierto y tener una voz, pero también se trata de tener un espacio donde se pueda practicar plausiblemente el decidir. Todo el poder cívico se reduce a la simple pregunta de quién decide.

No hay mejor escenario en nuestro tiempo para la práctica del poder que la ciudad. Pensemos en la Ciudad de México. Pensemos en un problema en la vida común de la ciudad. Puede ser algo pequeño, como un bache en una calle o algo mediano como que se va la luz en algunas delegaciones, o tal vez algo más grande, como el erradicar los niveles de pobreza extrema. Pensemos en el cambio que queremos en la ciudad, y luego pensemos en cómo nos gustaría conseguirlo. Haz un inventario de todas las formas de poder que están en juego en la situación de la ciudad: el dinero – por supuesto – la gente, las ideas, la información, la desinformación, la amenaza de la fuerza, la fuerza de las normas. Todas estas formas de poder siempre están en juego. Ahora piensa en cómo te gustaría activar o neutralizar estas diversas formas de poder.

Esta es una invitación a practicar un ejercicio sencillo, a escribir un relato, una narración del futuro de la CDMX; puedes ponerle fecha para llevarlo a cabo dentro de 3 meses, 1 año, dentro de un sexenio, una generación a partir de ahora. Escríbelo como un estudio mirando hacia atrás, hacia el contexto donde fue concebida la idea, a la causa que estabas defendiendo, y describe la forma en que ese cambio y esa causa tuvieron éxito.

Describe los valores de los conciudadanos que activaste y el sentido de propósito moral que hayas logrado generar. Enlista todas las diferentes formas en las que hicieron frente a los sistemas de gobierno, del mercado, de las instituciones sociales, de los medios de comunicación. Lo que vas a lograr cuando escribas esa narrativa es que vas a descubrir cómo se lee el poder, y en el proceso, cómo se escribe el poder. Comparte lo que escribiste en tus redes, incluso esos relatos serían publicados aquí en MXCity. Si hacemos esto, entonces juntos podemos hacer que el civismo sea relevante otra vez.

Juntos podemos democratizar la democracia y hacerla segura de nuevo para los amateurs. Juntos, podemos crear una gran red de la Ciudad de México que será el laboratorio colectivo más poderoso para el autogobierno que haya visto nuestra historia. Sí, tenemos el poder de hacerlo.

 

Twitter del autor: @BienMal_

 

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