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La cantina del Centro Histórico inmortalizada por William Burroughs

Cruzar la puerta de vaivén en la cantina Tío Pepe es como descubrir un umbral hacia el infinito de los recuerdos que cuentan la historia de México. Además de su arquitectura de tallados obsoletos y las fotografías trascendentales enmarcadas este lugar destaca, de entre todas las cantinas a su alrededor, por su estilo tradicional y nada presuntuoso, mismo que huele a nostalgia mexicana engendrada en las tabernas de 1900 o quizás mucho más atrás. No se sabe con precisión desde cuándo existe, pero se dice entre sus clientes fieles a la barra que, al menos, es una de las primeras cantinas de la ciudad, específicamente del Centro Histórico.

 

 

 

En Tío Pepe, las personas llegan solas y se encuentran en la barra con sus colegas de cantina (aunque  se siente la confianza exquisita de poder estar solo y pasarla muy bien), y en su mayoría acuden personas grandes y de buen humor de las que puedes aprender demasiado con un par de frases. Hay tragos bastante clásicos servidos por un mesero amable que trabaja ahí desde hace 16 años, hay botanas de canasta como las mollejas o los huevos hervidos, y por supuesto, los cacahuates con chile de árbol; hay dominó y también juegos de poker en las mesas, tal como en el cine mexicano de los 50. Los detalles más elegantes de este recinto porfiriano los encuentras en su barra y la hermosa vidriería detrás que posee el nombre de "Cognac Hennessy", minuciosa belleza de sus pequeños detalles que transforman el lugar.

 

 

Este pasaje mítico a las realidades antañas de nuestra ciudad también es uno de los lugares más factibles para hacer profundas pláticas con nuestra mente; es cómodo y extrañamente parece silencioso entre los murmullos de las personas que lo visitan. Quizás sea por ello que algunos de los mejores versos se han escrito ahí, como lo fue en el caso del escritor beatnik William Burroughs, en su estancia en la ciudad de México.

Burroughs nos relata en su libro Junkie sus anécdotas de cantina, en donde Tío Pepe formaba el escenario de un encuentro desconcertante con tres mexicanos:

?parecía que tenía energías sin límites y una capacidad para ingerir alcohol que nunca había tenido antes. Mis emociones se desbordaban por todas partes. Me sentía incontrolablemente sociable y hablaba con el primero que pillaba (?) Estaba en una cantina barata junto a la calle Dolores en la ciudad de México, llevaba bebiendo unas 2 semanas y estaba en una mesa con tres mexicanos bebiendo tequila. Los mexicanos iban muy bien vestidos. Uno de ellos hablaba inglés. Un individuo de edad madura, corpulento, de cara triste y dulce, cantaba y tocaba la guitarra. Estaba sentado al final de la barra. Yo me alegraba de que sus canciones hicieran imposible la conversación. En esto entraron cinco policías. Pensé que igual me registraban, de modo que me quité la pistola y la funda del cinturón y la dejé caer debajo de la mesa, junto con un trozo de opio que llevaba guardado en un paquete de cigarrillos. Los guardias se tomaron una cerveza en la barra y se largaron. Cuando metí la mano bajo la mesa la funda estaba allí, pero la pistola había desaparecido.

 

 

Los nombres de Tío Pepe y Dolores (como la calle donde está situada la cantina) también aparecen en una grabación hecha por Burroughs para Giorno Poetry Systems, el colectivo de poetas que regalaba versos con acendrada genialidad por teléfono. No se tiene acertada seguridad, pero es algo probable que haya utilizado, metafóricamente, los nombres de estos lugares para crear un relato en el que Tío Pepe es un sujeto que se aprovecha de los alcohólicos viciados:

 

 

No podríamos afirmar la verdad absoluta sobre si Tío Pepe era o no uno de los sitios a los que Burroughs concurría con cierta afición; sin embargo, lo importante de esta mención a un lugar tan clásico y estiloso es que provocó, en gran medida, algunos de los estados alterados de conciencia del autor de El almuerzo desnudo. Vale la pena dedicarle a esta emblemática cantina la famosa canción de Antonio Aguilar en la rockola del lugar: los recuerdos de las juergas en el Centro Histórico por hoy y siempre.

 

 

Cantina Tío Pepe

Dirección: calle Dolores, esq. Independencia, cerca del barrio chino, Centro Histórico, DF

Precios: $20 en adelante

Fotos: Franco Hidalgo

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