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La bella Ciudad de México en otoño (FOTOS)

La Ciudad de México en otoño se pinta con tantos pigmentos rojizos, castaños y amarillentos que difícilmente podemos no fotografiarla.

El significado de las estaciones del año ha jugado un papel muy importante en la vida de todo hombre y en toda época. Otoño es la favorita de muchos, sobre todo de los soñadores, los nostálgicos y por supuesto de los que vivimos en ciudades como la capital mexicana, donde el espectáculo del otoño se mira en cada parque y cada banqueta rodeada de hojas secas de todos colores.

Lugares arbolados como el Cerro del Ajusco, El Desierto de los Leones, Chapultepec y otros bosques, enuncian con particular elegancia la llegada del otoño. Incluso en lugares urbanos como San Ángel, Coyoacán o la Alameda Central podemos ser testigos de este espectáculo, liderado por tonos rojizos, castaños y amarillentos por doquier. Pero, más allá de esa ineludible estética que comparte con nosotros esta época, existen una serie de simbologías y filosofías -especialmente antiguas-, que hacen del otoño una época todavía más especial.

Simbología del otoño

Innumerables mitos, metáforas y creencias abundan sobre la relación del otoño con un proceso importante de transición. Una en particular es la cosmovisión de la antigua china, que le atribuye al otoño una serie de simbolismos varios. Por ejemplo, su relación con el color blanco, con la melancolía y los sentimientos fuertes, con la claridad de los pensamientos, con la muerte y los mundos oníricos, con el metal y con el tigre blanco. En suma, la filosofía china traduce al otoño como una etapa transitoria y de cambios que si bien, no son nada fáciles, encuentran su claridad en la tristeza y las melancolías. Algo así como un acto depuratorio y catártico de emociones.

En la mitología griega, el otoño está relacionado con un épico suceso que habría de ocurrir entre los dioses del olimpo: la partida de Perséfone -hija de Deméter- al inframundo. Siguiendo el mito, Perséfone habría de ser secuestrada por el dios del inframundo Hades y su partida, durante tres meses correspondientes a invierno haría del mundo un lugar de infelicidad. El peso de su ausencia recaería sobre todo en su madre, Deméter, por cierto diosa de la agricultura. Ella cae en depresión en los tiempos de otoño y se aparta de la tierra en busca de su hija. Por ello es que en otoño, ante todo existe una ausencia de “algo”; una sustancia. Pero el otoño no solo significa la ausencia o la muerte perpetua. Con ella viene una esperanza a la vida superpuesta en las épocas primaverales.

Para las culturas prehispánicas, el equinoccio de otoño era también objeto de símbolo. Mientras el de primavera se centra en la ejecución de la siembra, el de otoño se traduce como el momento de la cosecha, la época en la que se obtiene el fruto de la tierra. Esta es sin duda una visión tan simple como fascinante pues, si la relacionamos con la muerte o el marchitar de la siembra, obtenemos que la muerte es nada menos que la cosecha de lo que hemos sembrado en vida.

Una y otra vez, con el paso de los años, el ciclo del otoño se repite sin descanso eterno. Como si se tratara de una época inevitable para reflexionar, para destinar pensamientos con tranquilidad a esos finales, esas pequeñas muertes.

Esperando que nuestros lectores se fascinen con el otoño como lo hacemos nosotros, compartimos a continuación algunas imágenes sobre cómo discurre el otoño en la capital mexicana y hacemos una cortés invitación a salir a disfrutar de esta época del año, un gran momento para las largas caminatas y los escenarios hermosos:

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