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Así era el zoológico de Moctezuma que se transformó en templo

La observación de la naturaleza fue una práctica entrañable y muy valiosa para nuestros antiguos. A partir de bellos jardines y concentraciones verdes, crearon un exhaustivo catálogo de flora y fauna, que les permitía, entre otras cosas, ahondar en el misticismo de sus cualidades. Es bien sabido que los aztecas valoraban a los animales como a una divinidad, y que a partir de sus imágenes construían la de espíritus de la naturaleza que regían el orden y el caos de la existencia de su pueblo.

La figura de cada animal de la época representaba virtudes y cualidades de estos espíritus, e incluso se creía que al nacer a cada apersona se le asignaba un nahual, una clase de guía espiritual que adoptaba forma animal.

Se cree que el primer sitio dedicado al estudio y cautiverio de los animales -el primer zoológico-, fue el del gran Moctezuma II, aunque algunas fuentes nos citan la posibilidad de que el príncipe Nezahualcoyotl hubiese tenido una especie de jardín botánico y zoológico en  Tezcutzingo, en las periferias de Tenochtitlán.

Pero el que nos concierne para esta ocasión es el de Moctezuma, ubicado dentro de nuestra ciudad, en lo que hoy es el Templo y convento de San Francisco, sobre la avenida Francisco I. Madero en el Centro. En este sitio se cultivaban cientos de árboles, flores, frutos y plantas, mismos que servían de hábitat para los animales que contenían en grandes jaulas de madera.

Dentro de los mamíferos que se conservaban principalmente estaban los leopardos, zorros, ocelotes, osos, coyotes, venados, jabalís, boas, cocodrilos, y monos, mientras que la colección de aves poseía águilas, pavorreales, guacamayas, garzas, flamencos y pericos. El lugar contenía también 20 estanques con agua dulce y salada, inmersos en una gran construcción de piedra, madera y pinos, que los cronistas españoles relataban como una especie de apología a lo sagrado que era la naturaleza.

El zoológico de Moctezuma (también llamado Casa de Aves y Casa de fieras), era cuidado por alrededor de 600 personas, algunas de ellas veterinarios de la época. No se tiene precisión sobre el propósito de este y otros sitios similares aunque algunos investigadores han deducido que sus función podría haber sido medicinal y para sacrificios.

Un par de secciones más prevalecían en el antiguo zoológico. Algunos investigadores nos dicen que existía otro espacio para los animales sagrados, que no precisamente eran animales en peligro de extinción sino donde se cuidaban y albergaban los seres vinculados con los dioses. Aquí podríamos imaginar tal vez, a los jaguares, los colibríes y las serpientes.

El otro cautiverio, aunque a simple vista, y bajo nuestra mentalidad moderna, podría parecernos un poco atroz, aguardaba a gente deforme o con aspecto fuera de lo común. El mismo Hernán Cortés redactó con horror que aquí se encontraban “muchos hombres y mujeres deformes, enanos y jorobados cada forma de la monstruosidad tenía un lugar propio; y además había personas para cuidarlos”.

Escribió, que también se “exhibían hombres, mujeres y niños que tenían, de nacimiento, las caras y los cuerpos blancos y cuyos cabellos, cejas y pestañas también eran blancos”. Pero aunque esto parezca un hecho bestial, resulta que a estas personas se les trataba incluso mejor que a ls guerreros nobles capturados como objeto de sacrificio. Para Moctezuma y en general, para los mexicas, era un hecho fascinante el que su pueblo poseyera a estos seres extraordinarios, lo cual refleja que este zoológico, mucho antes de ser destruido, fue un santuario.

Un hecho que quizás puede referirnos un poco sobre la cuestión sagrada que se mantenía en este lugar es que fue justo aquí donde, a partir de la llegada de los españoles, se construyó un templo católico. Así como la misma Catedral fue construida donde yacía el Templo Mayor, en el zoológico de Moctezuma se creo el Templo de San Francisco el Grande, que sigue en pie hasta nuestros días, en el pasaje más concurrido del Centro Histórico.

Fue en este templo donde se creo un colegió de artes y oficios para los indígenas, el llamado San José de los Naturales. De aquí partían sacerdotes hacía todo el país a predicar la religión católica y enseñar la lengua española a los indigenas. También tenía enfermería, huertos, jardines, fuentes y un cementerio. El convento fue un símbolo de victoria para los españoles, porque lograron destruir algo valioso y de entre las cenizas del fuego convertirlo en lo que ellos pensaban como sagrado.

 

Templo de San Francisco

Dónde: Av Francisco I. Madero 7, Centro Histórico de la Cdad. de México, Centro, Cuauhtémoc, 06000 Ciudad de México, CDMX

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